Nacido en la rural Montana hace 55 años, Ryan Zinke es un pescador experto y un cazador preciso que comandó tropas del cuerpo de elite de la Armada de Estados Unidos y ahora tendrá en sus manos los recursos naturales de su país como nuevo secretario del Interior del presidente Donald Trump.

Zinke, cuya nominación fue confirmada hoy por el Senado, dirigirá la agencia encargada de gestionar un quinto de la superficie terrestre de Estados Unidos, un territorio que incluye los parques nacionales del país, además de dirigir numerosos proyectos energéticos y manejar recursos naturales subterráneos.

De joven, Zinke fue elegido Eagle Scout, el mayor rango dentro de los Boy Scouts, gracias a un estudio sobre los bancos fluviales y las fuentes de contaminación del agua, su primera "mirada crítica" hacia el medioambiente, según explicó en sus memorias recién publicadas "American Commander".

Se graduó de Geografía en la Universidad de Oregón en 1984 y dos años más tarde se alistó en los Navy SEALs, cuerpo de elite en el que se especializó en demolición submarina y en el que sirvió durante más de dos décadas, hasta 2008, y con el que comandó a 3.500 hombres de las fuerzas especiales en Irak.

Una vez colgado el uniforme, Zinke dio el paso a la política, primero como senador en Montana y después como el representante del único distrito de su estado en la Cámara de Estados Unidos, cargo para el que ganó su primera reelección el pasado 8 de noviembre con más del 56 % de los votos.

Aunque Zinke se remonta a sus tiempos de Eagle Scout para reivindicarse como un proteccionista del medioambiente, grupos ecologistas lo han puesto en duda a raíz de algunas de sus votaciones en el Congreso, como su apoyo a que tierras federales recaigan en manos de los estados o de entidades privadas.

También se ha opuesto a limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, metano en este caso, en los proyectos energéticos extractivos en tierras gestionadas por el Departamento del Interior y a la moratoria del expresidente Barack Obama al alquiler de estos terrenos federales para explotaciones de carbón.

Trump, de hecho, pretende poner fin a esa moratoria y promover un aumento de las prospecciones petroleras marítimas y terrestres en áreas controladas por el Estado.

El nuevo presidente llegó a la Casa Blanca con un programa desarrollista y extractivo bajo el brazo, en cuya aplicación jugará un importante papel Zinke.

Con unos 70.000 empleados y un presupuesto superior a los 20.000 millones de dólares, el Departamento del Interior gestiona más de dos millones de kilómetros cuadrados de tierras (unas cuatro veces la superficie de España), unas inmensas extensiones concentradas en su mayor parte en el oeste del país.

Con Obama en la Casa Blanca, Interior se había convertido en la punta de lanza de las políticas para mitigar el cambio climático, pero Zinke, del mismo modo que Trump, se ha mostrado escéptico con el consenso científico internacional de que el calentamiento del planeta tiene su origen en la actividad humana.

"El clima está cambiando. No creo que eso se pueda negar, pero el clima siempre ha cambiado", dijo el año pasado Zinke, que considera la mano del hombre una causa "probable" de ese fenómeno aunque es algo que "todavía" está "en estudio", por lo que pretende abolir las normas de Obama que "no se sustenten en ciencia sólida".

En su audiencia de confirmación ante el Senado, Zinke reconoció que "el hombre ha tenido una influencia" en el cambio climático, pero su reticencia a admitir que esa influencia ha sido determinante para provocar el fenómeno, como opinan numerosos científicos, generó preocupación entre la oposición demócrata.

Además del desarrollo del programa extractivo de Trump, el nuevo secretario de Interior también es partidario de ampliar el uso y acceso de las tierras federales bajo control del Departamento del Interior para actividades de ocio como el esquí o la bicicleta de montaña, además de sus favoritas, la caza y la pesca.

Casado y padre de tres hijos, Zinke se considera discípulo del expresidente Theodore Roosevelt (1901-1909), que hizo de la protección de los recursos naturales una prioridad de su paso por la Casa Blanca y quiere tomar un testigo que considera que se ha malinterpretado a lo largo del último siglo.