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Atrapados en Marruecos

Una joven canaria-venezolana relata su vivencia tras el cierre de fronteras para frenar a ómicron

Thaiz Chirinos, en el riad en el que ella y su marido se alojaron durante los escasos y estresantes días que pudieron pasar en Marrakech. E. D.

Una pareja, tras pasar una semana en Marruecos, se vio abocada a una carrera por encontrar el modo de abandonar el país. Al final ‘escaparon’ del cerrojazo viajando a París en un vuelo de Air France.

Aún se cuentan por centenares los españoles que buscan cómo salir de Marruecos tras el cierre de fronteras declarado por el país vecino el pasado 30 de noviembre. Iberia tiene previsto operar sendos vuelos el viernes y domingo próximos con los que repatriará a alrededor de 400 ciudadanos. Desde que se dio a conocer la medida, la inquietud, el temor a no poder salir, las dificultades para encontrar vuelo y el desembolso de dinero no ha cesado.

También Royal Air Maroc tiene previsto programar dos vuelos a Madrid en los próximos días «que retornarán vacíos» a su punto de origen, según detalló ayer el cónsul marroquí en Las Palmas, Ahmed Moussa. Todavía no hay fecha y hora definitivas para esas dos operaciones.

Las dificultades para abandonar el país alauí desde la semana pasada las conoce de primera mano Thaiz Chirinos, que padeció la conversión de un viaje de placer con su marido en una odisea de «psicoterror», tal y como la define esta canario-venezolana de 34 años que tiene a gran parte de su familia materna en La Palma.

La pareja llegó a Marrakech el domingo 28 de noviembre con la intención de retornar a Madrid, donde residen, el Día de la Constitución. Apenas sin tiempo para deshacer la maleta, la noticia del cierre de fronteras les cayó como un jarro de agua fría. El desconcierto se apoderó del sector turístico. «Los del riad nos decían que no afectaba a los vuelos de vuelta», relata esta consultora fiscal y financiera que desarrolla su carrera profesional en una big four en la capital de España.

Pasaron «sin dormir» su primera noche en la Ciudad Roja. Todo el esfuerzo lo pusieron en encontrar una vuelo con el que salir de Marruecos de manera inmediata. Y lo lograron. Un vuelo de Easyjet los llevaría a Milán. A esas alturas, lo de rehacer la agenda de esa semana de ocio era ya lo de menos, por lo que el siguiente movimiento fue «cancelar todos los planes y reservas» que habían concretado de manera previa a su llegada.

Todo podía haber quedado en un cambio de planes, un imprevisto asumible y una anécdota de las que tardan en contarse menos de medio minuto, pero no fue así. De hecho, esa llegada al aeropuerto de Marrakech-Menara no fue sino el inicio de una odisea de más de dos días. «Cuando íbamos a facturar nos dijeron que para entrar en Italia piden una prueba PCR aunque tengas certificado de vacunación», rememora Chirinos.

Además, se toparon con un personal de tierra poco dado a colaborar. Todo lo contrario a los marroquíes, que pusieron toda la carne en el asador por minimizar los problemas que fueron encontrando. «Se portaron de maravilla, el del alquiler del coche no sólo nos devolvió el dinero íntegro, sino que nos llevó a hacernos las PCR»

Llegaron con tres cuartos de hora de antelación al mostrador de facturación «y el vuelo estaba retrasado». Ni por esas, ni porque el contexto demandaba más cintura con la clientela. «No nos dejaron facturar, nos dijeron que lo habíamos perdido y en el mostrador no nos ofrecieron ninguna solución, ni cambiar el billete ni nada», lamenta Thaiz. Además, el contador del sobrecoste había empezado a correr: 160 euros por los dos test.

Su ángel de la guarda marroquí les llevó a la oficina de Royal Air Maroc en la ciudad. Pasaron esa jornada entre el aeródromo y las instalaciones de la compañía de bandera del país vecino, pero no hubo modo de escapar ese día. Habían encontrado un vuelo de dicha aerolínea que partía desde Casablanca, pero les dijeron que estaba lleno.

Con el aderezo de que cuando conseguían contactar con la embajada era para escuchar que, o salían ya, o no lo conseguirían hasta el 13 de diciembre; eso si no se decidía una prórroga del cerrojazo. Derrotados y de vuelta en el riad compraron dos billetes para el 2 de diciembre con Ryanair. A las tres horas les llegó un correo con la cancelación.

Entonces tuvieron noticia de que Francia estaba repatriando a los suyos con Air France. Durante esa noche casi se dejan las huellas dactilares pulsando la tecla F5. «Hasta que en la noche conseguimos plazas por 400 euros cada uno a París el 1 de diciembre». Con todo, mantuvieron el de Ryanair y lo cambiaron para el día 14.

Ya no se fiaban. Hasta volvieron a hacerse PCR por lo que pudiera ocurrir, pero esa vez fue la definitiva, lograron despegar. No obstante, Chirinos recalca que gastaron «más de 1.000 euros en billetes y otros 240 en pruebas diagnósticas». Sabe que no todos pueden asumir ese coste. y, además, sintiéndose «desamparados».

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