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pleno del parlamento | Sesión de control al Gobierno

Si tiene un problema no es monetary

El Gobierno no quiere debatir, no quiere responder y se oculta en el follaje

de la desmemoria o el desprecio, y continúa de luna de miel consigo mismo

Las consejeras Elena Máñez y Alicia Vanoostende, ayer, en un momento del pleno del Parlamento. María Pisaca

El Gobierno va a lo suyo, que es seguir siendo gobierno, reproducirse como una ameba incansable cada día en despachos, coches oficiales y titulares, celebrándose y cantándose a sí mismo. Como el primer día las mandamasas del grupo parlamentario socialista –las señoras Fierro y Alemán– golpean entusiásticamente sus escaños cada vez que sus consejeros, y muy especialmente el presidente, sueltan alguna majadería. Como el primer día de mandato el Gobierno achaca todos los problemas e incumplimientos a la oposición, como si el principal partido del Ejecutivo no hubiera gobernado o cogobernado en la Comunidad autónoma, en cabildos y ayuntamientos, desde un adanismo que ya no parece bobo, sino cínico. ¿Cómo nos piden ustedes arreglarlo todo en tres años cuando los otros estuvieron treinta malgobernando? Ni nadie les pide que lo arreglen todo, ni los otros gobernaron treinta años, ni lo hicieron sin el apoyo del PSOE, el PP o Casimiro Curbelo, sin ir más lejos. Ayer el presidente Ángel Víctor Torres practicó una variación sobre el mismo tema al acusar a la diputada Vidina Espino de ser «muy dura con el Gobierno» y en cambio complaciente con el Gobierno anterior «y ahora colabora con ellos». ¿Cómo va a ser complaciente con el Gobierno anterior una diputada que fue elegida por primera vez en esta legislatura? Da lo mismo, porque hasta este disparate se le aplaude a Torres. Como el primer día, asimismo, la oposición, salvo raras excepciones, no hace bien su trabajo. Claro que es difícil. El Gobierno no quiere debatir. El Gobierno no quiere responder y se oculta en el follaje de la desmemoria o el desprecio. El Gobierno continúa de luna de miel consigo mismo y no conseguirá que nadie le encharque la fiesta. Va a ser muy divertido si dentro de un año vemos articularse un gobierno entre el PSOE y CC. Realmente divertido.

A pocos metros del parlamento, desde antes de las diez de la mañana, un grupo de trabajadores del Instituto Canario de Hemodonación y Hemoterapia se manifestaba ruidosamente para rechazar lo que consideran (y no sin razonables razones) una decidida voluntad del Gobierno de privatizar el servicio que presta esta institución pública. Felizmente el orden del día incluía una pregunta al presidente Torres al respecto y, tal y como suele ocurrir últimamente, el presidente no respondió. ¿Los servicios que presta el ICHH se van a privatizar o no? Torres dijo que su gobierno trabajaba mucho. Torres dijo que su Gobierno luchaba denodadamente por disminuir el abuso de temporalidad en la función pública heredado de anteriores gobiernos. Torres ofreció cifras positivas de ese épico combate contra la temporalidad en la administración autonómica y anunció que la situación quedará definitivamente corregida a finales de 2024. Pero, por supuesto, no se pronunció explícitamente en ningún momento sobre la privatización de los servicios del ICHH.

No es que el Gobierno mienta. Simplemente se desocupa de la realidad. Se ha instalado en una versión light pero generalizada de fake news y practica la elusión como una artesanía. Cuando Juan Manuel García Ramos pregunta sobre la presencia de representantes canarios en la mesa de negociaciones entre España y Marruecos sobre las aguas territoriales del Sáhara y de las islas, Julio Pérez, con exquisitos modales parlamentarios, no le dice una palabra concreta. Cuando se le señala, en otra pregunta, que el Ministerio del Interior ha tratado de que el ayuntamiento de Haría pague el radar del SIVE que hace media eternidad intenta instalar en la zona de Guinate, Pérez corrige con cierta severidad y precisa que es una propuesta del Ministerio, no una imposición, porque el consejero de Administraciones Públicas actúa habitualmente en la Cámara regional como portavoz del Gobierno central y del Gobierno de Canarias. 60.000 euros nada menos le pide Defensa a Haría. Julio Pérez ni pestañea.

No es que el Gobierno mienta, simplemente se desocupa de la realidad y se ha instalado en una versión ligth de fake news

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Esta metodología dadaísta ni siquiera es abandonada cuando el presidente Torres debe responder a una pregunta explícita (formulada por la portavoz conservadora María Australia Navarro) sobre los cuatro millones de euros que el Gobierno abonó para comprar mascarillas quirúrgicas en lo más grave de la pandemia, y que como sabrán los sufridos lectores, se pagaron por adelantado aunque jamás se recibieron. Esta asombrosa gesta se originó en el Servicio Canario de Salud cuando el viceconsejero de Presidencia y chambelán económico de Torres, el siempre inefable Antonio Olivera, lo dirigía provisionalmente. El Ejecutivo lo ha reconocido abiertamente porque no ha tenido otro remedio, y empujado por la publicación en la prensa de semejante desafuero, se ha aprestado a colaborar con la Fiscalía Anticorrupción, que ha abierto una investigación. Pues bien, Ángel Víctor Torres optó parlamentariamente por una vieja técnica: negar frontalmente la evidencia. ¿Que se compraron pagando por adelantado cuatro millones de euros a una empresa dudosa y con cientos de miles de euros de comisiones por medio? «Pues le debo decir, señoría, que este Gobierno siempre ha actuado con transparencia» (sic). Tanto ante Navarro como ante el coalicionero Pablo Rodríguez, que también preguntó sobre el particular, el presidente se enrocó en tres consideraciones: su Gobierno es más transparente que una loncha de jamón de york en cualquier supermercado, el Gobierno recuperará hasta el último céntimo de esos cuatro millones y el Gobierno respeta a la administración de Justicia y colaborará con ella –ya lo está haciendo– con todo rigor y diligencia. Pero Torres –que considera «oportunismo» que la oposición demande información sobre el desaguisado de su gurú– conoce perfectamente que las responsabilidades políticas no son las responsabilidades jurídicas. En cualquier otra comunidad que el Gobierno autonómico haya extraviado, a través de una operación payasesca y con muy dudosa cobertura legal, cuatro millones de euros, con la participación de altos cargos del Ejecutivo, incluyendo necesariamente el concurso y autorización de la Intervención General, dependiente de la Consejería de Hacienda y Presupuestos, sería un escándalo clamoroso y ya se estarían exigiendo dimisiones con nombres y apellidos. Pero Torres y sus socios no se inmutan y la oposición –lo hizo ayer Navarro– solo insinúa como una amenaza que seguro que aterroriza al Gobierno una vaporosa comisión de investigación parlamentaria. No, si Torres tiene un problema no es monetary. El presidente siempre está ready pa romper caderas y romper corazones.

Lo demás fueron los riquirracas de siempre y las destemplanzas cada vez más abundantes. Las primeras, por supuesto, parten de los grupos que sostienen al Ejecutivo, para hinchar pecho sobre el PIEC firmado recientemente –del que Torres señaló que no era un capricho del Gobierno: qué tranquilidad– o la mejoría de los datos del desempleo en las islas, espolvoreadas, como es habitual, con ocurrencias de señorías como Nayra Alemán, que dejó para la historia la aseveración que cuanto más culto sea un pueblo menos fascismo corre el riesgo de padecer, como demuestra –cabe suponer– que el nazismo surgiera en un país analfabeto, sin apenas universidades, investigación científica, filosofía o literatura como Alemania. Las destemplanzas corrieron a cargo, mayoritariamente, de la consejera de Educación, Manuela Armas, quien con una espléndida frase dejó como mentirosa a la rectora de la Universidad de La Laguna, que se quejó por la insuficiente financiación de las universidades. «No sé qué datos tiene, yo tengo otros». Maravilloso argumentario. Al final de la sesión también proclamó desde la tribuna de oradores que tenía que hacer un enorme esfuerzo para serenarse. Al parecer lo necesitaba para explicar en una comparecencia la negligencia de su departamento a la hora de gestionar frente al Ministerio de Educación centenares de becas para alumnos con dificultades especiales de la provincia tinerfeña. Es increíble lo de la oposición. Preguntando una y otra vez. Es un descaro.

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