A sus 77 años, Miguel Pegalajar, jubilado, vino días atrás a Santa Cruz a ver cómo su sobrino defiende el que fue su negocio, mesón Los Jamones, que tradicionalmente se instala en la plaza Candelaria. El Chaleco, como lo llaman con admiración sus compañeros, recuerda que participa en el Carnaval chicharrero desde hace casi sesenta años, "cuando estaba el señor Viñas; he visto pasar a muchas concejalas y concejales", afirma. Explica que llegó a ganar en subasta los cuatro mesones del Carnaval, para admitir que una vez alguien le pidió uno y no dudó en cederle la explotación "porque era para que una familia pudiera comer". Con su camión ha recorrido España, con casi un centenar de trabajadores. Insiste en que trabaja el Carnaval por honor y no por dinero, aunque su sobrino tendrá que redoblar esfuerzos para amortizar los más de 33.000 euros que le costó mantener el mesón en la plaza Candelaria tras una puja con empresarios sevillanos.