Las fuerzas de seguridad han afrontado en los últimos meses una de las peores temporadas de hurtos en invierno en toda la Isla, fundamentalmente en zonas turísticas, pero también en grandes áreas comerciales, industriales o núcleos residenciales. Una parte muy importante de esos hechos ilícitos han sido cometidos por ciudadanos rumanos que, mayoritariamente, se asientan en Tenerife en invierno para hacer "su agosto", cuando otros destinos vacacionales del país cierran o se hallan en temporada baja.

Los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil se han visto desbordados desde noviembre por la gran cantidad de robos al descuido perpetrados por los pequeños y ágiles grupos de delincuentes especializados.

Y, hasta ahora, solo un reducido número de rumanos han podido ser atrapados en diferentes áreas de la isla, si se tiene en cuenta la cifra de los que logran sus objetivos y no son interceptados. Mandos de las policías locales de Arona y Adeje calculan que en los núcleos turísticos de Los Cristianos, Las Américas o Costa Adeje pueden operar diariamente no menos de medio millar de rumanos. Las paradas de guaguas, los grandes supermercados, bazares de bebidas y tabacos, tiendas de ropa, mercadillos al aire libre e, incluso, en el interior de hoteles de lujo. Buscan dinero o mercancías que puedan revender con facilidad. Pero, en los últimos meses, también se ha confirmado su implicación en la sustracción de metales para revender en chatarrerías. La Policía Local de San Miguel detuvo en febrero a tres rumanos que, en 15 días, habían facturado 20.000 euros por la venta de metales a una empresa recuperadora. Y, hace pocos días, agentes del mismo cuerpo atraparon a un joven con 35 ventanas que robó en una nave municipal y que transportaba en un carro de supermercado.

Otros enclaves seriamente afectados son, por ejemplo, el Puerto de la Cruz y Granadilla, fundamentalmente en San Isidro o El Médano.

Las zonas de Las Caletillas, en Candelaria, así como Los Abrigos, en Granadilla, son dos de los núcleos que han elegido este invierno para residir mientras perpetraban sustracciones al descuido y, en menor medida, robos con fuerza o violencia. Recientemente, una investigación de policías nacionales de la Comisaría del Puerto de la Cruz permitió capturar, con la colaboración de la Policía Local, a tres rumanos que vivían en Los Abrigos, concretamente en la calle de acceso al muelle. A los vecinos de dicho pueblo les llama la atención el gran número de estos ciudadanos que se han asentado este invierno y la falta de presión policial sobre ellos.

Su basa para quedar impunes consiste en calcular que los objetos que hurtan no superen los 400 euros de valor, es decir, que sus hechos se queden en simples faltas. Además, procuran no emplear la violencia, la fuerza o la intimidación para evitar la cárcel.

Un mando de la Policía Nacional asegura que la legislación vigente "no permite dar una respuesta contundente y eficaz" para erradicar el problema global. Además, como profesionales de la delincuencia, los rumanos detectan rápidamente las "lagunas" o "debilidades" de las leyes en un determinado territorio. Explica que se trata de "verdaderos profesionales", que viven de ese tipo de delincuencia menor y que no les intimida que los lleven a una comisaría por unas horas. En esa línea, dicho mando comenta que "únicamente el ingreso en prisión puede aterrorizar a un delincuente" de este tipo. Otras fuentes indican que en la Comisaría Provincial preocupa mucho la situación, que se han mantenido reuniones y se han establecido operativos con grupos de intervención, como la UIP o la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), o las patrullas de Seguridad Ciudadana, que no han dado grandes resultados. A los rumanos tampoco les intimidan los uniformes de esos agentes que patrullan por determinadas zonas. Como indica el dueño de una cadena de comercios, resulta más efectivo el despliegue de policías de paisano que conozcan la "forma de trabajar" de estos delincuentes.

A partir de marzo o abril, estos grupos organizados retornan a sus zonas habituales de actuación, sobre todo la Costa del Sol, Madrid o Baleares.