Centenares de personas participaron ayer en las procesiones celebradas en diferentes puntos de la Diócesis de Tenerife coincidiendo con la celebración del Domingo de Ramos. Así, entre ramos y olivos, las parroquias de La Concepción y San Francisco fueron los principales polos de atracción de los cultos religiosos en la capital tinerfeña. Presidida por Mauricio González, la procesión del Cristo Predicador recorrió el casco antiguo de la ciudad, por los aledaños de La Noria, con la participación de centenares de feligreses. Ya al mediodía, la parroquia de San Francisco, de Jacinto Barrios, acogió otra nutrida procesión, con la Entrada en Jerusalén, que incluyó la tradicional bendición de palmos a la entrada del templo.

En La Laguna, junto al Palacio Episcopal, se procedió a la bendición de palmos y olivos, para procesionar hasta la Catedral de La Laguna con la participación del obispo de la Diócesis nivariense, Bernardo Álvarez.

En su homilía, Bernardo Álvarez invitó a los cristianos a vivir con intesidad este tiempo de Semana Santa que comenzó ayer. En el marco de la misión diocesana, el prelado nivariense invitó a la feligresía a reflexionar de forma personal sobre el papel y el lugar que ocupa cada uno en la sociedad, para instar a la comunidad a no responder al mal con mal, "porque también nosotros pusimos nuestras manos en la Pasión de Jesucristo hoy". El obispo de Tenerife incidió en la necesidad de "seguir las huellas de Jesucristo, huellas de perdón, paciencia, de encomendarse unos a otros".

La eucaristía se celebró al término de la procesión, que estuvo amenazada por un leve "chipi chipi", ya un clásico en la Semana Santa lagunera. Por la tarde, desde La Concepción de La Laguna salieron los pasos de Jesús de la Sentencia y de María Santísima de la Amargura, mientras que una hora y media después partió desde San Juan la procesión del Cristo de las Caídas.