Me cuento entre los ingenuos que en agosto se imaginaban para este fin de semana un derbi de altura. Creí que era una ventaja mantener al entrenador, creí en las cábalas del año 9 , que con Naranjo y Nano bastaría para superar las cifras de los que cambiaron de camiseta. Creí que la gran plantilla que habían hecho los amarillos se convertiría en un gran equipo y que un año tan malo como el anterior era imposible de repetir. Ya sabemos que la liga de Segunda División es larga e imprevisible pero a día de hoy la expectativa es mínima, tanto que se firmaría la permanencia en ambos bandos. Tremendo. Los "reyes del empate" amenazan con igualar hoy también a desaciertos ya que no pueden perder los dos.

La expectativa que nos queda a los aficionados deriva del contexto que tienen estos duelos de rivalidad en los que siempre es posible que alguno de nuestros equipos -si no los dos- dé rienda suelta a todo su potencial y permita atisbar una reacción después de tantas semanas encadenando tropiezos. Aunque ese "punto de inflexión" que se proclama desde ambos vestuarios está por ver. Opino que al final de un curso los resultados deportivos suelen ser reflejo de cómo se gobiernan los clubes y en Canarias no podemos presumir de sociedades modélicas. El cambio real y a positivo tendrá que marcarlo una mejora en la gestión. Clubes modestos como los canarios pueden ganar dinero y lograr éxito deportivo evitando el creciente desapego de sus seguidores, hoy por hoy tratados como meros clientes cuando en realidad lo que quieren es sentirse parte como demostrarán esta tarde los vacíos en la grada.

(*) Jefe de Deportes de Televisión Canaria