Carlos Alonso afronta este domingo su gran reválida como político. Tras ser mano derecha de Guillermo Guigou en su etapa en el PP a mediados de los 90 y en la consejería regional de Agricultura, tras su paso por Bruselas y su fichaje por CC de la mano de Ricardo Melchior, quien lo concibió casi desde el principio como su mejor delfín, el actual presidente del Cabildo de Tenerife se enfrenta al escrutinio de los electores por primera vez. Atrás deja las dudas de muchos, sobre todo en su propio partido, sobre su carisma y capacidad de movilización electoral por su perfil mucho más técnico y menos campechano que el de Melchior y el de otros políticos nacionalistas, aunque también explotando su bien ganada fama de serio, trabajador, preparado y planificador. En una entrevista multimedia con el grupo El Día, el candidato de CC subraya la autocrítica y renovación que ha propiciado su partido internamente, de la que él es uno de sus caras más visibles, y, al mismo tiempo, su condición de fuerza bisagra que ocupa el "centro político", por lo que no descarta pactar con la izquierda o la derecha según sea el resultado electoral.

Alonso remarca también la autonomía de CC respecto a las decisiones que se toman "en Madrid o Barcelona" y que supone un valor cualitativo que distingue a los nacionalistas y refuerza sus exigencias allá en pro de las Islas. Con la formación como espina dorsal de su proyecto para que los jóvenes puedan competir, y con el año 2030 como horizonte, presenta como irrenunciables los puertos de Granadilla, Fonsalía y el Puerto de la Cruz, la ampliación en un 30% de la terminal del Reina Sofía, el anillo insular, la promoción y mejor introducción en el mercado de los productos de la Isla y la creación de empleo junto al tejido empresarial.