Ayer tuvo lugar el acto de lectura del Pregón de las Fiestas de Mayo en el Salón de Plenos del Palacio Municipal a cargo del arquitecto y presidente de la Junta Provincial de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), Juan Julio Fernández.

La intervención llevó por título "Santa Cruz, espacio y tiempo". Se trató de una declaración de amor a la ciudad donde su autor vive desde hace dos tercios de su vida "de Santa Cruz de la Palma a la de Tenerife".

Fernández habló con un notable cariño especial de la ciudad, destacando tanto lo malo: "No puedo desligarme de mi condición de arquitecto y urbanista para dar mi punto de vista de la ciudad que veo desde mi casa, del espacio que responde más al orden arbitrario de un mosaico de Gaudí que al prefijado de uno romano", como lo bueno: "La cuarta dimensión, el tiempo, es algo que es insustituible en la ciudad, en Santa Cruz tiene más valor el tiempo que la prisa, y por tanto es un tiempo para vivir, que permite pararse en la calle y saludar, permite hablar con los demás y permite relacionarse". En definitiva, se trató de un recorrido sentimental y emotivo por Santa Cruz, "con sus defectos y sus virtudes, pero, como siempre pasa con la persona amada, la quieres por encima de ambas cosas".

El pregón contó con algunos textos inéditos de poetas como Vicente Aleixandre, premio Nobel que visitó en su tiempo Santa Cruz; Julián María o Luis Rosales. Tal y como presentó Fernández, esto se debe a que "muchas veces aprecian mejor el espacio o la ciudad los que llegan que los que estamos".

Sin embargo, en sus propias palabras el presidente de la Junta Provincial de AECC describe la ciudad con la visión desde su casa cerca de Los Campitos, desde donde afirma que "cada mañana respiro hondo junto al ventanal desde el que diviso Santa Cruz a mis pies, con el horizonte dilatado hasta la isla de Gran Canaria, de la que, en las noches claras, veo las luces de las casas y de los coches. La montaña que flanquea el barranco de Ancheta y la de Las Mimosas enmarcan la ciudad histórica que estoy describiendo".

Para cerrar el pregón, cargado de historia y "amor por encima de virtudes y defectos", Juan Julio Fernández concluyó "con este fiel compañero, el calor de la familia y los amigos y sin ninguna prisa, quisiera terminar la andadura que empecé en la Santa Cruz de la Palma donde nací, en esta Tenerife que, al acogerme, me dio alas al alma, como un día el mar se las diera a don Miguel de Unamuno y Jugo".