Marruecos, con una tiranía institucionalizada en siniestra monarquía teocrática de lo más corrupta y asesina del planeta, necesita para su continuación y supervivencia constantemente expansionar su imperio, porque si no implotaría social y políticamente; como el pueblo saharaui de nuestro vecino Sahara Occidental tristemente puede dar fe. No es un secreto para nadie que tal detestable tiranía siempre ha ambicionado y codiciado nuestro Archipiélago, al que, insultante y descaradamente, incluye con ostentación en su mapa de carreteras, y que de una manera solapada controla nuestras aguas marítimas y espacio aéreo entre las islas. Lo que peligrosamente implica que, en un momento crítico de confusión y debilidad de la otra nación que nos coloniza, tener el potencial de cercarnos y dejarnos incomunicados aún entre nuestras mismas islas, para así hacernos rendir y chantajearnos en sumisión.

Todo ello con el apoyo tácito de su protector y patrocinador EE UU, los países árabes y el resto del mundo islámico en expansión, máxime por nuestra condición africana; la que de una manera papanatamente insensata tratan de ignorar los renegados de esta tierra, chupópteros idólatras del colonialismo aquí en Canarias. Es así que tal imperio siempre se ha opuesto fieramente a nuestra independencia en todos los foros internacionales. Y de hecho, ya tiene compradas y sobornadas muchas voluntades entre nuestros corruptos políticos -traidores quintacolumnistas lacayos del colonialismo- que, junto a la población marroquí ya emigrada a nuestras islas y el resto de los otros numerosos afroislámicos aquí ya instalados, suponen una terrible avanzadilla y tenebroso "Caballo de Troya" dentro del corazón de nuestro propio territorio. Verdadero caldo de cultivo en potencia de violentos y sanguinarios jihadistas. Terrible realidad que es de incautos suicidas ignorar. Recuérdese el funesto acto terrorista del 11 de marzo de 2004 en el mismo adrid, todavía "misteriosamente" sin resolver e impune.

El colonialismo, además de ser una catástrofe económica, demográfica y medioambiental aquí en el Archipiélago, usurpa a los canarios de los básicos y justos derechos en nuestra tierra, resultando un continuo peligro para la seguridad e integridad del territorio, siendo un prolongado acto de piratería transcontinental, anacrónica, ilegítima y políticamente inaceptable e insostenible en el siglo en que vivimos. Convirtiendo Canarias en miserable tierra de nadie, susceptible a la depredación rapiñera de intereses foráneos.

Canarias necesita el reconocimiento y respeto internacional de la legalidad de la independencia para su seguridad territorial, como ya la disfrutan nuestras vecinas islas de Cabo Verde y las del resto de nuestro continente: Islas de Santo Tomé y Príncipe, Isla auricio, las diminutas Comores y las islas Seychelles. Todas ellas intocables ni amenazables por ningún otro estado, por muy cercano, grande ni poderoso que sea.