El árbitro canario Francisco Araña cumplirá 500 partidos en la Liga Endesa

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Será en el choque entre el Montakit Fuenlabrada y el Valencia Basket, tras debutar en el año 2000

Este fin de semana, Francisco Araña, árbitro del colegio canario, cumplirá 500 partidos en la Liga Endesa en el duelo entre el Montakit Fuenlabrada y el Valencia Basket, correspondiente a la Jornada 32.

Como muchos de sus compañeros, comenzó en el mundo del baloncesto jugando, «tanto en el colegio como en la calle», pero reconoce que «no era muy buen jugador». A raíz de un amigo se enganchó al arbitraje, sobre todo por «seguir unido» al basket.

En aquella época ya se encargaba de organizar torneos en su barrio y «animado por la habitual falta de árbitros» entró en el mundillo. «Aprendíamos la regla jugando, no era tan teórico y ese fue el efecto llamada más importante».

Aún se acuerda de su primer partido por allá en 1988. El destino jugaría en su contra ya que el encuentro se suspendió porque no estaba aprobado por el colegio donde se disputaba: «El conserje no dejó que se jugara». Así que tuvo que esperar a la semana siguiente. «Tengo muy buenos recuerdos de aquellos momentos, disfrutábamos mucho», recuerda.

El año 1992, antes de los JJOO de Barcelona, fue un momento de inflexión en su vida. Había un campus de arbitraje en Estados Unidos con colegiados de la NBA, pero costaba 150.000 de las antiguas pesetas y él provenía de una familia humilde. «Recuerdo perfectamente que mi madre sacó sus ahorros de una caja para que pudiera ir, y eso me hizo reflexionar y ver que era posible el dedicarme profesionalmente a esto», comenta: «Por el esfuerzo, tanto personal como económico, de mi madre había que darlo todo.

Y hubo que esperar hasta el año 2000 para verle debutar en la ACB. «Recibí la noticia con gran satisfacción», dice. «Francisco Monjas, director de arbitraje de ese momento, apostó por mí. Fue una apuesta importante porque yo estaba en EBA y decidió que tenía las características necesarias para formar parte de la plantilla de árbitros de la ACB», explica.

Debutó en Valencia, junto con Miguel Betancor, notando la gran diferencia entre ambas categorías en esas primeras veces: «De estar en pabellones de 200 personas a estar en pabellones de 10.000, a gente con gran nivel, con un volumen importante de presupuesto de los equipos, es una presión añadida. Pero te puedo asegurar que desde la ACB eso se cuida y te suelen mandar con gente con la que te puedas sentir cómodo y que te puedan ayudar». 

Tiene miles de anécdotas, pero una de las más curiosas ocurrió en Málaga, donde aunque parezca extraño, salió aplaudido por el público y felicitado por el mismísimo Sabonis. «El aparato de 24 segundos no funcionaba correctamente, era de estos que estaban en el suelo, y ya todo el mundo estaba cansado de que tuviéramos que parar el partido ya que lo habíamos hecho como siete u ocho veces, así que le di un golpe al aparato y a partir de ahí comienza a funcionar correctamente. La gente se levantó y empezó a aplaudirme. Pequeña sonrisa y sorpresa». 

Y para acabar, comenta que es una profesión donde se tienen que reinventar constantemente y hay que hacerlo cada año para «ser mejor y progresar». «El Departamento de Arbitraje nos da herramientas, a través de vídeos, estancias durante la liga y seguimiento técnico, y ya luego nosotros con un trabajo también individual, intentamos mejorar. Es un mundo de continuo aprendizaje», finaliza.