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Santiago Díaz-Bravo Escritor y periodista

«Un escritor y un periodista no dejan de ser la misma cosa, esponjas que absorben realidad»

"Uno escribe de lo que ha vivido, experimentado y de lo que sabe directa o indirectamente", asegura el escritor y periodista

Santiago Díaz-Bravo con ‘Las intrusas’. E. D.

El periodista Santiago Díaz-Bravo (La Orotava, 1968) acaba de publicar con Pie de página la secuela de la polémica El hombre que fue Viernes, la novela Las intrusas.

Presenta la secuela de El hombre que fue Viernes, Las intrusas. ¿Se había planteado hacer esta segunda parte desde que el momento en el que escribió el primero de los libros?

Hilé una historia dividida en dos partes y en cierta manera fue un poco a sabiendas eso de empezar la casa por el tejado porque en El hombre que fue Viernes se plasman las consecuencias de una determinada situación política y en Las intrusas esas consecuencias se agravan pero al mismo tiempo se explica el por qué de esa situación.

¿Habrá más entregas?

En principio son solo dos. Ahora mismo estoy trabajando en otro proyecto literario que no tiene nada que ver. Evidentemente, es una historia que se podría seguir pero tiene un principio y un final. El principio comienza en la primera página de El hombre que fue Viernes y el final es la última página de Las intrusas. Es verdad que es una historia muy arraigada en el mundo cambiante de hoy en día y que tiene un recorrido que puede ir más allá de Las intrusas. En cualquier caso, no va a ser en un futuro inmediato.

Lanza la reflexión de que la historia no es lo que hemos vivido hasta ahora sino que se sigue reescribiendo.

Retomo un pensamiento de Ortega y Gasset que escribió en 1929 y huelga recordar que estaba en el preludio de grandes catástrofes internacionales. Es lo que él llamaba la plenitud de los tiempos, que es la sensación que todos tenemos de que la historia se ha acabado y que nuestra generación está al final de esta historia, en el último capítulo. No porque vaya a caer un meteorito o vayamos a desaparecer sino porque tenemos la sensación de que todo lo que ha ocurrido en siglos pasados pasó para llegar al punto en el que estamos, como si fuéramos el culmen de la historia. Es una sensación que tenemos, sobre todo, las sociedades acomodadas. Es esa falsa sensación de que la historia se ha acabado y la historia se escribe todos los días. Aunque mis libros no tienen la falsa aspiración de convertirse en una biblia política ni en ser mensajeros de nada, un poco sí que quieren transmitir la sensación de que las cosas pueden cambiar y que nosotros somos un capítulo en mitad de una historia que va a seguir avanzando. Y depende en buena medida de las decisiones que las sociedades toman ese cambio. La historia no camina en línea recta y hay que tenerlo claro pese a que tengamos la tendencia natural a olvidarlo.

De hecho, ¿quién nos iba a decir en diciembre de 2019 que íbamos a vivir confinados durante meses a causa de una pandemia de dimensiones globales?

Pues tienes toda la razón, ese es un ejemplo más que reciente de lo que hablamos. Quién nos iba a decir en las navidades de 2019 que nos abocábamos a un escenario como el del último año. Hubiéramos tomado por loco a quien nos lo dijera. Pensábamos que la gripe española de 1918 era algo que había quedado atrás y nos hemos visto en una situación parecida.

Tanto en el primero como en el segundo libro utiliza personajes conocidos con nombre y apellidos a la altura de Rey de España, al que de hecho asesinó literariamente en la primera entrega. ¿Le ha traído eso algún problema?

No, la verdad es que no. Tengo constancia de que a algunos de los personajes que aparecen en El hombre que fue Viernes les ha hecho gracia aparecer en la historia. Sí es cierto que conozco casos de lectores que en un momento dado no soportaron la carga de violencia que aparece en el libro y dijeron ‘de aquí no paso’. A otros, una minoría, algunos detalles les parecieron una suerte de falta de respeto. En cualquier caso, quienes llegaron hasta el final comprenden que no es un capricho del escritor sino un recurso narrativo. Lo mismo puede decirse de Las intrusas, donde sigo utilizando personajes de carne y hueso. Los uso a mi antojo pero ese es uno de los poderes que se puede arrogar un escritor. Entiendo que no se franquea ningún límite ético y que es perfectamente admisible. Ni siquiera soy original, personajes históricos de carne y hueso se han utilizado en la literatura desde siempre.

Ahí parece como si el Santiago Díaz-Bravo periodista le chivara cosas al oído al Santiago Díaz-Bravo escritor.

He sido periodista durante más de 20 años, la mayor parte de mi vida profesional, y eso se tiene que notar y me encanta que se note. Uno escribe de lo que ha vivido, experimentado y de lo que sabe directa o indirectamente. No soy un ser unicelular que de repente se puso delante de un teclado a escribir una novela. Soy una persona con pasado, relaciones personales, experiencias y demás. Todo eso converge en mi escritura. Un escritor y un periodista no dejan de ser la misma cosa, somos esponjas que absorbemos la realidad. Esas esponjas que se exprimen. En el caso del periodista, se tiene que traducir en una información veraz y ceñida a los hechos y en el caso del novelista no. Tiene toda la libertad del mundo aunque es una libertad relativa porque siempre me pregunto hasta qué extremo somos libres para crear personajes. Cuando los creo, ahí salen mis experiencias y conocimientos. El personaje no es solo fruto de mi imaginación. De hecho, siempre digo que tener un amigo escritor es una cosa peligrosa. Uno puede convertirse en personaje de una novela sin que ni siquiera el propio escritor se de cuenta de que lo está haciendo. Entiendo que el periodismo y la literatura, en un origen, tienen bastante similitudes

Vivimos en un mundo de globalizado. Hasta tal punto que un hecho que sucede en un pueblito de Mallorca guarda relación en su novela con las altas esferas de la política británica.

El mundo cada vez es más pequeño, todo está interrelacionado y lo vemos cada día. Cualquier cosa que ocurre en un país remoto termina afectando a la otra parte del mundo. Al final lo que ha hecho internet es, sobre todo, convertirnos en un pueblo pequeño donde todos sabemos de todo y donde estamos sobreinformados y continuamente pasándonos información.

Su tierra también está presente en Las intrusas de la mano de un escritor que se asentó en La Orotava, Pedro Víctor Debrigode.

Aparece durante toda la novela. Es un novelista de origen catalán con una biografía fascinante que además ha sido el escritor de novela popular más prolífico de la historia de España. Sus últimos años los pasó en La Orotava y me da bastante pena que no se le conozca y valore. Me valgo del trabajo realizado por el principal especialista en su obra, Joan Manuel Soldevilla. Recurrí, con su permiso, a algunos de sus textos. En realidad a quien hago referencia en la novela es a uno de los varios pseudónimos de Debrigode.

El libro se presentó en la Feria del Libro de Madrid pero ¿cuándo vendrá a la Isla para hacer lo propio?

La intención es ir a Tenerife, claro. De hecho es mi deseo y el de la editorial. Con El hombre que fue viernes teníamos previsto hacerlo en Madrid, en Tenerife y en Londres. No pudo ser por la pandemia y ahora Las intrusas se presentará también en Londres, que será antes de Navidad, y para Tenerife estamos buscando fechas. Me haría bastante ilusión. La pandemia lo ha trastocado todo. En realidad, sería la presentación de ambos libros en Canarias.

¿Nos puede adelantar algo del siguiente proyecto literario con el que dice que ya está metido?

Realmente estoy haciendo varias cosas al mismo tiempo y en base a la opinión de la editorial veremos por cuál me decanto.

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