UNO de los descubrimientos científicos recientes y de un gran calado en todos los campos ha sido desarrollado por el padre del genoma humano, Craig Venter, cual es el hallazgo de la célula artificial que está controlada por un genoma sintético.

Esto, dicho así, de pronto, puede parecer algo que pase desapercibido, un descubrimiento más sobre el que tendremos muchas explicaciones posteriores y que nos abrirá aún más el espacio de la ciencia. Pero imaginando que lo que pueda conseguirse sea implantar vida por medios artificiales, si fuera así, no deja de ser una de las cuestiones más trascendentales con las que pudiera enfrentarse la Humanidad.

Atrás quedarán, por obsoletas, las teorías acerca del origen de la vida desde la biomolecular hasta la homoquiralidad, sin dejar de lado el pálpito divino de un Dios que hizo posible que la vida existiera

Con este descubrimiento, múltiples espacios del mundo de la biología quedarán abiertos a la perplejidad, al entusiasmo y posiblemente generadoras de miedo al producirse vida sintética, cuyo material genético procede de cuatro botes de productos químicos.

Hasta ahora lo que se sabía es que toda célula provenía de la división de otra célula, y esto era así desde hace 4.000 millones de años; ahora estamos, pues, en los albores de todo tipo de sospechas y de especulaciones científicas, religiosas y metafísicas.

En el ámbito de la bioética es quizás donde se establezcan las primeras consideraciones para delimitar qué es lo que "debe ser", hacia dónde habrá que dirigirse en el ámbito convivencial y cómo timonear el nuevo concepto.

Y desde el campo de las religiones no cabe duda de que el impacto será más fuerte, porque se cuestionará algún que otro misterio o dogma de fe que la contundencia de la ciencia podrá desvelar y racionalizar a través de un conocimiento contrastable, con lo que lo divino se adelgazará y perderá credibilidad.

De momento se ha considerado desde diferentes opiniones que todo está abierto y que quizás este descubrimiento no esté en condiciones ni tenga la capacidad suficiente para determinar y cambiar el conocimiento científico actual y los paradigmas establecidos de manera drástica, sino que será como un fenómeno más con cierta importancia y nada más.

Desde la medicina, el beneficio será evidente tanto desde el campo de la prevención como desde el abordaje terapéutico de las enfermedades degenerativas, fundamentalmente las cerebrales.

Y desde el ámbito de la psicología, y precisamente la conductista skineriana, sí habrá que tener sumo cuidado, porque será posible hasta la conducción personal por parte de tiranos y de gobiernos sanguinarios capaces de dirigir a las personas hacia el objetivo que interese, bien desde un quietismo desesperante y el dejarse timonear, hasta el arrojo desenfrenado como héroes de la nada.

Pero donde el impacto será importante y peligroso es en los experimentos y de nuevas armas mortíferas, que en manos de los terroristas podrán tener en jaque a los gobiernos. Y como es un descubrimiento realizado en el seno de la NASA ya se ha ocupado el presidente Obama de tener sobre él noticias muy cercanas y las consecuencias letales si se pone en funcionamiento.

Con la aparición de la célula artificial las preguntas que quedarán por contestar serán múltiples, pero entiendo que las dos que habrá que hacerse y revisar al menos desde el ámbito filosófico-científico sean: ¿hemos definido bien la palabra vida? Si pudiéramos mejorar el código genético humano, ¿deberíamos hacerlo?

Una vez más se pone en evidencia el poder de la ciencia, lo imprevisto de ella y que se seguirá cuestionando su neutralidad, lo cual siempre es motivo de alarma y de preocupación.