Tomás se esmera en cortar con una radial las tejas que lucirán luego en las casas que formarán la humilde aldea hebrea. Mientras, Juan se afana en comprobar que el peculiar "sistema hidráulico" ideado por ellos funciona correctamente. Llevan ocho meses de duro trabajo, horas y horas para sacar adelante por segundo año consecutivo el belén de la calle Zafiro, ubicado entre Santa Clara y Finca La Multa, en Ofra Costa Sur. Esta Navidad participarán en una nueva edición del tradicional concurso que organiza Fiestas. Con orgullo, dicen al unísono: "Vamos a ganar".

Tomás Pérez está jubilado a sus 61 años. Su profesión fue la de pintor, pero es un "manitas" igual que Juan Alonso, parado con 49 años al que, asegura, "nadie va a contratar ya". Tomás, el que puede, ha afrontado el gasto de esta obra de ingeniería a pequeña escala. "Ya son unos 250 euros", asegura, y añade: "Y la bronca de nuestras mujeres". Piden colaboración "porque nos faltan muchas figuras. Que las donen o las presten".

Buscan la complicidad del barrio, o mejor de los barrios, porque este año van a participar en nombre de la AV Finca La Multa calle Capuchino. Recuerdan cómo "por desgracia, el año pasado después de Reyes nos destrozaron todo. Entonces hicimos las casas de piedra y las rompieron, ademas de robarnos material".

Este año quieren concienciar a sus vecinos de que "esto es de todos y por el bien de una zona muy deprimida y reprimida. Solo pedimos que lo cuiden".

La madera y el corcho han sustituido como materiales básicos para las veinte casetas a la piedra, salvo en el Nacimiento en sí. Ahí, apunta, Juan, que muestra sus "heridas de trabajo" en las manos -Tomás se clavó incluso una jeringuilla- "se mantiene la cueva donde irá el pesebre, de piedra de Arico que nos donaron en grandes cantidades. Nos costó Dios y ayuda, nunca mejor dicho en este caso, poder picarla".

Tomás y Juan echan agua de sendas botellas para comprobar el "efecto cascada" unos metros más abajo tras pasar el líquido elemento por puentes y acequias construidos "piedra a piedra". De fondo, un mural que servirá de nuevo de atrezo, de telón de fondo al pueblo judío donde, como cada 24 de diciembre, nacerá el Señor. Por cierto, con humor aseguran que "Niños Jesús tenemos como diez o doce. Nos faltarían otras figuras para completar".

Tomás y Juan, o viceversa, recorren su espacio, un solar privado en pendiente de entre 70 y 80 metros cuadrados en el que el Ayuntamiento de Santa Cruz les ha dado permiso para instalar el belén. "Nos pusieron la reja y un vecino nos donó la tela para taparlo. El año pasado era descubierto y todo el mundo opinaba. Vamos a tener una persona aquí para que lo vigile por las noches hasta Reyes", resumen.

En dos almacenes de la cancha anexa, uno utilizado como taller, guardan sus tesoros. Un precioso castillo que dominará la colina sobre el pueblo, las casas que parecen adosaditos prefabricados "del siglo I" o las aspas del molino. Piezas cuidadas con el mimo de quienes se han convertido con la práctica en belenistas y artesanos.

El solar de enfrente muestra las descarnadas huellas de los "desmontes" de tierra fundamentales, como la ayuda y el apoyo de sus vecinos, para poder hacer realidad el belén de Tomás y Juan. Pero también el de Santa Clara, el de La Multa, el de Ofra... El belén del barrio, sea el que sea. El belén de todos.