Bangladesh ahondó su crisis política con la victoria de la gobernante Liga Awami en las elecciones generales celebradas ayer en medio de disturbios y el boicot de la oposición, y puestas en duda por la comunidad internacional.

La violencia que ha dominado los comicios continuó hoy con nuevos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y opositores que causaron cuatro muertos en Dacca, lo que eleva el número de víctimas mortales a 22 en las últimas 24 horas.

Estos fallecidos se suman a las 150 personas que han muerto desde el anuncio electoral en noviembre y durante el fin de semana ardieron unos 200 colegios electorales.

El diario The Daily Star ha definido las elecciones como las "más sangrientas de la historia del país".

La violencia se podría prolongar durante los próximos días con la convocatoria de una huelga hasta el miércoles por parte de la oposición, que pide la cancelación de los comicios que considera una "farsa".

La Comisión Electoral anunció esta mañana de forma provisional la reelección de la actual primera ministra, Sheij Hasina, un resultado esperado dado que en la mitad de los 300 distritos del país no se presentaron candidatos de la oposición.

La Liga Awami ganó en 105 de los 139 circunscripciones donde se votó, que se suman a los 127 que logró en las zonas donde la oposición no se presentó, lo que le otorga una mayoría de más de dos tercios.

Los partidos independientes obtuvieron los 34 escaños restantes.

Las elecciones se repetirán en ocho distritos, en los que la violencia evitó que los votantes depositaran sus votos.

Sólo 48 de los 92 millones de posibles votantes pudieron ejercer su derecho debido al boicot y los disturbios.

Mientras la Liga Awami afirmó que las elecciones son "una victoria de la democracia", la principal formación de la oposición, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), las ha calificado de "ridículas", al Gobierno de "ilegal" y ha descartado cualquier posibilidad de diálogo.

Una opinión que comparten analistas, medios de comunicación y observadores internacionales.

The Daily Star, unos de los periódicos más vendidos del país, afirmó hoy en un editorial que la victoria de la Liga Awami representa "una victoria vacía, que no le proporciona ni un mandato ni una posición ética para gobernar".

La líder del BNP, Jaleda Zia, ha denunciado que se encuentra bajo arresto domiciliario desde hace más de una semana, al igual que otros líderes opositores, una situación criticada por HRW, que no considera las elecciones libres.

Estados Unidos expresó su preocupación por las detenciones de la opositores y la Unión Europea lamentó la incapacidad del Gobierno para "crear las condiciones necesarias para la celebración de elecciones transparentes".

Zia lidera una coalición de 18 formaciones políticas que pide la cancelación de las elecciones por su desacuerdo con la creación de un Gobierno interino liderado por la Liga Awami.

La ley establecía la creación de un gobierno interino formado por todos los partidos para supervisar los comicios, pero Hasina modificó la legislación en 2011 y ahora controla el proceso electoral.

Hasina y Zia, ambas pertenecientes a dinastías políticas, se han alternado en el poder en las últimas dos décadas y son acérrimas enemigas.

Bangladesh atraviesa uno de sus momentos más violentos desde su sangrienta independencia.

En esta legislatura el Gobierno creó un tribunal especial para juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra de 1971, en la que Bangladesh se independizó de Pakistán, del que hasta entonces era su región oriental.

Desde comienzos de 2013 una decena de personas, en su mayoría octogenarios líderes islamistas pero también dos líderes del BNP, han sido condenados a penas de muerte y prisión, lo que ha desatado violentas protestas y causado cientos de muertos.

Asimismo, un tribunal ilegalizó al principal partido islamista, el Jamaat-e-Islami (JI), aliado tradicional de Zia, por considerar que se trata de un partido religioso que no reconoce al pueblo como la fuente del poder y que espolea la división entre comunidades.

Los disturbios y la violencia han empañado los logros conseguidos por el país asiático en desarrollo humano, en especial en alfabetización y mortalidad infantil en los últimos años.

Además, ha afectado a la industria textil, que proporciona trabajo a cuatro millones de bangladeshíes y supuso unas ventas al exterior de 21.520 millones de dólares, el 79 % de sus exportaciones, en 2013.

Los continuos episodios de violencia y la incapacidad de los partidos de contenerla llevaron en 2007 a instaurar durante casi dos años un régimen tutelado por el Ejército bangladeshí.