La viabilidad económica del proyecto del Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT, en sus siglas en inglés) estaría en tela de juicio si España decidiera no participar económicamente en el mismo. Pero el Gobierno central aún ayer, después del casi unánime rechazo que recibió su candidatura en el seno del Observatorio Austral Europeo (ESO, en sus siglas en inglés), al que pertenece junto a otros 13 países del viejo continente, no descartó mantener la inversión prevista en la construcción del supertelescopio, aunque se ejecute en Armazones, en Chile.

La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, aseguró en Bilbao, durante unas conferencias sobre innovación, que "antes de dar el paso a la participación económica de España en la ejecución del E-ELT en Chile, se exigirá plenas garantías de que el proyecto es viable". Además, según asegura una información publicada por la Agencia Efe en la mañana de ayer, fue más allá manifestando que "se estudiará si se mantiene la participación de 300 millones de euros que se había previsto para financiar el telescopio" en función de que se garantice la viabilidad económica de su construcción.

De esta manera, Garmendia dejó claro que el Gobierno español, que recibió el reconocimiento del ESO calificando su candidatura como "muy potente" desde el punto de vista financiero, ni frena ni pone pegas a su continuidad en el proyecto, sólo la condiciona a que se demuestre su viabilidad. Visto así, la fuerte apuesta económica de la que presumía España como su gran baza para defender la candidatura del Roque de los Muchachos como sede del supertelescopio quizás no era tan trascendental como se pensaba.

España ya estaba comprometida económicamente con el proyecto desde el punto de vista financiero, independientemente de la cantidad que aportara finalmente y de dónde se ejecutara el mismo. Son diversos los motivos que comprometen esa participación, sobre todo los vinculados a intereses de la industria española en el desarrollo de un programa de máxima innovación tecnológica y de gran repercusión para las empresas que participen en el mismo, algo que el Ministerio ha intentado asociar a su presencia desde un principio.

El ESO, con un presupuesto anual de 130 millones de euros (de los que España ya aporta aproximadamente unos 11 millones al año), no cuenta con los fondos necesarios para ejecutar el supertelescopio en los ocho años que ha previsto (pretende ponerlo en activo en 2018), menos aún en tiempos de crisis. Teniendo en cuenta que el proyecto se financiará al 80% con fondos de la UE, pese a construirse en otro continente a miles de kilómetros, la aportación española seguirá estando presente. Queda por definir en qué cantidad.

Garantías sin seguridad.- Eso sí, la ministra tiene claro que una inversión de tal magnitud, de un gran impacto industrial y socioeconómico, requiere de garantías. Por ello, aclaró que primero es necesario "entender cuáles han sido verdaderamente las razones científico-tecnológicas y climáticas y de observación del cielo que fueron tenidas en cuenta para apostar por Chile", ya que España argumentó que la candidatura del Roque de los Muchachos reunía mejores condiciones desde el punto de vista científico y de calidad de observación, bajo los informes remitidos por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

Esas diferencias científicas a favor de Chile deberán ser muy claras y significativas en el informe técnico final, porque de lo contrario sería difícil de explicar cómo el Observatorio Austral Europeo se embarca en un proyecto tan caro sin certificar que el lugar elegido ofrece garantías de seguridad en su construcción.

Y es que el ESO no ha hecho referencia alguna a aquellas cuestiones que supuestamente ponen en riesgo la ejecución del supertelescopio de 42 metros de diámetro en Armazones, sobre todo la que se vincula a la alta probabilidad de riesgo sísmico que ha terminado por incrementar el presupuesto del telescopio en Chile hasta los 1.100 millones de euros (1.500 millones de dólares), según ha reconocido Massimo Tarenghi, representante de este organismo en el país chileno. Un dinero que, tal y como manifestó este científico, "aún debe ser reunido para financiar el telescopio, aunque se podría contar con la participación de Brasil".

En ese sentido, sin un seguro que cubra los daños en caso de un terremoto de magnitud destructiva, será difícil encontrar aportaciones, pese a que el investigador principal del futuro E-ELT, Roberto Gilmezzi, ha asegurado que "se han hecho los estudios pertinentes para soportar un terremoto de al menos 8,5 grados de magnitud en la escala de Richter y se ha estudiado muy bien el lugar a nivel de diseño, donde los ingenieros utilizarán las mismas técnicas del observatorio VLT para soportar eventos de esta naturaleza".

España esperaba perder.- Mientras se habla de los dineros necesarios para ejecutar el supertelescopio, sigue coleando la decisión y su impacto en ambos países. Mientras el representante del ESO en Chile se declaró ayer "muy feliz" por haber ganado la candidatura, que según dijo era "el mejor lugar del mundo, en un lugar precioso, para ubicar el E-ELT", en España, el delegado y miembro español del consejo del Observatorio, Xavier Barcons, hablaba de "un palo que se veía venir desde hace tiempo".

Esa postura confirma el pesimismo con el que España se enfrentó a la decisión del ESO, pese a que se valoró el trabajo realizado durante dos años por un equipo de 15 personas. En cualquier caso, Barcons defendió el posicionamiento del Ministerio de Ciencia e Innovación, apuntando que "han hecho sus deberes".

Por otra parte, Xavier Barcons entiende que no hay duda de que "hay un 100% de posibilidades de que el E-ELT será construido", por lo que tampoco puso pegas a la financiación del proyecto. Además, apuntó como uno de los detalles decisivos que "en Paranal, a solo 20 kilómetros de Armazones, ya hay infraestructuras que se podrán compartir en el E-ELT". Sin embargo, reconoció que "Chile no construirá la infraestructura".