«Los codos», artículo de Iván Díaz

El baloncesto es un juego de contactos. Es verdad. Pero no hay que olvidar que es un deporte, y que por encima de todo deben de prevalecer los conceptos de deportividad y respeto, entre otros. De ahí que el árbitro deba velar por el buen desarrollo de los partidos, y regirse por unas directrices encomendadas, para favorecer el normal y buen desarrollo de los encuentros. 

 

Uno de los criterios que más dudas generan es hasta donde el árbitro debe permitir el uso de manos. Tenemos que tener claro que el uso repetido y continuado de las manos del defensor sobre el atacante debe ser sancionado como falta de manera inmediata, sobre todo cuando restringe los movimientos, más allá que algún entrenador cuando sancionamos este tipo de falta nos diga el típico «hay que dejar jugar». Pues si, dejaremos jugar, pero si precisamente el árbitro sanciona desde el principio del partido esas acciones, de usos ilegales de mano, es para que realmente se pueda jugar al baloncesto como se debe. Es por ello que el árbitro debe hacer una correcta lectura del juego, valorar las necesidades del mismo y sancionar cuando hay un uso ilegal de manos.

 

En todas las categorías, independientemente de la edad, una de las acciones de un partido donde el árbitro no debe dudar a la hora de actuar es en la sanción por uso ilegal de codos. El Reglamento indica que el excesivo movimiento de los codos es una Falta Técnica inmediata, pues por encima de todo debemos de proteger a los jugadores, es decir, por ejemplo, aquellas acciones donde un jugador para evitar la pérdida del balón, una vez ha capturado el rebote, opta por «sacar» los codos con exceso de violencia, para tratar de intimidar a los oponentes, deben de ser sancionadas con Falta Técnica inmediata si no ocasionará contacto, o Falta Antideportiva si llegase a impactar contra un oponente, llegando a valorar si la acción pudiera ser considerada como Falta Descalificante, en el caso de considerarse una agresión.