Un número creciente de extranjeros peregrinan y viven en escuelas de kung fu en la montaña sagrada de Wudangshan, cuna del taoísmo y cuya fama ha aumentado en los últimos años gracias al cine, pues fue uno de los principales escenarios de "Tigre y Dragón" y de la última versión de "Karate Kid".

La magia y encanto de Wudangshan, situada en la provincia central de Hubei y declarada Patrimonio de la Humanidad en 1994, radica no sólo en sus paisajes naturales sino también en su historia, al ser uno de los lugares de nacimiento del taoísmo y las artes marciales.

Cuenta la leyenda que fue en Wudangshan donde el emperador Zhen Wu, conocido entre los taoístas como "el perfecto peleador", fue quien desarrolló allí las artes marciales, tras 40 años de trabajo duro y mejoramiento interior y tras ello alcanzó la inmortalidad y se convirtió en el dios de la montaña.

Zhen Wu ha estado siempre ligado a la imagen de una tortuga y una serpiente, figuras que se encuentran en todos los templos de Wudangshan y que, según la leyenda, eran el estómago y los intestinos del peleador que los echo de su cuerpo para evitar que el hambre interrumpiera su meditación interior.

La magia de las artes marciales de Wudangshan también se liga al monje Zhang Sanfeng, quien al parecer luego de observar en sus sueños como una serpiente resultó victoriosa tras pelear con una grulla, inventó el taijiquan (tai chi), arte que trabaja la fuerza interior (espíritu, mente, qi).

Wudangshan es también un antiguo y complejo grupo arquitectónico formado por nueve palacios, 36 monasterios, 72 templos en acantilados y numerosos puentes, residencias y ermitas, todo ello construido desde mediados de la dinastía Tang (618-907) hasta la Qing (1368-1644).

La belleza arquitectónica y su tradición en artes marciales y filosóficas son las razones principales por las que estudiantes de kung fu, caligrafía y acupuntura como el español Rubén (38 años), acuden a la montaña.

"Cuando llegas después de vivir en una gran ciudad, llegas con tus prisas, tu estrés, y poco a poco empiezas a cambiar el ritmo, el tiempo no importa tanto, y esos son los beneficios de practicar tai chi o kung fu, tus pensamientos se van distanciando, vives más el aquí y ahora, te sientes más seguro, tu cuerpo se vuelve más fuerte y te vas adaptando y lo disfrutas", comenta Rubén a Efe.

El estudiante y peregrino añade que anima "a la gente de España a venir aquí porque se esta muy bien, se aprende a convivir, a aguantar lo que a uno no le gusta, y sobre todo uno siente muy claramente el estado de cuando llega aquí y cuando se va, se siente en paz, muy tranquilo y mucho más en contacto con su interior".

Esta es la tercera vez que Rubén se queda en Wudangshan, en el templo de Yushugong, de la escuela del maestro Yashiugang, para aprender tai chi, kung fu, acupuntura y caligrafía en un lugar donde dice que "la vida es muy sencilla" y se entrena, dependiendo del alumno, desde las 5 y media de la mañana hasta las 9 de la noche.

"Se practican muchas horas y puede ser muy duro o muy fácil dependiendo de las complicaciones en la práctica, descansamos los miércoles por la tarde y los jueves y esos días solemos ir al cibercafé, a la ciudad, subimos la montaña o simplemente estamos en la habitación para descansar", comenta.

El profesor de Rubén, el maestro Yang, contó que su escuela funciona desde hace ocho años con diferentes alumnos: desde los niños, que entrenan durante el fin de semana, y los extranjeros, que se quedan por cinco años y entrenan como los alumnos chinos con el sistema tradicional.

"Ellos tienen 4 clases de ocho horas diarias, sus programas son los mismos que el de los chinos, también tenemos clases para adultos, para aquellos que vienen por un corto tiempo y aprenden diferentes formas como tai chi, qigong o armas", comenta Yang y añade que espera "entrenarlos para que sean buenos profesores" y que mandará profesores para que los ayuden y mejoren su escuela.

Hoy más de dos millones de personas anualmente visitan Wudangshan desde todas partes del mundo interesadas en admirar sus paisajes, escalar sus montañas (la más alta tiene 1.612 metros de altura), disfrutar de muchas de las hierbas medicinales que también tiene y de la rica literatura taoísta que guardan sus laderas.