El perfil de Juan Quesada (Las Palmas de Gran Canaria, 1944) es el de un "chicharrero de corazón", aunque naciera en el casco histórico de la cocapital del Archipiélago, el barrio de Vegueta. Con 20 años -está a punto de cumplir los 72 abriles- llegó a Santa Cruz de Tenerife "por amor". Y aquí se quedó, salvo alguna visita puntual a la familia que le queda en la isla hermana porque "esta es mi casa y mi gente. Ya solo podría vivir en esta ciudad. No concibo otra cosa".

Su particular mirada tiene una base sólida por haber vivido y trabajado en "medio municipio" durante (dentro de muy poco) 52 años. Aquí llegó: "Enamorado de mi pareja y no me arrepiento".

Primero vivió en la toscalera calle San Juan Bautista: "Tengo grandes recuerdos de un barrio que siento como mío. Ha cambiado mucho de aquel entorno familiar de casas terreras a estos edificios de ahora. Era muy bonito. Humilde, pero con clase y nivel entre ciudadelas o pasajes. Allí conocí a grandes personas y amigos".

Trabajó en un bazar ubicado frente al hotel Mencey: "Como no era lo mío me fui a una tienda de hindúes en la plaza de la Candelaria, donde fui vendedor". De ahí, en el ámbito laboral, llegó un primer salto al otro lado de la ciudad. "Montamos un supermercado en Santa María del Mar, en el Suroeste, que mantuvimos cuatro años. Nos fue bien, pero lo mío era y es la moda".

Esa llamada de las telas y los vestidos -"me dediqué siempre a vender y comercializar porque ni he confeccionado ni diseñado nunca"- lo llevó a montar en la calle Santiago su primera tienda, que llevaba su apellido: "Quesada".

Fue "una etapa de mucho éxito con modelos que trabajaban para nosotros y grandes desfiles en el Mencey o el Club Militar con la franquicia de firmas inglesas de gran prestigio como bandera de nuestra casa", recuerda.

Un intervalo como encargado de Bongó, un clásico de la calle Castillo, segundo salto fundamental en esta azarosa vida: "Pensábamos que el centro de la ciudad iba a estar en la zona de La Salle y allí nos fuimos para abrir una tienda que se llamó durante un tiempo Jurquesa, por Juan Quesada, en la Glorieta Pedro de Mendoza, o sea, la Rotonda de La Salle".

Luego cambió de denominación a Modas Marilyn, en honor, explica, "a uno de mis grandes ídolos de la que tengo muchísimas fotografía". Juan considera que "nos equivocamos un poco todos" porque "no se ha convertido en ese centro esperado. No basta con grandes superficies. Eso requiere algo más, no sé muy bien qué. Tampoco me ha gustado la transformación urbanística de casas individuales y pequeñas a grandes bloques. Ni la desaparición de lugares tan emblemáticos y hoy olvidados como el hotel Diplomático. Un ejemplo de lo mal desarrollado".

Después de 25 años en la zona, donde "tuve una familia y una excelente clientela", Modas Marilyn cerró "cuando me jubilé hace ya seis años". No lo dice él pero en La Salle este gran devoto de la Virgen del Carmen, que siempre decoraba el escaparte con su imagen cuando llegaba su fiesta, dejó la impronta de buena persona. "Ayudaba mucho a la gente, sobre todo a chicos sin trabajo a los que daba una oportunidad", valoran allí.

Hoy, Juan Quesada pasa los días "tranquilo como corresponde a mi condición de jubilado. Vengo a la tienda -la segunda Modas Marilyn en Imeldo Serís o El Barranquillo que gestiona su pareja-, me desayuno con la gente y luego me voy a casa, un poco más abajo (en la misma calle). El centro tiene otro ambiente y me encanta. Como un cierre del círculo".

Podría ser. Una especie de giro de 180 grados. 52 años, tres tiendas y varios domicilios después. Siempre "por amor", en este caso a Santa Cruz.

Una infancia feliz

Hijo de Agustín y Juana (por ella se llama él Juan) tuvo siete hermanos y "una infancia feliz". Desde niño le gustó el mundo de la moda y con 15 años inició una andadura en tiendas prestigiosas de su ciudad natal como Romero, su primer centro de trabajo. y luego Eureka: "Crecí en un entorno de juegos y de cariño por parte de mi gente que aún noto cuando voy", recuerda. Hasta que el amor se cruzó en su vida y "pudo más el corazón para venir a Santa Cruz". Hasta hoy.

"Era otro Carnaval"

Solo hubo un momento de cierta debilidad emocional en Juan Quesada -al que se ve curtido por la vida y el paso de tiempo- durante la entrevista de la mañana del pasado viernes. La referencia al Carnaval, la que considera "la fiesta" por antonomasia" lo entristece un poco. "Cuando llegaba febrero nos reuníamos un grupo grande de amigos para pintarnos, disfrazarnos y salir a disfrutar mucho. Eso se acabó, ya no tengo edad ni ánimo y debo decir que de todos aquellos que nos juntábamos estos días, solo yo sigo vivo", resume.