Reina en la gastronomía de varias regiones españolas -sobre todo de Galicia-, pero la elevada demanda obliga a importarlo en un porcentaje muy importante. El pulpo es un manjar tan codiciado como cada vez más caro. Criarlo mediante la acuicultura es un viejo proyecto que permitiría elevar la producción, reducir los precios y aliviar la presión pesquera en el medio natural, y en el que se habían cosechado escasos progresos en las últimas dos décadas. Hasta ahora: un grupo de investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Canarias, en colaboración con otros centros, ha dado un salto cualitativo al conseguir superar la fase de larvas, la más delicada, con tasas de supervivencia superiores al 60% y hacerlo de forma rentable. De esta manera, se abre la puerta a una explotación industrial y comercial del cefalópodo criado en cautividad.

Trabajos anteriores habían logrado ya sobrepasar la fase de larvas, llevar a los ejemplares a la edad adulta y que estos se reprodujeran, pero sin visos de rentabilidad comercial. El problema estribaba en la dieta utilizada, larvas de centolla, muy cara y que obligaba, además, a sincronizar la puesta de este crustáceo y la de los pulpos. "Si quieres montar una empresa es poco viable. Te la estás jugando", explica Ricardo Tur, investigador del IEO de Tenerife. El empleo de una dieta alternativa -que los científicos tienen en proceso de patente-, junto a un nuevo protocolo de cultivo, ha permitido reducir los costes y salvar estos escollos.

Tras ir más allá de esta primera etapa, los investigadores deben conseguir pulpos juveniles -de al menos 100 o 200 gramos- para luego llevarlos a la edad adulta. Si se cumplen las expectativas, la explotación comercial puede tardar entre cinco y diez años. Con la vista en ese momento, el equipo científico mantiene conversaciones con una empresa de ámbito nacional interesada en desarrollar el cultivo.

Eduardo Almansa, también investigador del Oceanográfico, advierte de que la acuicultura del pulpo "no está solucionada aún". Eso sí, se ha obtenido un éxito al superar la fase "crítica". "Ha sido un punto de inflexión tras más de veinte años de pocos avances", reconoce.

Las posibilidades comerciales del proyecto se resumen en algunas cifras: un pulpo hembra pone unas 200.000 larvas, de las que, con los resultados alcanzados hasta ahora, sobrevivirían aproximadamente 120.000. La "enorme" demanda de pulpo -en palabras de Almansa- podría ser cubierta, bajando los precios, reduciendo la necesidad de traerlo de fuera -en la actualidad viene sobre todo de África- y abriendo incluso una vía a la exportación.

El salto que ha dado la investigación se ha sustentado en la colaboración con otros centros y grupos de investigación. Están involucrados el propio IEO en sus centros de Canarias y Vigo, el Instituto de Investigaciones Marinas (IMM) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), las universidades de La Laguna, Vigo y Granada? Los contactos con la empresa son también una prueba de este espíritu de coordinación, puesto que la elección no se ha basado solo en que se trate de una firma "potente", sino también en su dedicación a la I+D+i.

Otra empresa, en este caso canaria, ha proporcionado su conocimiento para que la investigación avance. Sieltec es una entidad dedicada a la consultoría ambiental, sobre todo en el ámbito de las ciencias atmosféricas- "siempre han trabajado mirando hacia arriba y ahora lo hacen mirando hacia abajo", bromea Ricardo Tur-, que ha diseñado y suministrado el equipo de iluminación que permite simular en el tanque donde viven los pulpos las condiciones de luz de las diferentes profundidades en que se mueven estos animales en su medio natural, un aspecto "muy importante" para sus probabilidades de supervivencia y su desarrollo.

El trabajo con los pulpos se lleva a cabo bajo estrictas normativas de protección animal que los investigadores del IEO llevan "a rajatabla". "Simplemente para pincharles una aguja tienes que anestesiarlos", indica Almansa. De hecho, parte de las investigaciones del Oceanográfico con esta especie está centrada en el bienestar animal, dentro del proyecto OCTOWELF, financiado por el Ministerio.

"El pulpo es lo más parecido a estar ante una inteligencia extraterrestre", ha dicho el etólogo norteamericano Carl Safina, autor de "Mentes maravillosas". El complejo cerebro del pulpo obliga a que los tanques en que los que habitan -en el IEO de Tenerife también hay ejemplares adultos- reúnan determinadas condiciones de enriquecimiento ambiental. Los animales disponen de "juguetes" que sirven para su entretenimiento y que manejan con una destreza que sorprende a cualquier espectador.