Más allá de cifras, y no porque no sean importantes, el recorte sufrido por el convenio de carreteras entre el Estado y Canarias refleja un comportamiento que las Islas no deben aceptar. Sobre todo si se tiene en cuenta que la política del Gobierno de Pedro Sánchez se basa en gestos. Con el Archipiélago, desde luego, no para mostrar su aprecio. Basta con echar un ojo a la hemeroteca, desde que el PSOE accedió al Ejecutivo de la nación, para comprobar el lugar que ocupa en la agenda del inquilino de la Moncloa esta comunidad autónoma. Así ha quedado reflejado, además, en los editoriales de este periódico, que no ha parado de llamar la atención sobre la actitud de Sánchez y sus ministros hacia las Islas. En el caso concreto del titular de Fomento, de forma reiterada, pues cada vez que aborda un asunto relativo a Canarias, adopta una postura prepotente más propia de otros regímenes. La conducta con el convenio de carreteras se puede calificar, sin miedo a equivocarse -el propio presidente del Gobierno canario utilizó esta expresión-, de tomadura de pelo, pues al retraso acumulado para su firma, se deben añadir las continuas promesas incumplidas y, por último, un tijeretazo anunciado a última hora aludiendo problemas de interpretación jurídica. Aunque así fuera, no es de recibo que se haya esperado al final para anunciarlo. ¿Qué valor tiene la palabra de Pedro Sánchez, quien se comprometió con su homólogo canario a que todos los convenios pendientes estarían suscritos antes del 30 de noviembre? Muy poco o ninguno.

A los incumplimientos con el convenio de carreteras hay que sumar los que han sufrido otros acuerdos por el poco interés mostrado por Pedro Sánchez para que salieran adelante. La conducta con Canarias del presidente del Gobierno de España choca mucho con el talante que mantiene con Cataluña, donde incluso ha celebrado esta semana un Consejo de Ministros, bajo fuertes medidas de seguridad, buscando congraciarse con la sociedad catalana con inversiones y gestos como la nueva designación del aeropuerto de El Prat. Nada que objetar, pero sí exigir el mismo trato. No se puede minusvalorar y castigar a una comunidad autónoma como Canarias, que es un ejemplo en el cumplimiento de los objetivos económicos y en lealtad institucional, y a la vez volcarse con otros territorios que hacen todo lo contrario. Los canarios no están dispuestos a que se les maltrate cuando han demostrado que a la hora de la verdad son de los que se sacrifican para sacar el país adelante.

El atraque del "AidaNova" esta semana en el puerto de Santa Cruz, junto a la puesta en marcha de la terminal de cruceros por parte de Carnival, suponen un impulso económico para la Isla y, sobre todo, para la capital tinerfeña. En primer lugar por lo que supone el suministro de gas licuado a buques y, por otro, por el continuo tráfico de pasajeros que embarcan y desembarcan en la ciudad. Ahora hay que trabajar para aprovechar ambas cuestiones, que deben repercutir en el desarrollo de Tenerife.