Defiende la idea de Europa y el papel del periodismo pese a que reconoce los errores del proyecto europeo y los problemas del oficio que desempeña. Lluís Bassets, director adjunto de El País, participó esta semana en el Foro Enciende la Tierra, de la Fundación CajaCanarias. Antes habló con este periódico sobre el futuro de la Unión, el periodismo y Cataluña. Su mirada siempre va más allá de la superficie.

Viene a hablar del fracaso de Europa. ¿Cómo recuperamos la fe?

El problema que tiene Europa es que a veces nos cuesta valorar lo que tenemos y solo vemos los aspectos negativos. Sucede sobre todo con las nuevas generaciones. La integración europea empezó con unos países que decidieron poner en común las materias primas que servían para matarse, que eran el carbón y el acero. Fue un esfuerzo sobre todo alemán y francés, pero donde se juntaron Italia, Holanda, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. A veces nos olvidamos, pero no ha habido nunca en la historia de la humanidad un continente con una época tan larga de paz y prosperidad como la que todavía estamos viviendo. Creo que Europa fue y es una de las mejores ideas que ha tenido nunca la humanidad en la cabeza y que lo que tenemos que hacer es exigir mejor Europa.

¿Entonces el "brexit" no significa que caminamos hacia una lenta desintegración?

El riesgo está, pero de momento los europeos están muy unidos para hacer una negociación muy seria con Reino Unido y evitar que el "brexit" sea un motivo más de división o signifique una reacción en cadena. Creo que la reacción de los 27 se debe a que se han dado cuenta de que afecta a intereses de cada uno de ellos y que para defenderse tienen que ir juntos. Europa siempre funciona cuando hay solidaridad entre los estados y los ciudadanos. Cuando hay insolidaridad, Europa fracasa. Y el "brexit" es una extraordinaria demostración de insolidaridad británica, o de una parte de la sociedad británica.

En la campaña del "brexit" vimos cómo un sector del periodismo usaba mentiras para hacer campaña en favor de la salida de la UE.

El papel de la prensa sensacionalista británica en el "brexit" viene de hace mucho tiempo. El euroescepticismo es en buena parte fabricación del periodismo británico, de un periodismo al servicio de unos intereses muy concretos. Sin una personalidad como Rupert Murdoch no se entenderían muchas cosas que han ocurrido en la política británica. La presión sobre el partido conservador y el auge del UKIP no se entienden sin la prensa sensacionalista. Esto viene de los años 80. Ahora es el momento álgido en que coincide con la campaña presidencial americana, con el trumpismo y la aparición de todo este fenómeno de la postverdad, que encaja muy bien.

Las condiciones de los periodistas que cubren conflictos internacionales son precarias. ¿Afecta eso a cómo nos cuentan la realidad?

Es verdad. El periodismo internacional sufre de una descapitalización que se ve en la desaparición de corresponsables o enviados especiales. Pero hay muchos más periodistas trabajando freelance conocedores de regiones concretas de los que ha habido nunca. Creo que se está haciendo ahora mismo el mejor periodismo de la historia, pero de otra forma, con un problema de modelo de negocio, con un problema de imagen. Pero si ahora vamos a cualquier región del mundo, veremos que hay periodistas españoles, especialistas, en primera línea, y eso hace 20 o 30 años no era así. Ahora se está haciendo muy buen periodismo en todas partes y también muy mal periodismo. Hay que aprender a discriminar y a orientarse.

Algunos medios americanos se han rebelado contra Trump y le están plantando cara. ¿Están haciendo mejor periodismo?

No tan solo plantarle cara sino que le están sacando partido comercial. Algunos medios han incrementado sus ventas y audiencias gracias a hacer un periodismo muy crítico contra el presidente. Incluso hay gente que está muy preocupada por el exceso de críticas, por que algunos medios no se pasen al otro lado y pierdan credibilidad realizando un periodismo excesivamente militante. Pero es que la llegada de Trump a la Casa Blanca ha supuesto una verdadera conmoción en el mundo.

¿Tenemos que tener miedo a que cumpla las promesas electorales?

Sí. Las quiere cumplir, pero afortunadamente creo que no podrá hacerlo con una gran cantidad de asuntos. Tenemos un ejemplo con la revocación del Obamacare y creo que esto le va a pasar con más cosas.

¿Internet favorece un periodismo más militante que antes?

Sí. Una de las características del periodismo digital es que facilita un periodismo más de opinión, de agitación, más militante. Y como de forma explícita se sustrae a los códigos clásicos del periodismo, lógicamente da un tipo de periodismo donde la comprobación de los hechos tiene menos importancia. Por eso el periodismo de calidad tiene que demostrar que hay una diferencia y tiene que hacerlo constantemente.

¿El modelo de negocio basado en socios sirve?

El crowdfunding tiene un problema: se puede confundir con la subvención directa por razones ideológicas. Si tú no tienes que responder ante el mercado, en el sentido de hacer un producto que dé beneficios, te conviertes fácilmente en un instrumento de quien quiera atraer a otro o cubrirse de los ataques. Es lo que está pasando con muchos medios digitales, que se alimentan de subvenciones de grandes empresas que los utilizan para impedir que se informe sobre sus negocios.

¿Comparte la idea de que los medios son menos libres hoy por la dependencia económica de gobiernos y empresas?

Puede haber momentos en los que la exigencia por la pelea por la libertad sea más acuciante porque las presiones son más claras. Pero hay que pelear. Yo ya soy un poco mayor, he hecho de periodista con el franquismo, y sé que hay que seguir peleando también en democracia. La libertad y el derecho a la información no son cosas que nos vienen dadas y que hay que dar como establecidas, sino que hay que pelear.

Parece que hemos llegado a un callejón sin salida en el caso del soberanismo catalán. ¿Desde fuera llegamos a entender lo que ocurre?

El proceso soberanista lleva ya cinco años, y creo que la sensación desde fuera es engañosa. Da la impresión de que no tiene base, pero a la vez, en poco tiempo, genera un estado de alarma y preocupación. Yo creo que el problema es serio. No es actual, pero todo el proceso independentista lo ha puesto en carne viva, y es algo que tiene que ver con la realidad plural de España. Los canarios lo entendéis mucho mejor por especificidades de todo tipo. También porque Canarias tiene una personalidad propia, por la distancia, la insularidad, las condiciones económicas... La realidad plural de España encontró una muy buena resolución con la Constitución de 1978, con el Estatuto de Cataluña en 1979 y en cierta forma en el bloque de constitucionalidad que se configuró con el estado de las autonomías, pero ha faltado capacidad de renovación y actualización. Las últimas reformas estatutarias han sido frustradas y frustrantes. El problema catalán hay que sacarlo de Cataluña y entender que es un problema español y que es un problema de la democracia española, de las relaciones de sus comunidades entre sí. Hay que abrir un proceso de renovación que probablemente pasa por una reforma constitucional, pero no únicamente por ahí. No se puede hacer una reforma constitucional para resolver el problema catalán, pero hay que hacer una reforma constitucional para ayudar a resolver el problema catalán. Así es como yo lo veo.