Hace 30 años, el obispo emérito maño Damián Iguacen, gran amante de los ámbitos rurales (siempre mostró su pasión por El Hierro), celebró una misa en Las Carboneras que aún hoy en día es recordada. Pasado este tiempo, recientemente el obispo de la Diócesis, el palmero Bernardo Álvarez, celebró otra ceremonia con la que volvió a conquistar los corazones de los vecinos de este pueblo lagunero de Anaga.

Tanto fue así que un total de 19 personas de todas la edades se confirmaron en un acto que se celebró en la plaza San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza debido a que la iglesia se quedó pequeña. Las Carboneras se volvió a sentir más cerca del cielo.