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ARCO 2022: arte, arquitectura política, guerra y paz

El ataque de Rusia contra Ucrania ensombrece la inauguración de la feria internacional de arte y rebaja la euforia de los compradores

Obra de Cristina Iglesias, en la galería de la canaria Elba Benítez. El Día

Hitler anexionó Austria en el año 1938 (Putin anexionó la península de Crimea en 2014), un año después en septiembre de 1939, el mismo Hitler invadió Polonia. El pasado jueves Putin comenzó la invasión de Hungría. Cuando Hitler empezó su escalada de acciones bélicas, nadie se creía que habría guerra, y menos que afectaría a toda Europa, a América, a Japón, al mundo entero, y, en aquel entonces, como ocurre ahora con Putin, todo el mundo confiaba en la vía diplomática.

Hoy está ocurriendo lo mismo y no entiendo por qué los periódicos no titulan con la realidad cruda, que se resume en estas dos frases: Putin invade Ucrania. Europa está en guerra.

Porque Ucrania y la Unión Europea firmaron en 2014 un Acuerdo de Asociación (entró en vigor en 2016) que consolidó las relaciones políticas y económicas entre ambas partes y prevé la gradual integración de Ucrania en el mercado interior europeo. El acuerdo de buena vecindad se produjo después de más de dos décadas en las que ambas partes buscaban establecer lazos cercanos. Ahora, desde ayer, es como si les hubiéramos dejado solos, no del todo, pero sí en términos reales, sobre el terreno nevado y frío de esa región.

Arte en tiempos de guerra

Mucho, aunque no lo parezca, porque el arte no es un mercado aislado de los problemas del mundo, sino que responde tanto a los buenos momentos como a las guerras, las interpreta (a través de los artistas y arquitectos) y se ve afectado por ellas. Y así como el pasado miércoles la euforia de haber vuelto casi a la normalidad se vivía y concretaba en las compras de valores en alza del arte actual, ya el jueves, con el anuncio de que la guerra había comenzado, en ARCO (la Feria Internacional del Arte Contemporáneo que se celebra en Madrid) crecía la incertidumbre.

Un cuadro de Francisco  Rodríguez, de la galería tinerfeña Leyendecker; en primer plano, la reina Letizia y el galerista Ángel Luis de la Cruz.

Un cuadro de Francisco Rodríguez, de la galería tinerfeña Leyendecker; en primer plano, la reina Letizia y el galerista Ángel Luis de la Cruz. Dulce Xerach Pérez

Aunque a veces pudiera parecerlo, ni los artistas están locos ni una feria de arte es un lugar aislado del mundo. Al contrario, el pasado jueves, la noticia de la invasión rusa y el comienzo de la guerra en Ucrania impactó en ARCO como un misil, rompiendo en mil pedazos el entusiasmo, la alegría y cierta euforia que se vivía en la feria el día antes. La invasión de Ucrania por Rusia cambió la tendencia de ventas generalizadas del día anterior, porque esta guerra genera incertidumbre, como todas las guerras, y también en el mercado del arte.

Entonces entró la arquitectura en acción, la fotografía de arquitectura, en blanco y negro, la que refleja la historia que se repite una y otra vez (y se repetirá en estos años 20 del siglo XXI como ocurrió en el siglo XX si no somos —si nuestros dirigentes no lo son— capaces de remediarlo) y se redirigió la mirada hacia esas otras obras de arte, piezas realistas que reflejan nuestra historia.

Esta fotografía de posguerra, alguna de ella de edificios de países post-soviéticos, que refleja la arquitectura gris de una época que creíamos superada, nos lanza, al contemplar esas imágenes de lugares grises e insólitos, un jarro de agua helada de realidad cruda y dura.

La artista canaria Concha Jerez, una de las protagonistas de ARCO 2022, con la reina Letizia El Dia

Pero, el arte, a la vez, cuando, históricamente, se desploma el oro o la moneda de algún país en guerra, siempre ha sido un seguro valor refugio, y estos días posteriores se ha seguido vendiendo arquitectura y arte en ARCO, más conservadoramente, es cierto, mayoritariamente de artistas muy afianzados y serios, porque la vida sigue.

Pero no olvidemos que no hay mundos aparte, que todos habitamos el mismo mundo, y más ahora que estamos interconectados globalmente. Y toda la sangre que se está derramando entre Ucrania y Rusia es sangre de nuestra sangre. Lo podemos llamar diplomacia fallida, ataques masivos, en fin, pero si no lo llamamos por su nombre, guerra, no encontraremos una solución eficaz y dejaremos que crezcan las aspiraciones de una persona que, por cómo se ha comportado hasta ahora desde que llegó al poder, no se merece mucha confianza que digamos.

Aun así, esta edición de ARCO es magnífica, con muy buenas galerías, muy buenas obras de muy buenos artistas que seguirán cuando esta guerra acabe y vale la pena visitarla mientras podamos.

Dulce Xerach Pérez. Abogada y doctora en arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea

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