Hach Ahmed Bericalla, nacido y crecido en el Sáhara en tiempos de la colonización española, ha sido ministro del Frente Polisario, y ahora es el líder del Movimiento Saharauis por la Paz (MSP), nuevo grupo político surgido en el nacionalismo moderado con encaje en el Reino de Marruecos. Bericalla, que respondió a esta entrevista por correo electrónico, lamenta la deriva del Polisario, carente de debate interno y en la dinámica aún del partido único, como si todavía existiera el Muro de Berlín e ignorando la primavera árabe. "Prevalece su naturaleza totalitaria y el enfoque de los halcones del régimen", afirma.

¿Quién es, y donde nació y creció Hach Ahmed Bericalla?

Nací y crecí en Dajla, la ex Villa Cisneros de la época española. Recuerdo que entre los amigos de la infancia había muchos canarios. Canarias estaba muy presente en el acento de la gente, en el gofio escaldado, en las folias que sonaban en los programas matinales de las emisoras que emitían desde el archipiélago. De aquella época mi memoria aun retiene la melodía de La Farola del Mar. Fue una infancia fantástica pero breve. En 1973 comenzó la perturbadora pesadilla que permanece.

¿Cómo y cuándo inició en el Frente Polisario?

En mi época de estudiante, pertenecí a una célula que se dedicaba a pintar paredes en favor del Polisario. El trabajo comenzó en los campamentos de Tinduf a finales de 1978 en Radio Nacional y otros medios de comunicación. En 1985 pase al servicio exterior, primero desde la Central de Relaciones Exteriores. A finales de 1986 me ocupe de las relaciones con España y Portugal. Era una época complicada debido al deterioro de la imagen del Polisario. La oficina de información del Polisario en Madrid acababa de ser clausurada y expulsado su representante tras un incidente en las costas saharauis en el que fueron apresados pescadores españoles y murió un soldado de la patrullera Tagomago de la Armada Española. Fue una etapa de trabajo muy difícil, vivía prácticamente en la clandestinidad. Luego comenzaron las reuniones secretas con responsables del Gobierno, unas veces dentro de España y otras en el exterior, en Roma, Londres, hasta que se normalizaron las actividades a mediados de 1988.

¿Que puede contar sobre su trayectoria y disidencia?

En España permanecí durante nueve años como Jefe de la Delegación Saharaui. A finales de 1995 me traslade a América Latina, como Embajador residente en Venezuela y concurrente en Bolivia y Ecuador. En Venezuela coincidí con el ascenso y posterior triunfo del chavismo. Desde Caracas realice innumerables misiones en América del Sur, Centro América y en los países del Caribe. Esta actividad la proseguí entre el 2007 y el 2015, ejerciendo como Ministro para las relaciones con América Latina y el Caribe. Mi disidencia comenzó en 2012, cuando dimití como Ministro de Cooperación por divergencias en la gestión. Me tome un tiempo para la reflexión y en diciembre de 2015 me ausente del XIV Congreso del Polisario y publique una carta criticando la gestión del liderazgo saharaui y advirtiendo de lo que consideré un inevitable ciclo de fatalidades, si no se procedía a cambios.

¿Qué le motivó a renunciar a esa vía e iniciar otra andadura?

A mediados de 2017 me junte con algunos cuadros civiles y militares que compartían visiones críticas y la necesidad de actuar para remediar la situación. Se decidió entonces lanzar la idea de una corriente política reformista para impulsar un debate interno e intentar corregir el déficit democrático del Polisario. En noviembre de 2017 anunciamos la nueva corriente bajo el nombre de Iniciativa Saharaui por el Cambio. Hicimos llegar mensajes a casi todos los miembros de la dirección del Polisario invitando al dialogo y para superar problemas que ensombrecían el futuro de nuestro pueblo. Lamentablemente volvió a prevalecer la naturaleza totalitaria y el enfoque de los halcones del régimen, cometiendo el error de perseguir y encarcelar a algunos de nuestros activistas en los campamentos. Fadel Breica, Mulay Abba y un muchacho bloguero que no formaba parte de ISC fueron arrestados y torturados en junio de 2019 antes de ser acusados de traición y conspiración con el enemigo. La presión de las organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos obligó a las autoridades a ponerlos en libertad en noviembre del mismo año, no sin antes recibir tanto el Polisario como Argelia, la reprobación y condena de Human Rights Watch o del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Aquel hecho abrió la caja de Pandora en el Polisario. Salieron a la luz pública episodios de represión y de terror desconocidos. Atrocidades y crímenes cometidos en las cárceles secretas del Polisario durante las primeras décadas. Los testimonios de algunos supervivientes de la cárcel de Rashid, la descripción de los horrores y la implicación de altos responsables en ejecuciones extrajudiciales, dejó por el suelo la credibilidad del Polisario.

Esa andadura empieza con la Iniciativa Saharaui para el Cambio (ISC) en 2019, pero acaba en punto muerto, ¿Qué ocurrió entonces, y que le hace pensar que ahora es diferente?

El recorrido político de Iniciativa Saharaui por el Cambio culminó en el XV Congreso del Polisario. Quedo demostrado que el Polisario seguía siendo un fenómeno del jurásico en términos políticos e ideológicos, pues aún estaba estancado en el pasado, en una época previa a la primavera árabe e incluso a la caída del muro de Berlín. Después de analizar los resultados del Congreso, la mayoría de los integrantes de ISC provocaron por primera vez una escisión en el Polisario. El 22 de abril creamos el Movimiento Saharauis por la Paz como una fuerza política independiente, con vocación de representar a importantes sectores de la población saharauis no identificados, o que dejaron de identificarse, con el Polisario. No menos de diez mil cuadros militares y civiles habían abandonado al Polisario en los últimos años. Seis meses después del Congreso el Polisario parece que ha entrado otra vez en una crisis profunda. Hay voces que reclaman un Congreso extraordinario.

¿En qué consiste Movimiento Saharauis por la Paz (MSP)?

El MSP es una fuerza política independiente identificada con los valores la democracia, la tolerancia y la concordia. Está conformado por gente muy diversa, cuadros civiles y militares que pertenecieron al Polisario, ex diplomáticos, descendientes de los miembros de la Yemaa o Asamblea del Sahara y Procuradores de Cortes en la época española, además de un numeroso grupo de universitarios. En las últimas semanas se han adherido cientos de personas de todas las edades y profesiones, siendo notable la presencia femenina. El denominador común es la voluntad de romper con el modelo de partido único y coadyuvar a la solución pacífica del conflicto del Sáhara Occidental. Creemos que ha llegado la hora de sacar a nuestro pueblo del túnel en el que está instalado desde hace medio siglo.

Han remitido una carta al Secretario General de la ONU Antonio Guterres, ¿qué esperan de la ONU?

Hemos enviado a la ONU como a otras instancias europeas y africanas informando del nacimiento del Movimiento Saharauis por la Paz y de su voluntad de ejercer influencias positivas en favor de la solución pacífica del conflicto del Sahara Occidental. También informamos a los gobiernos de las partes involucradas e interesadas, incluido el Frente Polisario. Lo que pretendemos es contribuir directa o indirectamente a los esfuerzos de paz y tratar de evitar más pérdida de tiempo , y lograr una solución pacífica y perdurable.

¿Esperan que en el medio plazo se les tengan en cuenta a ustedes en la ONU y otros organismos como interlocutores ?

El Polisario se ha quedado dormido en los laureles olvidando que en política la legitimidad y la representatividad no son títulos eternos y que estas, con el tiempo, pueden erosionarse por los errores y abusos. En la actualidad dichas credenciales solo las proporcionan las urnas y la buena gobernanza y no las componendas tribales o las glorias del pasado. La Comunidad Internacional y la ONU han concluido que las posiciones de Marruecos y del Polisario son irreconciliables. Nuestro Movimiento cree que entre ambos planteamientos hay opciones intermedias o salidas honorables que el sentido común y de la responsabilidad nos obligan a explorar. Siempre he creído en un nacionalismo saharaui moderado y sensato, capaz de encajar en una fórmula de compromiso con el Reino de Marruecos.

Desde el Polisario y organizaciones afines se denuncian violaciones de Derechos Humanos en los territorios del Sáhara regidos por Marruecos, ¿Hay situaciones similares en los campamentos del Polisario?

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU acaba de publicar un informe muy crítico tras la detención, el año pasado por parte de las autoridades del Polisario, de Fadel Breica, miembro de la Dirección del MSP, junto a Mulay Abba Buzeid. El informe responsabilizó a Argelia de los actos de represión perpetrados por el Polisario en suelo argelino. No creo que Argelia vaya a admitir de ahora en adelante más abusos y atropellos.

¿Hay vigilancia o escrutinio al respecto por ONG u organismos internacionales en los campamentos de Tinduf?

En realidad, no hay mecanismos de vigilancia. Existe una comisión de derechos humanos que tiene ojos y oídos para denunciar las acciones de Marruecos, pero hace la vista gorda en cuanto a los atropellos en los campamentos de refugiados. En el caso de Fadel Breica y Abba Mulay Buzeid no movió ni un solo dedo. Recientemente un grupo de activistas encabezados por Mulay Abba Buzeid creó una Asociación de Derechos Humanos independiente. Nos consta que ha pedido autorización para sus actividades y hasta ahora no ha habido respuesta.

Sobre el Sáhara Occidental, cada vez afloran más casos de disidencia e incluso rumores de represión en los campamentos. ¿Qué hay de cierto?

Ciertamente, al Polisario no le interesa que circulen opiniones críticas acerca de su mala gestión, los hechos de corrupción, las peleas y contradicciones internas. Pero las nuevas tecnologías de la comunicación y la globalización han desbaratado el blindaje de todo régimen. La gente tiene acceso a la información, incluso en un campamento de refugiados. Por otro lado, se hace cada vez más difícil reprimir y perseguir a la disidencia. Del último episodio, el Polisario salió mal parado.

En España se asume de manera monolítica el discurso del Polisario sin ningún tipo de cuestionamiento ¿Por qué cree que ocurre esto?

Yo no lo veo así. Creo que ha habido un retroceso. En España ya solo interesa la vertiente humanitaria del problema del Sáhara. Lo que suscita interés es el tema de los niños y los intercambios y visitas familiares. La cuestión saharaui, lamentablemente, ha ido perdiendo interés. Políticamente, hoy es un tema marginal.

¿Existe algún tipo de autocrítica en el seno del Polisario sobre su gestión?

Creo que ha habido una pésima gestión de las relaciones con España. Se centraron en actividades como la recogida de alimentos y ayudas, junto a las vacaciones de los niños, y se abandonó el trabajo político. Los contactos se limitaron a los grupos de la izquierda y a las asociaciones de amistad. Ha habido menos rigor en la selección de los equipos de trabajo, y se descuidó el trabajo político y mediático. Muchos de los representantes no se expresaban bien en castellano. Primaban los criterios tribales y las afinidades personales más que las profesionales. Por otro lado, el problema se ha prolongado en el tiempo (medio siglo) y el cansancio y la rutina terminan por hacer mella. Sin duda influyó también el peso de Marruecos en la relación con España.

¿Circulan informaciones sobre posibles casos de corrupción en los campamentos de Tinduf, qué hay de cierto?

Este es un tema muy sensible, entre otras razones, porque tiene efectos sobre las ayudas humanitarias a nuestros refugiados en Tinduf. De ningún modo deseamos que los campamentos de Tinduf sufran recortes. Esto ya lo dije públicamente en 2015, y en el 2012 fue la razón de mi dimisión como Ministro de Cooperación. Me limitaré a decir que la gente que se dedica a la cosa pública, y con mayor razón quienes presumen de ser "dirigentes revolucionarios", no solo han de parecer honestos sino serlo de verdad.

Se habla mucho de Marruecos, pero poco o nada del rol de Argelia. ¿Hasta qué punto es transcendental su papel?

Sin duda el papel de Argelia es clave. Sin una contribución argelina la solución resultará una tarea difícil. Soy optimista en razón a los cambios habidos en Argelia y la distensión que ello puede generar. La coyuntura actual puede ser favorable para la solución y, por consiguiente, para la paz y la estabilidad en el noroeste africano. Los saharauis hemos de ser un elemento de paz y equilibrio, y no de discordia entre los dos gigantes de la región.

El Polisario tiene muchos partidarios en España, especialmente entre los nacionalismos, incluido el canario, y la izquierda en general. ¿Aspiran ustedes a captar ese espacio de apoyos?

Aspiramos a ocupar nuestro espacio en el movimiento solidario como un referente político más. Creo que no es pedir lo imposible si les sugerimos a los partidarios de la causa saharaui en España que nos den la oportunidad de explicar nuestros postulados y programas. Es un modo también de inculcar en el Polisario la cultura de la tolerancia en lugar del sectarismo. Hemos emergido de las entrañas del Polisario, somos, por tanto, producto de los errores, de la prepotencia y del talante antidemocrático de su dirección política. El principal defecto del Polisario es su incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Es hora de que se armen de coraje para salir del empate infinito. De lo contrario perderá una oportunidad irrepetible y se verá abocado a un final similar al de ETA o a los grupos guerrilleros colombianos.

Habla de un estancamiento en este conflicto y, en ausencia de un referéndum, se supone que la prioridad debe ser terminar con el drama humanitario en los campamentos. ¿Se impone una vía más pragmática o todo empieza y termina en el referéndum?

Creo que el enfoque pragmático es inevitable si se quiere avanzar hacia una solución y acabar con este drama. Son ya cincuenta años de espera. No podemos perder de vista que las relaciones internacionales y la resolución de los conflictos se manejan, generalmente, por claves, agendas e intereses casi siempre ocultos e ininteligibles, y es en eso donde radica la 'realpolitik'. Si no somos capaces de lidiar con estas realidades, los saharauis seguirán marginados y olvidados.

Entonces, ¿puede el MSP ser esa 'tercera vía' alternativa en oposición al Frente Polisario?

Creo que ha llegado la hora de que surjan otras voces y visiones menos idealistas, más moderadas y realistas. No es la primera vez que en un contencioso de esta naturaleza se abra paso una tercera vía, la que está a mitad de camino entre lo deseable y lo imposible. Somos conscientes de que no es un camino fácil, pero no hay otra opción. O es la vía de la sensatez y el sentido común, o la perdición.

¿Se ha llegado a plantear entre ustedes la opción de la autonomía que propone Marruecos?

Aún estamos en fase embrionaria y no hemos completado el proceso constituyente. Sin embargo, ha habido muchos debates y reflexiones. La propuesta marroquí es, desde luego, un buen punto de partida, pero no la estación final del trayecto. Este será, sin duda, el plato fuerte del primer Congreso.

Muchos en España identifican al pueblo saharaui únicamente con los pobladores de Tinduf, pero son muchos más. ¿Se va a tener en cuenta a toda la población saharaui dentro de las posibles soluciones ?

No creemos que deba haber discrepancias sobre la identidad, ni el número de la población saharaui con independencia de su ubicación geográfica. Las controversias al respecto tenían que ver con la batalla del referéndum, y a estas alturas están totalmente superadas. Es una población muy pequeña y el territorio es lo suficientemente extenso y rico en recursos como para caber todos.

Usted viene de una familia ligada al Polisario a través de un histórico como su hermano Bujari Ahmed. De hecho, estuvo poco antes de su fallecimiento, en 2017, invitado por el Cabildo para dar una conferencia, y dejó clara su postura como líder del Polisario ¿Qué le ha supuesto esta fractura con sus antiguos compañeros?

Lo inexplicable es la falta de tolerancia ante la discrepancia política y las opiniones contrarias en pleno siglo XXI. El sectarismo es la seña de identidad del Polisario. En estos cincuenta años ejerciendo como un partido único no ha podido remediar su alergia a las opiniones críticas o adversas. Se ha preocupado más por su papel como 'policía del pensamiento' político de los individuos y reprimir toda disidencia u oposición. Ni siquiera improvisó mecanismos internos aparentemente democráticos para amortiguar sacudidas internas o remediar heridas, como las ocasionadas por la represión que en los años setenta y ochenta acabaron con la vida de cientos de inocentes.

El consejero del Cabildo grancanario Carmelo Ramírez manifestó en este periódico que la mayoría de integrantes del MSP eran agentes de la DGED (inteligencia marroquí). ¿Qué tiene que decir?

Le tengo mucho respeto a Carmelo Ramírez. No puedo olvidar que estuvimos juntos cuando el dio sus primeros pasos en la solidaridad con el pueblo saharaui. Recuerdo que el primer hermanamiento de una Daira (campamento) saharaui con un municipio español fue entre La Güera y Santa Lucia, cuando era Alcalde. Quien acudió como Alcalde de La Güera fue mi padre, que en paz descanse. Dicho esto, siempre me sentiré agradecido con Carmelo en razón a su sensibilidad y preocupación por los refugiados saharauis. En cuanto a las acusaciones, sinceramente me han sorprendido. Aseverar que el Polisario es el único representante de los saharauis, sin basarse en el veredicto de las urnas, es una opinión poco consistente que no favorece la imagen democrática del político canario. No veo porque le incomoda la aparición del MSP. Él mismo ha tenido una trayectoria repleta de rupturas, aventuras y coaliciones. Me pareció inaudito su torpeza y falta de tacto. Siempre me ha parecido, por su formación cristiana, un hombre prudente y poco agresivo. Por eso me sorprendió esta vez su imprudencia y sus deslices, deseando que no sean señal de incongruencias o fallos de memoria. Se ha extralimitado como simpatizante del Polisario.

Y que diría a aquellos que apoyan al Polisario y tengan dudas respecto a ustedes.

Yo, a ellos y al resto de la gente solidaria en España les diría, que los saharauis han resistido durante 50 años sobreviviendo en el peor de los desiertos en condiciones extremas, en carpas o en paredes de adobe bajo planchas de cinc a 47 grados en esta época del año. La vida allí es mucho más dura de lo que refleja esa instantánea de un viaje exótico. Hay que situarse en la piel de quienes sufren allí desde hace medio siglo. Por eso no deberían escandalizarse si ven que algunos empezamos a pensar, o a buscar, un camino distinto al del suicidio colectivo. Quienes enterramos a nuestros padres y hermanos en ese desierto de los desiertos y aún tenemos allí a nuestras familias, hermanas y hermanos, y muchos sobrinos huérfanos, nos preocupa el futuro incierto y la falta de esperanza a la que está condenado nuestro pueblo.