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Resistir al otro lado del charco

La Sociedad Islas Canarias, que atiende a los ‘abuelos’ canarios en Uruguay, teme quedarse sin ayuda económica en dos semanas

Las residentes en la casa de acogida gestionada por la Sociedad Islas Canarias de Uruguay. E. D.

Tres ‘abuelas’ canarias viven con la incertidumbre de no saber si el próximo año seguirán contando con la ayuda económica que les presta el Gobierno de Canarias y que les permitirá continuar en la casa de acogida que gestiona la Sociedad Islas Canarias en Uruguay, donde residen desde hace 12 años.

La tinerfeña Eva Pérez Díaz, de 92 años, y las grancanarias Juana Brisson Villalba, de 84 años, y Adelina Morales Galván, de 79, abandonaron las Islas en la década de los 50 para instalarse con sus familias en la próspera Latinoamérica. Aunque emigraron por razones diferentes y sus viajes comenzaron por separado, los avatares de la vida las reunió en la casa de acogida de la Sociedad Islas Canarias de Uruguay, ubicada en Montevideo. En esta pequeña residencia, subvencionada por el Gobierno canario, sus tres usuarias han compartido recuerdos y vivencias durante 12 años. La presidenta de la asociación, Inmaculada Cedrés, asegura que resisten con el agua al cuello porque las ayudas que reciben les son insuficientes para afrontar los gastos derivados del mantenimiento de la casa y del personal, puesto que las usuarias requieren atención las 24 horas del día dada su avanzada edad.

El Ejecutivo autonómico asignó a este centro una subvención de 59.143 euros para el periodo comprendido entre el 1 de noviembre de 2021 y el 30 de octubre este año. A menos de dos semanas de que termine este periodo y aunque desde las Islas siempre se les ha garantizado una ayuda para la atención de estas abuelas canarias, la incertidumbre de no saber si contarán con soporte económico para el próximo año inquieta a Cedrés, quien relata que ya están buscando alternativas para continuar atendiendo a Eva, Juana y Adelina. «Si nos quedamos sin la subvención, recurriremos al apoyo de la comunidad canaria en Uruguay, formada por unos 2.200 isleños o descendientes de emigrantes, que cuando hay una necesidad médica siempre se prestan a colaborar», relata la responsable del centro.

Las ayudas, que dependen de la Viceconsejería de Acción Exterior y de sus dos direcciones generales, Emigración y Relaciones Exteriores, se asignan cada año una vez aprobados los presupuestos generales de la comunidad autónoma. Es entonces cuando las instituciones subvencionadas que deben solicitar la ayuda y, después de estudiar cada caso, el Ejecutivo asigna un monto. Los presupuestos se presentarán en el Parlamento de Canarias a final de este mes y se aprobarán antes de que termine el año. Estos trámites hacen que Cedrés vea peligrar la continuidad de la casa de acogida y les obligan a sobrevivir con el dinero de los socios y los recursos ahorrados antes de la pandemia para hacer frente a cualquier tipo de contingencia. Por esto, desde el otro lado del charco piden auxilio al Gobierno canario y reclaman una rápida respuesta, para garantizar que estas «viejitas» canarias con escasos recursos puedan continuar juntas, como es su deseo, y sigan atendidas en la residencia, ya que no cuentan con familiares que puedan hacerse cargo de sus cuidados.

Además de la casa de acogida, la Sociedad Islas Canarias gestiona un centro de día que sirve como punto de reunión para la comunidad canaria, pero también para los vecinos de la institución. Antes de la pandemia, cada día acudían al espacio cerca de 80 personas y ahora se han reenganchado medio centenar de usuarios. En este centro desarrollan talleres para ejercitar la memoria para mantener activos a los mayores, pero también organizan actividades para divulgar la cultura y la historia del Archipiélago. Para sostener este lugar de reunión, la organización recibía una ayuda de 17.500 euros, pero en 2022 Cedrés decidió dejar de solicitar la prestación cansada de los engorrosos trámites burocráticos que le exige la administración.

Para atender el centro de día y la casa de acogida, la asociación cuenta con una plantilla de 12 profesionales, que se turnan para atender a los ancianos las 24 horas del día y los siete días a la semana. «Trabajan en ambos espacios y son muy polivalentes, porque el chico de mantenimiento también da clases de timple», subraya Cedrés, quien es originaria de la isla de Lanzarote.

Además de la demora para obtener una respuesta sobre la asignación de las ayudas, Cedrés denuncia el «abandono y ninguneo» que sienten cuando se dirigen al Ejecutivo canarios. «Cuando estábamos más desesperados enviamos varias cartas al presidente del Gobierno y nunca recibimos respuesta», lamenta la presidenta de la asociación, quien echa en falta alguna llamada por parte de Acción Exterior para interesarse por el estado de los mayores. Esta semana el director general de Emigraciones, Manuel Rodríguez, viajó a Argentina y a Uruguay para estrechar lazos con las comunidades canarias de estos países y conocer de primera mano cuál es su situación y en qué se les puede ayudar. El viernes mantuvo una reunión con los responsables de la Sociedad Islas Canarias de Uruguay, en la que Cedrés le mostró su extrema preocupación por el futuro de la financiación de los servicios que gestiona la asociación.

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