La capital tinerfeña celebró sobre las dos ruedas de la bicicleta de Carlos Vives su Carnaval Ni calima, ni alerta, ni incendios... Ayer fue la perfecta definición de Santa Cruz en Carnaval. Ya desde primeras horas se veía venir... con los barcos que atracaban en el puerto chicharrero con centenares de pasajeros disfrazados, una imagen que ya se habitual en los carnavales de día de los últimos años, con el desembarco de canariones que no quieren perderse la cita.

Ya al mediodía, en la plaza de la Candelaria, las comparsas anunciaban el inicio de un día histórico para el comparsasCarnaval, sin duda, en el día más multitudinario de la presente edición. Entre los comparseros, Arume Hernández La Negra de Joroperos, embajadora del Carnaval; ella dándolo todo con su comparsa -al igual que ocurrió con el resto de formaciones de cuerpo de baile y parranda-, con el particular de que su pareja, Víctor Asensio, también embajador del Carnaval -en este caso murguero-, hacía lo propio, pero en Cádiz, con sus Diablos Locos.

Cambió el signo político en la Alcaldía pero se mantiene uno de los referentes del Carnaval popular. A primera hora de la tarde de ayer, Pepe Benavente hacía las delicias del público de La Candelaria. Y hasta protagonizó horas después una segunda actuación, y es que Pepe Benavente despierta pasiones entre los incondicionales de la fiesta de la máscara, también por sus ritmos latinos, que contrastaron con el tributo que entre actuación y actuación de Pepe se hizo en honor a Tina Turner.

Aunque el Carnaval de Día del Sábado de Piñata de ayer, en el colofón de esta edición, comenzó de mediodía, en realidad despegó de tarde-noche. Aprovechando el bajón en la oferta musical de las dos y las tres de la tarde, muchos fueron al encuentro de la paella y la carne fiesta de Diablos Locos en la calle Candelaria... y se encontraron con la casa en obra y la murga trónica en Cádiz.

A la espera por Tonny Tun Tun y Carlos Vives, paseo por un Santa Cruz que poco a poco se llenaba de anónimos carnavaleros, con los coches aparcados sobre las aceras... La capital comenzaba a quedarse pequeña. Se confirmaba que iba a ser un gran día.

Aún a las cinco de la tarde el sol castigaba, y aún así subió a cantar Tonny Tun Tun al escenario de la avenida Francisco La Roche enfundado en un traje verde. Se dio. Regaló complicidad y hasta, cuando se marchaba, se prestó a una amplia sesión fotográfica con cuantos fans acudieron a su encuentro para inmortalizar su visita. El público de la Alameda había disfrutado, pero aún se podía transitar. La intensidad se rebajó con la actuación de los "djs", que cumplieron con su misión de teloneros de lujo de Carlos Vives.

Conforme se acercaban las ocho de la noche, el momento anunciado para el inicio de la actuación de Carlos Vives, el público se multiplicó. Y reinó el Carnaval con una declaración de amor, "Hoy tengo tiempo", el primer tema que interpretó el colombiano, que parecía una profecía de lo que estaba por venir. Y es que no tuvo prisas. El cantante batió el récord de kilómetros recorridos un escenario solo en su primer tema como se podía ver a través de las dos pantallas verticales gigantes colocadas a izquierda y derecha que lo acercaban al público que desde Francisco La Roche llegaba hasta la charca de la plaza de España. Y subió un escalón con su segundo tema, Rosa, qué linda eres; que bien podría haber dicho Santa Cruz. Carlos Vives estuvo cercano, pletórico, encantado de encontrarse con las generaciones actuales y reencontrarse con los que la acogieron en su primera vez, como el mismo recordó. Se acercó al borde del escenario para colocarse un sombrero a ritmo de acordeón y su inseparable armónica...

Cada tema era un Santa Cruz en Carnaval, te quiero, hasta cuando cantó Pa Mayte que tuvo una curiosa introducción, con una pelota que sacó al escenario y lanzarla al público... A alguno le trajo al recuerdo cuando en la canción de la Bambonera, Nuacet Jerez, componente de Bambones, le dio una patada a un balón con la cara del entonces alcalde Miguel Zerolo.

Carlos Vives se fajó. Había subido al escenario con una chaqueta con su apellido en la espalda. Y después de tantos pasos de bailes se la quitó para simular unos movimientos de manos como si de un combate de boxeo se tratara. En ese momento, solo había espacio en un lateral del escenario, en la zona más próxima al bar Capricho. La muchedumbre llegaba hasta la plaza del Cabildo, y hasta se había apoderado de las zonas nuevas que estaban en obras la pasada edición, cuando Juan Luis Guerra protagonizó en Santa Cruz tal día como el de ayer.

Cuando Carlos Vives parecía que iba a acabar, el público le robó dos temas más, hasta que el intérprete se atrevió con una adaptación en su segundo bis de Tenerife en Carnaval, con una banda que arropó y puso color al cantante de la bicicleta a la que subió a las miles de personas que desbordaron el balcón de Santa Cruz. ¿Más gente que el año pasado? ¿Menos? Simplemente fue un concierto único. Una definición de Santa Cruz en Carnaval, con un pletórico Vives que parecía un carnavalero subido al escenario por cuanto parecía disfrutar. Había magia. Dijo el colombiano: "Esta noche comienza el Carnaval, porque la semana que se ha venido celebrando solo se estaba preparando". Y no se equivocó porque con su concierto, comenzó una gran noche. Inolvidable para muchos.