"Cuando tocamos para gente del Medio Oeste, incluso para los que no son aficionados al jazz, entienden que esto es sincero". Ethan Iverson, pianista de The Bad Plus -que no líder, una figura inexistente en el grupo-, explicaba así, en una entrevista a Rockdelux, que su propuesta -una amalgama de jazz, música académica contemporánea y rock en la que las composiciones propias se mezclan con las versiones de Nirvana, Abba, Bowie o la famosa sintonía de Carros de Fuego, por ejemplo- no responde a ninguna voluntad de provocar o estar a la moda, sino a una actitud abierta y natural ante la música que define a los habitantes de esa extensa zona de EEUU.

The Bad Plus proceden del Medio Oeste; Freddy Cole y su cuarteto, también. Ambos son -cada uno a su manera- incontestablemente auténticos. Hasta aquí las similitudes de los dos conjuntos que protagonizaron, en el Teatro Leal de La Laguna, la segunda jornada en Tenerife del Festival Internacional Canarias Jazz & Más Heineken.

Con casi 84 años, Cole conserva intactos el sentido del swing, la precisión al piano y la profundidad de una voz tan convincente en los temas melódicos como en los más cercanos al blues. Comenzó algo frío, pero ya a la tercera canción, una interpretación emocionantemente "bluesy" de "Easy living", el grupo adquirió la consistencia que no decaería durante la hora y pico restante y que llegó a su culminación con un "If I love again" vibrante.

Cole se ha rodeado de unos acompañantes más que sólidos entre los que el papel estelar lo ejerce un guitarrista al que, tanto por su juventud -da la sensación de haber terminado la ESO ayer mismo- como por su nombre -Randy Napoleon (¡!)-, cabe augurarle un futuro imperial y cuya complicidad con el líder de la banda se hizo evidente.

Sea porque ignoraban que con el veterano cantante y pianista no terminaba la noche o porque solo les interesaba la actuación de este -no todo el mundo es del Medio Oeste-, bastantes espectadores abandonaron el teatro en el intermedio. De que la bajada de la temperatura solo se notara en el termómetro -arropadito se soporta mejor el frío lagunero que se cuela en el recinto- se encargaron los tres componentes de The Bad Plus.

No hubo versiones de Radiohead o Queen ni pasajes de "La consagración de la primavera" de Stravinsky, a la que el grupo ha dedicado un sorprendente álbum; solo las creaciones de Reid Anderson (contrabajo), David King (batería) y del propio Iverson, empezando por algunas de las contenidas en su último trabajo, "Made posible", y recuperando algunos de sus "clásicos", como el potente y rítmico "1972 bronze medalist".

Iverson ha definido alguna vez a The Bad Plus como el trío de jazz más ruidoso de la historia. Tal vez sea una exageración (o tal vez no), pero de lo que no hay duda es de la convicción con la que han asumido su apuesta por una intensidad siempre creciente. El formato tradicional del trío jazzístico, en el que el piano ocupa el papel central, se disuelve aquí en un concepto más democrático. De ambas características -intensidad y protagonismo compartido-, King es el mejor exponente. Contundente, imaginativo, esta auténtica bestia parda de la percusión se llevó los mayores aplausos del público.

Y hablando de aplausos, ¿hay alguna consigna en el festival para evitar los bises? Ni Freddy Cole y su gente ni The Bad Plus los tuvieron, y ambos se los merecían.