La expresividad y la estética son aspectos que preocupan y cuida al detalle el artista Carlos Nicanor (Las Palmas, 1974) cuando elabora su peculiar trabajo, lleno de ironía, también de humor e intenciones que invitan a la reflexión.

El periodo histórico del Barroco (todo el siglo XVII y principios del XVIII), en especial en su apartado artístico, ha sido el pretexto utilizado por el autor para dar rienda suelta a su probada imaginación, caracterizada por una búsqueda de nuevos sentidos a los objetos que captan su atención y despiertan su creatividad, elementos que reinventa y adapta a lo que quiere "comunicar". El resultado son catorce esculturas y algunos dibujos referidos a varias de ellas.

Magníficos marcos, concebidos en principio para acoger en su seno pinturas más bien de corte clásico, son utilizados por Nicanor para "limitar" unos relieves punzantes realizados con madera, que ha titulado "Familia Real"; o una "Marina mimética" de bronce fundido en la que el fluido se desborda y gotea fuera del cuadro, algo parecido a lo que ocurre en "Bodegón con pimiento rojo", en la que utiliza pintura.

También incluye "Instrumento insonoro", en la que ha unido cinco presumibles arpas en una pieza conjunta, evocando la música en el Barroco; otra, "Tail", marco en cuyo interior monocolor de un azul de Prusia sobresale lo que podría ser la cola de un animal que cuelga del cuadro, o el titulado "Ubi sunt", un vanitas hecho con bronce fundido que simula un cráneo o una especie de Allien, y que simboliza la muerte, el final de la serie, entre otras "esculturas enmarcadas", inspiradas en bodegones y naturalezas muertas del Barroco.

Según el propio artista, esta serie es la continuación y el final de otra que realizó para la Twin Gallery de Madrid. "Es una exposición en la que se está hablando del barroco desde otro punto de vista. Era un pretexto para hacer un guiño a la risa, a lo dramático de la época porque siempre me pregunté por qué se presentaban esos cuadros tan dramáticos, de un dramatismo como muy teatral. Me pareció curioso que la gente pudiera sufrir de esa manera".

La realidad demuestra que las propuestas de Nicanor entran por los ojos y luego intentan despertar las neuronas del espectador para que pueda captar el concepto planteado por el artista, pero es un proceso libre.

"Lo que pretende mi obra es despertar en el espectador lo que despierta a mi. Ver el arte desde otro punto de vista. Sin faltar al respeto a la obra y al que la observa, trato de que el mensaje sea sutil y le llegue de una manera directa. Busco que el espectador piense primero en la estética de la escultura, la mire, se enamore de ella, que después piense en el objeto conceptualmente y vea la ironía".

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