Se notó, y mucho, la afluencia de gente ayer en Santa Cruz para asistir a los actos del Día de Canarias, especialmente de noche, cuando mi cantina se convirtió en un hervidero de gente hartándose a garbanzas de las de mi madre y caldo de Ravelo.

Tremendo era el cabreo que traía Paco El Chola, a eso de las diez y media de la noche, a cuenta de la información que leyó en la prensa sobre la reclamación de cuantías superiores a las estipuladas inicialmente, que algunos empresarios están barajando hacer a la organización por celebrar el Carnaval en junio, y no en febrero pasado. Yo traté de calmarlo un poco diciéndole que es lógico que, si un empresario debe afrontar un coste más elevado, sin ser culpa suya, lo repercuta en el servicio prestado. Es más, no conozco a nadie que abra una empresa para no tener beneficios. ¡Tienes razón!, me contestó El Chola con la boca llena. «Pero a muchos de esos empresarios también se les llena la boca en el recinto ferial diciendo que llevan no se cuántos años trabajando por devoción a la fiesta», afirmó contrariado, casi que dándome la razón pero sin dármela. Por aquello de quitarle importancia le dije: Tranquilo compadre, eso es como cuando las murgas dicen que le cantan al pueblo y lo de menos es el premio, o que sin su afición no son nada. Todo eso forma parte ya de una serie de tópicos de Carnaval de los que se podría hacer una recopilación y publicarla por fascículos.

Después de un rato discutiendo, acabó la cuarta de vino diciendo: «¡Vale, te lo compro! Pero, luego, que no me vengan esos empresarios y me digan que hacen lo que hacen, más que por tener beneficios, solo por amor al Carnaval!».