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La creación recurre al buen humor

La Sala de Arte Contemporáneo inaugura ‘¡Jajaja! (Risa rara)’, una colectiva que reúne las obras de nueve artistas y que estará abierta hasta el próximo 4 de junio

Nueva muestra de la Sala de Arte ContemporáneoAndrés Gutiérrez

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“No es infrecuente que la escena internacional del arte contemporáneo sea percibida o bien como una gran farsa construida por una infinidad de chistes malos o bien como una esfera de la sociedad ultraespecializada, sacralizada y teorética de una sesudez o aburrimiento insoportables”. Con esta frase reflexionan Moneiba Lemes y José Otero, comisarios de ‘¡Jajaja! (Risa rara)’, sobre el objeto y discurso de su propuesta expositiva. Nueve artistas participan con ellos en este proyecto, que podrá visitarse en la Sala de Arte Contemporáneo (SAC) hasta el próximo 4 de junio.

La Sala de Arte Contemporáneo (SAC), instalación dependiente del Gobierno de Canarias, estrenó ayer su segundo proyecto expositivo del año: ¡Jajaja! (Risa rara). Se trata de una colectiva comisariada por Moneiba Lemes y José Otero que se suma al listado de proyectos culturales que tuvieron que repensarse y adaptarse con la llegada de la pandemia. Concebida sobre la idea de que después de una crisis el humor se convierte en la mejor de las herramientas, sus gestores reflexionan sobre la forma en la que el arte también se ríe de si mismo y trata de sacar una sonrisa al espectador.

La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 4 de junio. Cuenta con la participación de Aida Gómez, Alby Álamo, Cristina Maya, David Pantaleón, Diego Vites, Fernando Epelde & Usted, Gal La Uriol Jané y María León. Cada uno de ellos ha aportado su propia visión sobre el humor y la desacralización del arte. Algunos, además, han sido retados a abandonar sus formatos o técnicas habituales para ingresar en nuevos territorios creativos.

La muestra se planteó hace dos años partiendo de una observación de sus comisarios. “Tras la crisis económica de 2008, hay una especie de auge del humor. Empiezan a aparecer un montón de programas –tipo La vida moderna– y humoristas canarios como Aarón Gómez o Ignatius Farray”, explicó ayer Otero, que se trasladó hasta Tenerife para la apertura de la muestra. Ese boom humorístico llegó cargado de perspectivas que lo conectan, continuó explicando, con el discurso del arte contemporáneo. “Es una visión muy duchampiana”. “Se ríe sobre si mismo, critica todo el rato los límites del humor, intenta ir más allá de esos límites, problematiza sobre el tema de la corrección política, etcétera”, añadió el comisario.

Otro de los puntos de partida de la propuesta es el estudio que durante un tiempo regentaron los comisarios en Berlín. “Lo llamábamos La Enredadera, hacíamos unos open-studio que eran en realidad medio fiesta, medio exposición. Se trataba de trasladar un poco de ese espíritu a una sala más oficial”, detalló. La llegada de la pandemia truncó, evidentemente, esas ilusiones. “La muestra se ha tenido que transformar sí o sí y lo que ha quedado, al final, es una exposición muy fría o quizás distante, donde hay una reflexión bastante más intelectualizada”, valoró Otero.

Ejemplos

El joven cineasta grancanario David Pantaleón participa en esta exposición con dos piezas. Ayer acudió a la sala situada en los bajos de la popular Casa de la Cultura de la capital tinerfeña para compartir algunas impresiones con algunos de sus compañeros. “Cancionero latino volumen I intenta hacer un paralelismo entre cómo nos erizamos con ciertas música contemporáneas respecto a sus temáticas y cómo no analizamos nuestra música tradicional, que está cargada de un montón de elementos que tienen muchas similitudes con las cosas que nos erizan de la música actual”, detalló.

“La otra pieza es sonora y la hice para el programa El cine que viene, que nos invitó a diferentes directores a hacer piezas para radio”, detalló sobre la obra titulada Abuelo falange.

El de Pantaleón es solo un ejemplo de los distintos posicionamientos asumidos por cada uno de los creadores seleccionados para este proyecto. La arquitecta Cristina Maya, por ejemplo, optó por usar los honorarios que obtuvo en su última exposición para adquirir bonos de menús en un restaurante y los presenta ahora como una instalación donde ironiza sobre el mercado del arte.

“Cada artista tiene un acercamiento totalmente diferente. Hay desde piezas que hablan directamente desde el humor castizo o casposo de los años 90 a otras que muestran una muy fina ironía”, destacó Otero. El concepto de ¡Jajaja! (Risa rara) ha tenido que adaptarse a las circunstancias y ha tenido que prescindir de las actividades en directo que se hubieran programado en la sala. “Hubiéramos montado un sarao”, bromeó ayer el comisario de una muestra que reflexionaba sobre una crisis y tuvo que adaptarse a otra sobre la marcha.

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