Considerado uno de los máximos talentos en su campo, el bailarín tinerfeño Héctor Navarro ha regresado a la Isla para impartir su tradicional curso veraniego, que se desarrollará desde el próximo lunes en el Centro Internacional de Danza ubicado en Santa Cruz de Tenerife. Miembro del prestigioso Béjart Ballet Lausanne y poseedor de un importante bagaje que también pasa por la compañía de Víctor Ullate de Madrid, el joven considera que en Tenerife "todo sigue igual" para su faceta artística.

-Lleva ya cuatro años en el Béjart Ballet Lausanne. ¿Es de suponer que ya no pasa por su cabeza abandonar la compañía?

-Fue algo que me planteé hace dos años, pero siempre cabe la posibilidad. Esta va a ser mi quinta temporada con la compañía de Béjart, y a veces te fijas otras metas o miras a ver si hay algo que te pueda estimular más. Lo que ocurre es que si estás en una buena compañía, donde te valoran, tienes tu sitio ya hecho en el elenco y ves que continúas progresando y aprendiendo, sopesas el hecho de permanecer en ella. Además, esta temporada y la pasada han sido las mejores; cada vez te dan más confianza; ya he interpretado varios papeles protagonistas, como el de Romeo en una obra compuesta por extractos de piezas coreografiadas por Maurice Béjart, o Fénix en "El pájaro de fuego", una de las obras clave de Maurice, entre otros.

-Su cotización ha aumentado. Es de suponer que habrá recibido ofertas de otros ballets.

-En el mundo de la danza las ofertas no llueven. Lo que sí ocurre es que cuando hay coreógrafos o directores que te ven bailar o te conocen, no te invitan directamente, sino que te hacen una reflexión y te dicen que, si quieres, ellos estarán encantados de tenerte. Y también puede darse el caso de que encuentres las puertas abiertas para volver a otras compañías con las que ya has trabajado.

-¿Qué posibilidades ofrece España a los jóvenes que quieran dedicarse profesionalmente a la danza?

-Está el Ballet de Víctor Ullate y la Compañía Nacional; la oferta, por lo tanto, no es amplia, pero tengo entendido que en 2010 Ullate tomará las riendas del Ballet Nacional, porque quieren hacer un ballet clásico y grande. Fuera de eso no hay muchas otras posibilidades.

-Ana Laguna declaró a este periódico que podrían existir dos compañías nacionales a la vez.

-Una de clásico y otra de contemporáneo sí podría ser, aunque la Nacional ya hace de todo, porque sus componentes son bailarines muy bien formados. Pero dos iguales, no lo he visto en ningún sitio. En todo caso, en España tenemos un conjunto de ballet y otro de flamenco. Pero el grupo oficial, como digo, es muy completo: hace clásico, neoclásico, contemporáneo... Si hubiera otro en esa línea de trabajo, qué haría, ¿lo mismo? Hay países que tienen dos grandes compañías, pero sólo una es la nacional, de modo que esa idea, que de por sí es complicada de llevar a cabo, no tiene mucho sentido.

-Regresa a Tenerife tras un año de intenso trabajo. ¿Observa mejorías en el área de la danza?

-Todo sigue funcionando igual y, en todo caso, un poco peor con la crisis. No hay dinero, una carencia que se nota en todo, pero especialmente en la danza más; Ballets de Tenerife ha sufrido las consecuencias de esta situación económica, pero nosotros también lo hemos padecido en el Ballet Béjart, pues hemos tenido menos espectáculos. Lo cierto es que, con crisis o sin ella, nada cambia en Tenerife por lo que respecta a la danza, y si lo hace es para peor. Aquí te contratan un año, pero al siguiente ya no, porque trabajaste el anterior y, según dicen, están intentando "variar", que en realidad significa "estamos intentando no hacer nada". Las compañías necesitan infraestructuras para hacer sus espectáculos, en la Isla sólo hay unas pocas, y si la respuesta dada por los programadores es que ya viniste el año pasado, te planteas si deben pasar cinco años para montar otro espectáculo.

-Pero el Auditorio de Tenerife está realizando una gran apuesta por la danza.

-La gracia que me hace el Auditorio de Tenerife es que ellos mismos se adoran, porque te dicen que tienen una gran apuesta cuando en realidad programan pocos espectáculos. Me temo que si ofrecieran sólo uno también sería una gran apuesta para ellos. Es verdad que han traído a Baryshnikov y buenos montajes, pero eso no es una gran apuesta, es una programación normal; no obstante, ellos lo interpretan como si fuera el cartel más completo. Por lo que deberían apostar también es por los grupos de la tierra. Admito que dan algún espectáculo a los conjuntos canarios, pero cuando lo hacen parece como si fuera un favor especial que te hacen. A mi juicio no existe una apuesta real por la danza canaria.

-¿Qué opinión le merece Tenerife Danza Lab?

-A mí no gusta. No digo que esté mal, pero no es de mi gusto. Yo he bailadocontemporáneo, piezas de Pedro Verdalle (no existe nada más contemporáneo que sus obras) y de coreógrafos alemanes, pero se trata de gente formada en los estilos modernos y que tienen una base clásica muy sólida. Lo que ocurre es que aquí hay gente que empieza por lo contemporáneo y continúa con lo mismo, y tampoco lo hacen con alguien que tenga una buena base. Lo que he visto de Tenerife Danza Lab no me parece una maravilla, pero aún así no me parece mal; mejor es tener esto que nada, porque a veces la disyuntiva se plantea entre lo que dice el Auditorio o nada. Me pregunto únicamente si las personas que hayan visto a Tenerife Danza Lab se plantean repetir, o si habrá espectadores que no hayan ido nunca a ver danza, asisten a un espectáculo así, se cierran y no vuelven. Pero bueno, se trata de una apuesta diferente. Si hicieran todo tipo de estilos, entendería que el Auditorio limitase la contratación de otras compañías de Tenerife, pero no es así, de modo que a lo que se renuncia, de hecho, es a ampliar la oferta.

-¿Cuándo le volverán a ver los tinerfeños sobre un escenario?

-Quizás algún día actúe aquí, pero hasta ahora no he podido hacerlo por coincidir con otros compromisos. En todo caso, sería un espectáculo y seguiría con mi actual compañía, porque aquí no es posible desarrollar mi labor. Me consta que los bailarines de la Isla estudian y trabajan, porque dedicarse a la danza en el Archipiélago significa morirse de hambre.