Ahora que los concejales de Santa Cruz se han negado, en su mayoría, a poner el nombre de ntonio Cubillo a una calle de la capital, el debate hay que trasladarlo a La Laguna, ciudad natal del líder independentista. Y que sea La Laguna la que conceda el honor al patriota canario fallecido en el pasado diciembre. En La Laguna hay una plaza, la más céntrica de la ciudad, dedicada al adelantado Fernández de Lugo, asesino y mercenario al servicio de la corona española, cuyo mayor timbre de gloria lo alcanzó matando guanches y ordenando violar a sus mujeres. Por esta monumental hazaña, guere le dio su nombre a una plaza y su recuerdo lo hemos tenido que soportar todos los canarios, leyendo las deleznables placas con su nombre colocadas en las cuatro esquinas de la plaza. Santa Cruz concedió honores al general Weyler, que pasó a la historia por asesinar a guerreros mambises cubanos a sangre fría, en escabechinas impropias de un militar que se precie. Tiene este personaje a su nombre la mejor plaza de la capital, en la que permanentemente ondea una bandera de España. Santa Cruz dio honores a Franco y a sus generales golpistas, hasta que Miguel Zerolo los borró, porque no venían a cuento.

Y los concejales de esta ciudad, menos siete, han negado el homenaje a un hombre que no cometió delitos de sangre, a pesar de que se los quieren atribuir, ni la justicia encontró jamás motivos para encausarle. Pero que fue mandado a matar por el comisario Conesa, siguiendo órdenes del Ministerio del Interior de España, atentado perpetrado por dos sicarios que lo destriparon y le cercenaron la médula en el zaguán de su casa. El titular de ese ministerio era Rodolfo Martín Villa. Todo esto se contiene en una sentencia archiconocida.

Declarado víctima del terrorismo de Estado más deleznable y ruin, Cubillo fue indemnizado con 25 millones de pesetas de la época y perdonó más tarde a los sicarios que quisieron acabar con su vida y que lo dejaron postrado en una silla de ruedas desde el día del atentado hasta su muerte, en diciembre pasado.

Cubillo era un hombre cabal y bueno, de ideología independentista, que nunca siguió órdenes de nadie ni tampoco las dio con intención de hacer daño. Merece el reconocimiento de su pueblo, pero en Canarias la monarquía que reina es la de la mezquindad. Los concejales de Santa Cruz, menos siete, han demostrado que son unos mezquinos, incapaces de honrar a un patriota. ¿Y qué temía Coalición Canaria? ¿caso que la derechona chicharrera no le vote porque apoye a ese que llaman terrorista y que, desde luego, no lo es? El yuntamiento de Santa Cruz, mayoritariamente, le ha negado la memoria a un patriota. ¿Qué hará La Laguna, su tierra?