Carnaval 2024 | Obituario

Muere el Chiquito de la Calzada de Tenerife, uno de los personajes clásicos del Carnaval

Antonio Rivero encarnó el personaje desde 1995 hasta que en 2013 le sobrevino un alzhéimer

La madrugada de este martes 9 de enero falleció tras cuatro meses internado

Su capilla está instalada en la sala número 3 del Tanatorio de de Santa Lastenia

Antonio Rivero, el Chiquito de la Calzada del Carnaval de Tenerife.

Antonio Rivero, el Chiquito de la Calzada del Carnaval de Tenerife. / El Día

Humberto Gonar

Humberto Gonar

A falta de tres días para que comience el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife 2024, que se dedica al mundo de la televisión, un fatal desenlace sacude a la familia de la fiesta. A las 1:40 horas de la madrugada de este martes 9 de enero ha fallecido Antonio Rivero Estévez, que el próximo 16 de marzo habría cumplido 87. Por el nombre lo conoce su familia, amigos y vecinos del barrio de Somosierra, donde tenía su domicilio familiar, sin embargo todos los reconoce si se presenta como el personaje popular que encarnó desde 1995 hasta que en 2013 le sobrevino el alzhéimer. Ha fallecido el Chiquito de la Calzada del Carnaval de Tenerife.

Once años aquejado de dicha enfermedad, de los cuales pasó hospitalizado los últimos cuatro, siempre arropado por su esposa, María Esther, e hijas que siempre alimentaron que mantuviera vivo su último recuerdo, el personaje del Carnaval que encarnó, unida a otra de sus grandes pasiones, el fútbol y en particular el CD Tenerife; era un habitual de los partidos del representativo, siempre animando al club de sus amores.

Antonio era hijo de una brasileña y nieto de una vecina de Guía de Isora que se fue a trabajar en el tabaco en América para ganarse la vida; el padre de Antonio, Eladio El Manena, cambullonero que mató hambre en Santa Clara.

La infancia de Antonio discurrió en el barrio de Buenavista: de pequeño cuidaba a una persona con discapacidad; ya su vida laboral estuvo vinculada como cobrador de las guaguas azules –las perreras–, donde conoció a su esposa. Él con 24 años y ella con 15 contrajeron matrimonio y establecieron su domicilio familiar en García Escámez, hace 64; antes de diez años ya tenían a sus seis hijos: Argólida, Ángeles, Toño, Marisol, Pili y Luis; la familia se completa con catorce nietos y siete bisnietos.

De nuevo, las anécdotas de la guagua, donde Antonio pasó la mitad de su vida, cuando su esposa e hijas recuerdan la anécdota del hombre que subió a un burro al vehículo en la plaza de Weyler.

A mitad de la década de los años noventa, Antonio participó en el sorteo de unas entradas que organizó Canal 7, en un programa de Carnaval que presentaba Alexis Hernández, y cuando el hoy reputado presentador y maestro de galas lo vio no ocultó su sorpresa: “Pero si eres igual que Chiquito”. Dicho y eso, a partir de ahí Antonio se dedicó a dar vida al Chiquito de la Calzada de Tenerife, con el que alcanzó altas cuotas de popularidad entre los amantes de la fiesta, hasta el punto que estuvo con Bertín Osborne en un Carnaval.

La fiesta de la máscara no le era ajena; de hecho, su consuegro era Vadita, la recordada bailarina del Carnaval. Antes de ser Chiquito, Antonio salía al Carnaval vestido de mujer, hasta que puso de moda en Santa Cruz las camisas hawaianas. “Muchas se las confeccioné yo”, admite su esposa, que con 47 años se puso a trabajar en Almacenes Número 1 y se encargaba de hacer ponchos; los primeros disfraces que se vendían, pues la costumbre hasta entonces era que cada familia confeccionaba el suyo. “Hacía quinientos de cada talla; encargaba las partes por separado y luego yo le daba forma”, comenta María Esther, una emprendedora y entusiasta que incluso a mitad de los años noventa ganó el campeonato de bolas y petancas y bochas en los Juegos Municipales en representación de García Escámez.

También se caracterizó por su destreza en el juego del envite, que más de un disgusto causó a un equipo referente de hombres en Los Campitos.

Antonio Rivero hizo la mili en Marina, en cocina; para paellas, tortillas y ensaladilla es único. Su familia recuerda la vez que hizo una paella en Valleseco que dio de comer a todo el barrio, o en otro momento para agradecer el servicio que prestaron las ambulancias CAM a la primera patera que llegó a Tenerife, añaden. “Estando de maniobras, contaba que una vez casi se lleva a otro barco por delante”, comentan con el humor heredado de su padre. “Como el día que se tiñó y se fue a bañar también a Valleseco y salió chorreando la cabeza, todo negro. ¿Qué te pasó en la cara, papá?, le pregunté. Y me cantó: Soy minero”.

En la mañana de este martes 9 de enero su hija Pili sentenciaba: "Otro carnavalero que se nos ha ido al cielo".