La Fundación Cepsa entregó en la mañana de ayer sus premios al Valor Social, con los que se reconoce y se apoya económicamente diversos proyectos de atención a personas con necesidades especiales de atención, como discapacitados, mayores con alzhéimer, niños en hospitales, escolares y menores con diversas enfermedades no habituales. Las cinco organizaciones distinguidas son el Hospital San Juan de Dios, la Asociación de familiares y cuidadores de enfermos de alzhéimer y otras demencias de Tenerife (Afate), la Fundación Theodora, la Asociación Sofía y el colectivo Aldis.

El director de Cepsa en Canarias, José Manuel Fernández-Sabugo, felicitó a las entidades ganadoras por la labor que realizan a diario y destacó la gratificación que supone para la Fundación Cepsa poder colaborar con ellos en el desarrollo de nuevos proyectos que redunden en una mejora de la calidad de vida de los colectivos sociales más vulnerables y contribuyan, paralelamente, a crear una sociedad canaria más solidaria.

La institución entregará 56.000 euros en total este año a las propuestas elegidas.

El hermano Miguel Martín recogió la distinción en nombre del Hospital San Juan de Dios. Su proyecto, "Acerca-Tec" consiste en ofrecer en el centro psicopedagógico del hospital medios informáticos y tecnológicos para personas con dificultades de comunicación. Dichas instalaciones se hallan en la trasera del emblemático edificio de Vistabella. Martín agradeció el reconocimiento a la Fundación Cepsa y también la labor del equipo de profesionales que llevan a cabo "Acerca-Tec".

Manuel Hernández, presidente de Afate, expuso la importancia de que la sociedad asuma su responsabilidad para entender las enfermedades del siglo XXI, como las patologías neurodegenerativas, relacionadas con frecuencia con la soledad y el envejecimiento. La propuesta "Barrio Solidario" pretende que vecinos y dueños de varios establecimientos (farmacias, comercios o peluquerías, por ejemplo) de tres zonas de Santa Cruz de Tenerife se impliquen para ayudar a personas que viven solas.

La representante de la asociación Sofía, Tatiana Díaz, comentó que su iniciativa "Desayuna Salud" está dirigido a que escolares de entre 6 y 12 años, mediante el juego y la cocina, aprendan hábitos saludables y a alimentarse de forma adecuada. Uno de sus objetivos es reducir las tasas actuales de obesidad infantil. La idea se materializó a finales de 2016 y en 2017 se impartieron más de 100 talleres, con la asistencia de más de 3.000 menores en diferentes centros educativos.

La Asociación Aldis fue premiada por su iniciativa de atención médica especializada para menores con enfermedades no habituales. La trabajadora social Ana Sabina recordó que las familias asumen muchos costes para afrontar las terapias y tratamientos a estos niños.

La Fundación Theodora, surgida en Suiza en 1993, recibió ayer otro de los premios al Valor Social de la Fundación Cepsa. Su proyecto "Sonrisas que curan" está dirigido a aquellos niños que permanecen hospitalizados. A través de artistas, como el "Doctor Mocito", por ejemplo, tratan de facilitar la vida de los pequeños en los centros. Esta institución se creó en España en el año 2000. La distinción fue recogida ayer por parte de Alejandro Echegaray. Actualmente, la labor se materializa con visitas individuales a menores para ayudarles emocionalmente, así como un programa para reducir el estrés de aquellos que se ven obligados a pasar por una intervención quirúrgica. Echegaray recordó que hace más de 40 años un niño sufrió un grave corte en un pie y tuvo que ser hospitalizado. Su madre, llamada Theodora, lo visitaba cada día para cantarle y contarle historias muy diversas, reales o inventadas, con el objetivo de hacer la estancia de su hijo en el centro lo más agradable posible. Años después, cuando ese niño ya era un hombre que trabajaba en Nueva York, recibió la noticia de que su madre sufría una patología muy grave. En ese instante, decidió abandonarlo todo en la ciudad estadounidense para viajar hasta Suiza y cuidar a su progenitora en el hospital, como ella hizo con él. Cuando la madre murió, ese hombre y su hermano decidieron pagar a artistas profesionales para que animaran a los niños ingresados en ese mismo hospital. Los resultados de esa experiencia fueron tan buenos que otros centros reclamaron la implantación de la iniciativa. Y así surgió la Fundación Theodora.