Hoy me gustaría hablar de Cristóbal Balenciaga, ese increíble diseñador español que llegó a arrancar piropos de la mismísima Coco Chanel. Cosa bastante rara, debido al conocido carácter crítico y el afamado mal genio de la francesa.

Ayer publiqué en la pagina de Facebook del blog (cristinamartinsblog) una imagen de la colección Primavera/Verano 2015 de Delpozo que me hizo pensar mucho en Balenciaga. Josep Font, director creativo de la casa, con su trabajo minucioso, su patronaje innovador, detallista y muy elegante, me recuerda muchas veces la genialidad del diseñador nacido en Getaria.

Creo que su figura y su trabajo están quizás ofuscados por la marca que lleva su nombre y me gustaría mucho que los lectores que se interesan por la moda tuvieran bien clara la imagen y la historia de ese hombre que, para mi, es uno de los grandes personajes de la moda de todos los tiempos.

No entraré en muchos detalles históricos pero es importante saber en que contexto se movió el diseñador. Nació en 1895, en la pequeña localidad de Getaria, en el País Vasco, en el seno de una familia humilde y muy católica. Su padre era pescador y su madre costurera en un taller. Al niño Cristóbal le encantaba acompañar a su madre al taller y ahí tuvo un encuentro que cambiaría su vida para siempre.

La marquesa de Casa Torre, cliente del taller, le enseña su guardarropa, con varios modelos creados en los mejores talleres de París y Londres, para que luciera en las fiestas y eventos a los que era invitada. Parece ser que ese momento fue decisivo en la vida del niño. Al abrir las puertas de ese guardarropa, la marquesa también le abrió los ojos para el futuro.

Con ayuda de la marquesa, en 1907, se traslada a Sen Sebastian para iniciar su aprendizaje como sastre y comienza a trabajar en unos grandes almacenes donde, en poco tiempo, es nombrado jefe de taller de confección para señoras.

Es ahí mismo, en la ciudad de San Sebastian, donde abre su primer taller en 1917. Su primer vestido, como no, es para la marquesa de Casa Torre. Su éxito es rotundo. Entre sus clientas se encuentra nadie menos que la reina Maria Cristina, además de muchas otras damas de la familia real y de la alta sociedad.

La proclamación de la Segunda República, en 1931, interfiere drásticamente en su negocio. La clientela de alta costura se va del país y el diseñador se tiene que replantear su negocio. Funda un nuevo establecimiento, EISA Costura y abre sucursales en Madrid y Barcelona. Pero la guerra civil no tardaría a llegar y en 1936 el diseñador cesa temporalmente la actividad de sus casas, abandonando, él también, el país.

Se va a París y, ya en el siguiente año, presenta su primera colección de alta costura en su maison en la Avenida Georges V. Supo como ningún otro utilizar sus raíces españolas, empleando espectaculares bordados y pasamanerías, mezclándolas con la elegancia y el lujo franceses. Su famoso vestido "Infanta" tiene un éxito arrollador.

Los años 40 han visto nacer su primer perfume, así como sus primeros experimentos con volúmenes, que, a partir de entonces, serían una característica de sus diseños. Empieza su etapa más escultórica y conceptual y sus creaciones de líneas limpias y fluidas son toda una revolución en la moda de aquel momento.

Ya a finales de los años 50 crea su "vestido-saco", suelto y cómodo, que contrasta con la línea ajustada de la época. Recibe del gobierno francés el título de Chevalier de la Légion d''Honneur por los servicios prestados a la industria de la moda. Sigue creando colecciones que trabajan volúmenes casi arquitectónicos, con formas cada vez más puras y abstractas, generando unas siluetas totalmente novedosas en la historia de la moda.

En 1960, diseña el traje de novia de la nieta de la marquesa de Casa Torre, aquella que le abrió su guardarropa cuando era apenas un niño. Fabiola de Mora y Aragón, la novia, sería la futura reina Fabiola de Bélgica.

Quizás ahí, al crear el vestido de novia para la nieta de la marquesa, ya se empiece a cerrar el ciclo de su vida profesional. Descontento con la sociedad y con los rumbos que toma el mundo en los convulsos años 60, presenta su ultima colección en 1968 y anuncia su retiro.

Después de cincuenta años de dedicación a la alta costura, la moda unisex y rápida ya no dejaba espacio a los exquisitos y caros diseños del maestro. Vuelve a España y fallece en 1972, en Valencia. Su cuerpo descansa en Getaria, su ciudad natal, que también alberga el fantástico museo que lleva su nombre. El Museo Balenciaga está ubicado en el palacio Aldamar, antigua residencia de la marquesa de Casa Torre, que, una vez más, nos ofrece la oportunidad de conocer el talento de ese gran maestro.

Era extremadamente meticuloso y detallista.

Solo quedaba satisfecho con un trabajo cuando el resultado era perfecto.

Sus creaciones tenían precios muy elevados.

Manifestó predilección por los tejidos con peso, que se enriquecían con bordados a mano, lentejuelas o pedrería.

Era capaz de montar un vestido con un paño de tela, sin apenas cortes ni costuras, en poquísimo tiempo.

Su habilidad en crear volúmenes y formas fue asombrosa; daba a todas las prendas un acabado perfecto.

Su nivel de exigencia le llevaba a desarmar un vestido entero si no quedaba a su plena satisfacción.

Creaba diseños exclusivos para sus mejores clientas sin necesidad de pruebas; la misma Marlene Dietrich afirmó que Balenciaga conocía sus medidas y que ninguno de sus vestidos exigió retoques.

Es a partir de los años 50 cuando empieza a ser más reconocido y despliega toda su creatividad.

Al contrario que muchos diseñadores, que diseñaban sus creaciones pero no las confeccionaban, Balenciaga tuvo un pleno dominio de la costura y del manejo de tejidos.

Conociendo a Balenciaga