"Soy músico antes de aprender las vocales... Mi padre no me daba las cucharadas de puré si no le decía bien las notas musicales". A partir de esa frase es más fácil entender quién es Lulo Pérez (1975), un cubano que habla con pasión de un mundo que conoce de memoria. Un universo dominado por las leyes comerciales que no para de transformarse. "Hoy un disco te lo machacan en la redes sociales en menos de un día y, por tanto, hay que buscar otros ingresos", asegura sobre todo lo que se genera alrededor de un concierto.

¿Qué espera encontrar en la Isla?

Buenos compositores... Tengo grandes experiencias con Pedro Guerra y con "Caco" Senante y, por lo tanto, estoy avisado del talento que hay por aquí. Además, soy de una Isla y conozco cómo se siente la música en Canarias. Procuraré generar un intercambio entre lo que hago y lo que ellos me quieran mostrar...

La sonoridad es la columna vertebral de su obra, ¿no?

Para mí es la forma más sencilla de dejar mi huella en el trabajo que hago. Alguna vez he recibido ofertas de artistas que apuestan por el chimpún, chimpún, chimpún... Ahí hay dinero, pero yo prefiero invertir mi creatividad en proyectos que son tan vasculantes como la bolsa en lugar de prostituirme en producciones en las que no creo.

¿No le gustan los sonidos urbanos?

No, no, no, no... A mí René Pérez (Calle 13) me parece que es un creador espectacular... Coldplay también hizo "Ghost Stories" con un dj de productor que es una barbaridad; una belleza. No tengo nada en contra de las maquinitas, pero hay que saber usarlas. Tampoco me gusta el dj que une tres hits y grita oh year, oh year, oh year...

¿Orishas?

Orishas ya no me gusta tanto... No le voy a mentir.

¿Algunos anclajes de su música están cerca de la trova cubana?

Algo hay, por supuesto... También un poco de "feeling". Eso lo chupé de joven. Primero al lado de Omara Portuondo y luego cuando estuve cerca de Pablo Milanés, ya que su productor musical, Miguelito Núñez, al igual que yo, es de Pinar del Río... Esa pasión la trasladas a una guitarra eléctrica o a una batería y el resultado final es igual de contundente... El flamenco me alimentó como músico.

Habla del flamenco como una influencia positiva en su obra, ¿se entiende de otra manera dentro y fuera de España?

Sí... En Miami dices que eres flamenco y seguro más de uno te responde: "En qué restaurante tocas o en cuál vas a tocar". Yo creo que esa es la forma más banal que existe a la hora de encasillar una música tan grande. Yo no estoy diciendo con esto que en Miami la música flamenca sea para restaurantes, sino que algunos no saben cuantificar su auténtica valía. Antonio Banderas, por ejemplo, ha desarrollado en Los Ángeles un trabajo más serio para defender sus raíces en teatros y espacios reservados a la cultura. Lo que intento explicar es que el flamenco es mucho más que unas castañuelas y un traje de lunares.

Eso es como ir a comprar a una botica, ¿hay de todo?

Más o menos... A algunos no se les entiende y por esa razón llegó mucho más lejos Paco de Lucía con su guitarra que otros artistas que son más puristas. La cantante flamenca de España más grande en Estados Unidos es Rosario Flores.

¿Y Paco de Lucía?

Es como el himno o la bandera del flamenco en el mundo... Yo trabajé con él en el disco "No es lo mismo" y a partir de ahí hicimos una bonita amistad. Le ayudé, junto a otros amigos, a montar un estudio de grabación en Cancún. De hecho, cuando murió estábamos preparando para meter el sonido de su guitarra en un disco de música instrumental a piano. Su adiós fue traumático.

Camarón de la Isla, Paco, Enrique Morente... ¿Son tres pérdidas muy valiosas para este género?

Aún queda cosas muy grandes... Para mí Vicente Amigó es una de las representaciones más valiosas que tiene el flamenco, aunque percibo que no le están dando el reconocimiento que se merece. Hay que hacer más caso a las voces que suenan hoy: Estrella Morente, Antonio Carmona, Niña Pastori son tres ejemplos fuertes y la labor que está haciendo "Chaboli" es increíble. Creo que ha llegado el momento de dejar de explotar a los fallecidos, o los caídos, para luchar por los que están en disposición de llegar muy lejos.

La música latina parece que se está apoderando, poco a poco, del mercado internacional...

¿No estamos hablando de "Despacito"? (pregunta).

Bueno, de "Despacito" y de otros temas con una estructura similar que dominan las ventas de norte a sur, de este a oeste...

Al final, la gente compra lo fácil y lo barato... Se vende más Coca Cola que vino. Eso es así. Es algo que está en la educación y el facilismo del ser humano. Algunos prefieren vender un producto que te sirven en una cuchara para que no tengas que masticar; yo prefiero masticar.

¿Cómo se ve desde dentro el rol estratégico que juega Canarias para los artistas latinos?

Igual que las válvulas de presión que hay en Puerto Rico o en Santo Domingo para llegar a conquistar Nueva York, o en México para asentarte en Los Ángeles... Canarias juega ese papel en Europa, no solo en el mercado español.

¿No tiene la sensación de que la música se ha metido en una espiral donde manda lo comercial?

La industria del disco se ha convertido en un formato de apoyo para los conciertos...

¿Es más importante el directo que un disco?

El disco es un elemento más... Cuando firmas un contrato sabes qué gafas y qué zapatos tienes que llevar en un concierto. Hoy un disco te lo machacan en la redes sociales en menos de un día y, por tanto, hay que buscar otros ingresos.

¿En el directo no hay trampas?

Es importante que un artista sea un artista de verdad, que sepa coger una guitarra o sentarse en un piano e interprete sus canciones. Yo siempre apuesto por el instrumentista que canta o el compositor que se preocupa por dominar el instrumento.

¿La crisis ha servido de filtro?

La música siempre ha pasado por dificultades... Lo que sí cambió es el trato de las discográficas: la crisis ha abaratado las carreras de los artistas. Ahora se apuesta por canciones, no por discos... Todo se resume a una canción que si no funciona te fuistes. Ya no hay proyectos como los de Julio Iglesias o Roberto Carlos con diez o doce hits. ¿Cuál es el segundo tema del disco de Luis Fonsi en el que sale "Despacito"? Nadie lo sabe. El dinero que se ahorran en una buena producción discográfica hoy se lo gastan en una promoción en un desierto en la que aparece un desconocido sobre un camello escuchando "Despacito".