Como suele ser habitual por esta época del año, BBVA Research (el servicio de estudios del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria) ha publicado su informe Situación Canarias 2019. Siempre he agradecido y reconocido el compromiso de este banco con el análisis económico de la economía española y su implicación con las comunidades autónomas y, en especial, la canaria.

Aunque sus análisis son realizados desde una óptica general y sin la sensibilidad que proporciona tener algunas claves más precisas sobre el terreno, acerca de las expectativas y de nuestras claves de política económica, lo cierto es que es un análisis objetivo y muy profesional de nuestra realidad y, como tal, siempre es bienvenido en una región no muy propensa a la autovaloración ni a la autocrítica.

En el informe de este año, BBVA Research adelanta algunas claves sobre las principales amenazas que se ciernen sobre el futuro de la coyuntura canaria. La debilidad de la economía europea y su impacto sobre el sector turístico, el impacto del brexit en una economía regional tan vinculada al Reino Unido, las incertidumbre internacionales derivadas de la guerra comercial entre China y Estados Unidos? son retos que dibujan un panorama complejo en el que tendrán que tomar decisiones las personas encargadas de liderar la Comunidad Autónoma a partir del 27 de mayo.

Entre esta abundante información quisiera detenerme en dos observaciones que me llaman especialmente la atención y que son reflejo de lo que, considero, es el principal problema económico de Canarias.

En primer lugar, las previsiones para este año y el siguiente apuntan un crecimiento total del PIB de un 4,2% en Canarias, quedándonos algo por detrás de la cifra nacional (4,5%). Si a ello le sumamos que, en ese mismo periodo, la población se espera que crezca a un ritmo bastante más portentoso en Canarias (2,8%) que en el resto de España (0,9%), volvemos a encontrarnos con una situación estructural dramática para las Islas: el PIB por habitante en Canarias (1,3%) seguirá creciendo menos que en el conjunto de España (3,6%) por lo que, la divergencia económica que caracteriza el comportamiento de la economía canaria en los últimos 20 años se seguirá manifestando. Cada vez los canarios nos encontramos más lejos del estándar nacional.

Este aspecto siempre ha venido de la mano de otra circunstancia que, a mi juicio, es la clave para comprender la debilidad estructural de nuestra economía: el frágil crecimiento de la productividad. Según las estimaciones de BBVA Research, entre 2019 y 2020 se espera que la ocupación crezca en Canarias un 5,6%, algo superior a la media nacional (4,4%). Pero dado que el PIB se incrementará en un 4,2% en dicho periodo en las Islas, esto supondrá que nuestra productividad aparente del trabajo (el valor que genera cada persona ocupada en el Archipiélago) sigue descendiendo. Y lo más grave de todo, es que seguimos en un bache de productividad, con niveles similares a los que ya teníamos en el año 1992. Casi 30 años de atasco en el progreso.

Sin avances en la productividad estamos condenados al fracaso económico y social. Condenados a salarios bajos, a desigualdad, a incapacidad para competir en los mercados internacionales... Sin productividad no hay futuro, y esa es la imagen que proyecta hoy en día nuestro archipiélago, aunque algunos se nieguen a reconocerlo.

Las bases para recuperar el pulso en nuestra productividad se encuentran en las capacidades y la formación de las personas y en la vocación de las empresas por el I+D+i. Son aspectos competenciales de la Comunidad Autónoma, no hay más culpable de nuestro frágil desempeño que nosotros mismos. O cambiamos el rumbo o nos espera más de lo mismo: retroceso de la productividad, divergencia económica y deterioro social.

*Doctor en Economía Aplicada y Presidente del Consorcio de la Zona Especial Canaria