Hay quien piensa que don Jacinto, el cura de la iglesia de San Francisco, en la capital tinerfeña, es de La Gomera, pero no es así, solo que su primera parroquia fue en la Isla Colombina, en Santiago Apóstol y El Salvador, en Alajeró. "Dicen que la primera parroquia es como el primer amor. Yo nunca la olvidaré". Así se expresa el párroco de San Francisco, Jacinto Barrios Acosta, nacido el 17 de marzo de 1934 en Tacoronte.

De sus 84 años, lleva 64 como sacerdote. Precisamente este Jueves Santo conmemorará el aniversario de su ordenación, que tuvo lugar en una Vigilia Pascual en Salamanca, donde cursó estudios de Teología y Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia.

Recién restablecido de una dolencia que le obligó a pasar unos días hospitalizado, don Jacinto ya está operativo en su despacho parroquial. Es curiosa la imagen, entre los tomos de los registros y la mesa de "formica" de toda la vida, de don Jacinto manejándose con su móvil y preparando sus homilías en el ordenador.

El párroco de San Francisco recuerda que tuvo una vocación temprana, en buena parte animada y cultivada en el seno de una familia cristiana y practicante. "En mi casa siempre hubo apertura, y venían sacerdotes y misioneros", explica. "Desde chiquito siempre tuve esa inclinación, me gustaba el sacerdocio, tener una vida de entrega y con generosidad".

Recuerda que en una oportunidad, estando en clase en las escuelas unitarias de Tacoronte, su maestro Antonio Mederos preguntó a los niños qué querían ser de mayor. Y el pequeño Jacinto respondió: sacerdote. El comentario despertó algunos comentarios que rápidamente fueron aplacados por el profesor, recuerda. "Tener la vocación de sacerdote no es recibir una llamada telefónica al oído que te dice: quiero que seas cura, sino es un proceso en el que descubres que te gusta ese estilo de vida. Lo vas madurando y formándote, hasta que realmente en la ordenación es el obispo el que invita a dar el paso a quien quiera seguirlo", añade don Jacinto.

A sus 84 años, ha conocido cinco obispos de la Diócesis de Tenerife: el güimarero Domingo Pérez Cáceres, Luis Franco Cascón, Damián Iguacen Borau, Felipe Fernández García y Bernardo Álvarez Afonso.

Con una eterna sonrisa, don Jacinto recuerda sus inicios como cura párroco en La Gomera. "Para moverte de un sitio a otro lo hacía por mar; si no, ibas caminando". De Alajeró (1959-1962), a Taco, donde estaban afincados ya en aquella época muchos gomeros. Aquí prestó su servicio sacerdotal durante quince años, para luego permanecer durante 18 años como párroco de la iglesia matriz de Nuestra Señora de La Concepción de La Orotava.

Pero su destino de larga duración es la parroquia de San Francisco, en donde lleva 24 años. Cuando se le pregunta si está cansado, responde sin ambages: "Quiero morir con las botas puestas". Eso no significa, asegura, que sea un obstáculo para que se produzca un relevo generacional en la parroquia, pero sí defiende que quiere continuar en el ejercicio de su sacerdocio en los servicios que pueda desempeñar. Mirando atrás, asegura con humildad que, aunque no tiene grandes logros, ha intentado cumplir su lema sacerdotal: "hacerme todo a todos para salvar a algunos". Esta tarde, volverá a ponerse al frente de la procesión del Señor de las Tribulaciones, el culto más importante de Santa Cruz hoy, Martes Santo.

Hoy, El Toscal, capital de Santa Cruz

La parroquia de San Francisco acoge esta tarde, a las 19:00 horas, la misa que dará a la procesión de Señor de las Tribulaciones, que tiene el título de "Señor de Santa Cruz", por acuerdo de la junta de gobierno del Ayuntamiento chicharrero. La procesión partirá desde Villalba Hervás, para seguir por Valentín Sanz, La Rosa, San Martín, San Miguel, Señor de las Tribulaciones, San Francisco y Villalba Hervás.

Don Jacinto recuerda que la imagen del Señor de las Tribulaciones procede de la antigua capilla de la Soledad, que ocupaba los terrenos donde se levantó el antiguo convento de San Pedro Alcántara, parroquia de San Francisco desde 1869. Añade que la imagen fue propiedad del sacerdote lagunero Fernando de Fuentes. En 1892, siendo párroco Santiago Beiro, salió en procesión de rogativa y evitó que la peste entrara en el barrio de El Toscal, librando así a la ciudad de la enfermedad.