QUE ME PERDONEN la ingenuidad, pero no encuentro una sola razón para que el Tenerife, las instituciones públicas y el fútbol de esta tierra hayan obviado el reconocimiento que merecen la obra y la figura de Javier Pérez. Es una omisión inaceptable.

La personalidad de Javier fue la base de su gestión. Estamos hablando de un gran líder, de una figura irrepetible que, entre otros logros meramente futbolísticos, consiguió propagar el nombre de esta Isla por toda Europa y por buena parte del resto del mundo, de manera sostenida durante años, y que además lo hizo asociando a Tenerife con el buen gusto, con el estilo, con el perfil emprendedor y ganador que caracterizaba a aquel maravilloso equipo que él creó. No ha habido, ni habrá, ninguna campaña turística, por ambiciosa que sea la inversión, que reporte, en términos de calidad, tamaños beneficios a la imagen de Tenerife.

Es inadmisible que el personaje de mayor altura que ha tenido la gestión deportiva de esta Isla ni siquiera dé nombre a la ciudad deportiva que dejó, como parte del legado patrimonial del que todavía sigue viviendo el club a golpe de hipotecas. Han pasado siete años y nadie, ni dentro ni fuera del club, ha tenido la sensibilidad de hacer justicia con su memoria. Una de las señas de identidad del Tenerife es la falta de aprecio a su propia historia.