La soledad de dos seres totalmente opuestos está en el centro de la sutil historia que las debutantes Cecilia Atán y Valeria Pivato cuentan en "La novia del desierto", una película con una gran Paulina García en una historia sobre soledades, viajes y segundas oportunidades.

"Tanto en la historia como en el proceso de hacer la película, una de las cosas que rescatamos no es solo el destino, sino el valor de atravesar ese viaje; es una película que habla de creer en la vida", explicaron las realizadoras argentinas en una entrevista sobre el filme, que acaba de llegar a las salas españolas.

Una historia que partió de la figura de las nanas, "esas mujeres, muy comunes en Latinoamérica que dedican su vida a la vida de otros, criando hijos de otros" y que, cuando esos niños crecen, se quedan en una especie de limbo personal.

En "La novia del desierto" esa nana es Teresa (García), una mujer que se va de la casa en la que ha trabajado durante años para empezar su labor en un nuevo lugar.

En su viaje se cruza el Gringo (Claudio Rissi), un vendedor ambulante con el que no tiene nada en común, excepto la soledad en la que ambos viven y que resulta aún más profunda en el paisaje desértico en el que se desarrolla.

El desierto "tiene un doble valor, desde lo netamente geográfico y desde lo simbólico, porque destila el vacío al que la protagonista tiene que llegar para saber hacia dónde tiene que partir".

Ha de "abandonar su pasado y el desierto, un no lugar, y le da la posibilidad de pensar hacia dónde desafiar al destino", precisaron las realizadoras.

Y para contar esta historia con la que querían traspasar fronteras, necesitaban a una actriz "con la experiencia necesaria, con un determinado arco dramático y que pudiera empezar en un lugar retraído y terminar en otro en el que el espectador la vea como bella".

Un personaje complejo que Paulina García llena de matices, lo que ayuda al desarrollo de una historia que va evolucionando hacia caminos diferentes a los que el espectador puede imaginar al comienzo.

"Cuando me invitaron a participar en la película, el guion era muy sencillo, y me conmovió eso y la ternura de Teresa", recuerda la actriz en una entrevista sobre una película que evolucionó mucho desde que le presentaron el guion por primera vez.

Un filme delicado con el que la actriz sintió "inmediatamente, que iba a ser muy interesante".

No le importó que fuera el debut de las realizadoras; al contrario, le animó que fueran mujeres, que la historia se centrara en una mujer y que se desarrollara en una lugar familiar para ella, como el desierto, aunque el argentino sea muy diferente del de su Chile natal.

A eso se añadió el papel que juega en la película Difunta Correa, una santa popular a la que veneran en la provincia de San Juan, una devoción conmovedora para una actriz que busca la "verdad orgánica" en cada uno de sus personajes.

Para meterse en el papel de la Teresa de "La novia del desierto", buscó "el rayito de luz". "Es -explica- como estar en una pieza oscura tratando de encontrar la manilla para ver dónde estoy. Es una dura porfía y, de tanto estar ahí, a veces entra ese rayito de luz que me conecta con el personaje".

Un proceso que pese a la experiencia cada vez le resulta más complicado. "Es íntimo, privado y sufrido", asegura.