No hay balcón -tampoco existe en el propuesta de Bellini- ni los voluptosos trajes de época que imaginó William Shakespeare. Silvia Paoli, directora de escena de "I Capuleti e i Montecchi" ha sustituido las espadas por palos de billar y pistolas al aire. Si en su día ya tuvimos a un "Don Giovanni" recorriendo en taxi los bajos fondos de Nueva York y ahora nos encontramos con Romeo y Julieta compatiendo la barra de un bar de mafiosos es probable que no falte mucho para ver al oficial Pinkerton en un cibercafé o al siempre creativo Cavaradossi buscando una oportunidad en una oficina de empleo temporal. Sí. La ópera lleva años rizando el rizo en busca de audiencia; de jóvenes como los que conforman el reparto moldeado por el maestro Giulio Zappa en el programa Ópera (e) Studio. Voces que están en una situación de tránsito a la espera de que lleguen oportunidades de mayor calado.

"I Capuleti e i Montecchi", que se estrenó anoche en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife, cubre con creces el objetivo de entretener. Conviene no olvidar que el "castin" es un laboratorio de arte vivo al que aún le faltan por vivir sus mejores momentos en el campo de la lírica. No obstante, hay registros interesantes como los de Lara Lagni (Giulietta), Aurora Faggioli (Romeo), Alberto Camón (Capellio) o Nicolò Donini (Lorenzo). Otros seis cantantes -Francesco Castoro (Tebaldo), Vicenzo Santoro (Capellio), Nina Salodovnikova (Giulietta), Christina Campsall (Romeo), Guillén Mungía (Tebaldo) y Diego Savini (Lorenzo)- completan los créditos de una ópera que estará en cartel hasta el próximo domingo.

El amor imposible es el punto de unión entre la visión literaria de Shakespeare y la musical de Bellini -dos puntos de vistas opuestos sobre el mismo tema-, pero esa lucha por lograr (o no) la felicidad sentimental está inundada de odio en la versión cuyo apartado musical dirige el italiano Matteo Plagliari. Antes de que suenen las voces -los momentos del Coro de la Ópera de Tenerife son maravillosos- ya hay un cadáver sobre el escenario. Durante la obertura los restos de un adolescente asesinado por Romeo caen sobre las cabezas de los músicos de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST). Con una silueta marcada a tiza en la tarima se desencadena el primer acto.

En poco más de dos horas y veinte minutos -la ópera se divide en dos actos con un descanso de 20 minutos- se arma una trama con tintes mafiosos que crece en el sur de Italia. Las profundas raíces religiosas están presentes en una puesta en escena que genera una interesante imagen a contraluz en el instante en el que se produce una boda que no llega a buen término. No les cuento más. Hay cólera, enfrentamiento, resentimiento... Fases en las que todo parece que va a estallar en una caja escénica en ocasiones tan saturada que se crea un hermoso efecto de "error vacui". Ahí es cuando la luz se atempera para dar forma a composiciones de carne y hueso que no dejan indiferente al espectador. Este es un "Romeo y Julieta" distinto, pero igual de válido que otros.

Funciones: 27, 28 y 29 de octubre

Lugar: Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife.

Hora: 19:30 (viernes y sábado) y 19:00 (d).