Conciertos con instrumentos musicales tecnológicos, exhibiciones de robótica con Legos para niños, jardinería o talleres de programación. Todo esto es Medialab-Prado, un centro de conocimiento colectivo que hoy celebra en Madrid su jornada de puertas abiertas con multitud de ingeniosas actividades.

Y justamente las puertas llevaban ya un rato abiertas cuando Íñigo Medina ha entrado al centro con sus hijos, preguntando por dónde aparcar el carrito de bebé antes de comenzar la visita a un lugar en el que se genera conocimiento a base de mesas corridas y corrillos en el suelo, en lugar de aulas cerradas y profesores que pasan lista.

"Me enteré ayer tomando una cerveza con un amigo de que era la jornada de puertas abiertas y hemos venido a ver si vemos algo de robots o talleres de madera", ha confesado Medina nada más entrar.

Sin dejar tiempo a que su padre dejara el carrito de su hermana, el pequeño Darío ha salido corriendo hacia el interior del centro, una gran nave central, para ver qué había por ahí.

Concretamente allí estaban expuestos los proyectos resultantes de varios de los talleres colaborativos que se celebran semana tras semana y de los que han surgido, entre otras cosas, los trajes del futuro, más acordes a la estética de la película Waterworld que a las costuras imaginadas por Amancio Ortega.

Allí, Pedro Pérez no perdía detalle de la exposición en la que también para él, pese a tener unos cuantos años más que Darío, era la primera visita.

"Había oído hablar de Medialab pero no había estado, me recuerda mucho el estilo de Matadero y las estructuras estas que tienen por aquí me encantan", ha indicado Pérez, quien ha calificado la iniciativa de abrir las puertas del centro como "muy interesante".

Pérez estaba encantado con el sabor de boca que le estaba dejando la visita, especialmente por la incidencia que esta podría tener en sus hijos.

"No lo conozco aún muy bien pero me da la sensación de que abre la mente a los niños y también a los adultos", ha considerado el visitante quien, a tenor de lo que se podía ver un poco más allá, en el patio del centro, estaba en lo cierto.

Y es que en el patio y sentados en círculo alrededor de dos profesores, una decena de niños ideaba la forma de crear un nivel de un videojuego que se desarrollase, en vez de sobre la pantalla de un ordenador, en un espacio físico.

"Por ejemplo podríamos generar un xilófono de cuerpos humanos", ha explicado Mikel Gómez uno de los profesores del proyecto Gamestart, mientras los niños se daban un descanso antes de continuar con este taller de aprendizaje tecnológico.

En un par de mesas corridas, dos pisos más arriba, varios niños "destripaban" unos cuantos ordenadores y manipulaban sus piezas y circuitos interiores con la soltura de un técnico informático.

Formaban parte de un taller de microinformática, impartido por la Asociación Cultural La Kalle, que pretende romper con ese sentimiento de terror que todo usuario ha experimentado al intentar abrir su ordenador cuando a este le falla algo.

"Queremos que a la gente se le quite el miedo a la máquina", ha concretado el presidente de la asociación, Juan Flores, a Efe, mientras unas mesas más allá, otros alumnos -estos ya con canas en el pelo y algo más de experiencia en la vida- continuaban con su taller de creación de libros electrónicos.

"Intentamos producir ebooks de manera artesanal, que cualquiera pueda hacerlos, pero sólo con programas de software libre", ha indicado Silvia Nanclares, investigadora en el centro, en consonancia con el espíritu de generación de conocimiento colectivo promovido por Medialab.

Por si todo esto fuera poco, los asistentes también han podido disfrutar de una sesión de cine a pedales, de un refrigerio en la Cantina del centro o de un concierto de instrumentos tecnológicos en el que la música, en lugar de desde los violines, surgía a partir de Gameboys o aparatos similares.

Al fin y al cabo parece que la tecnología -a tenor de las caras de los visitantes- también puede ser divertida y, sobre todo, accesible.