Algunas noticias importantes están pasando casi desapercibidas porque la gente ya se ha acostumbrado a que constantemente se hable de la corrupción. Sin embargo, no deberíamos perder de vista informaciones como la publicada el viernes por EL DÍ: las acusaciones formuladas por delitos de corrupción pública se multiplicaron por siete en la provincia de Santa Cruz de Tenerife en 2013 con respecto a 2012, según se desprende de la Memoria de la Fiscalía del pasado ejercicio, donde se precisa que se pasó de 6 a 43. Específicamente, el ascenso fue de 4 a 21 por prevaricación, de 1 a 7 por cohecho, de 1 a 7 por tráfico de influencias y de ninguna a 8 por malversación. Unos datos expuestos por el diputado del grupo mixto Pedro Justo en el transcurso de la comparecencia parlamentaria en la que el fiscal superior de Canarias, Vicente Garrido, comentó algunos aspectos de dicha memoria.

La corrupción política y de todo tipo no es privativa de Canarias y de España. yer conocíamos la noticia de que el ex primer ministro socialista de Portugal, José Sócrates, fue detenido el viernes por la noche debido a su presunta participación en un caso de fraude fiscal, blanqueo de dinero y corrupción. Si volvemos a España, nos encontramos con que Íñigo Errejón, figura importante de Podemos, compatibilizó su trabajo como investigador contratado por la Universidad de Málaga con la dirección de la campaña del citado partido para las elecciones europeas del pasado mes de mayo y con otras muchas tareas políticas posteriores. El hecho de que esto afecte al dirigente de una formación que ataca frontalmente los escándalos de corrupción suscitados en otros partidos resulta desconcertante para quienes ven en la formación liderada por Pablo Iglesias una respuesta contundente a la oligarquía creada por los grandes partidos políticos, de forma especial por el PP y el PSOE.

Ya que hablamos de Podemos, aprovechamos para subrayar que este partido se ha presentado como un contrapeso entre esas dos grandes formaciones que acabamos de citar. Una meta que espera conseguir, según oímos constantemente, mediante la participación ciudadana para decidir tanto los principios del partido como para elegir a sus dirigentes. Es decir, una especie de democracia asamblearia que busca construir una nueva mayoría social con fuerza suficiente para asaltar el poder estatal. Podemos ha conseguido preocupar al PP y aterrorizar al PSOE, pues es en la izquierda descontenta con la mayoría absoluta -y absolutista, según ellos- donde puede tener Iglesias su gran granero de votos. Hasta CC está incluyendo la opción de Podemos en las encuestas que realiza de cara a las elecciones municipales de mayo, aun a sabiendas de que esta formación, de momento, no tiene intención de presentar listas a los ayuntamientos. La suerte de unos y otros dependerá, al final, de la confianza de los ciudadanos en las nuevas opciones, al igual que en la ya manifiesta desconfianza con respecto a la actual clase política. La "casta política", por emplear una expresión muy del gusto de Pablo Iglesias.

lguien ha identificado a esta fuerza política con los antisistema. Los que no están de acuerdo con el sistema actual, motivo por el cual lo atacan sin cuartel, pero viven del sistema. Los líderes de Podemos se han desmarcado de esta opción tanto como lo han hecho del chavismo. Nada tenemos en contra de este partido, pero no pensamos que sea la solución. Ni siquiera queremos hablar más de él, porque ya nos hemos ocupado de conocer la opinión de sus líderes en el ámbito local y trasladarla a nuestros lectores. Lo citamos en este editorial solo como referencia obligada a la hora de hablar de la corrupción al haberse declarado sus líderes paladines del movimiento que pretende regenerar este país.

Destacamos esto porque al margen de los resultados sobre intención de voto que mostró la última encuesta del CIS, la preocupación generalizada de la ciudadanía por la corrupción debería inquietar mucho más a los partidos políticos que sus propias expectativas de voto. pesar de que el Gobierno de Rajoy ya da por casi superada la crisis, y al margen de las tan traídas y llevadas cifras macroeconómicas que hablan de la creación de miles y miles de puestos de trabajo a lo largo del próximo año, la población en general sigue sin ver la tan ansiada luz al final del túnel. Quienes carecen de empleo cada vez están más desesperanzados. Pocos son lo que todavía piensan que pueden encontrarlo. Hace poco publicábamos en este periódico una información sobre la dificultad para encontrar trabajo que padecen quienes han superado los 45 años. Eso por una parte; por otra, los que sí tienen trabajo viven atemorizados ante la temida guadaña de los expedientes de regulación de empleo. En estas condiciones la gente tiende a gastar menos como previsión ante un futuro, como decimos, sumamente incierto.

Esos ciudadanos angustiados están relacionando, cada vez más, la mala trayectoria de la economía con la corrupción. Piensan que si persiste la crisis en España, pese a que el Gobierno insiste en que este país liderará el crecimiento europeo en 2015 (nos cuesta creerlo, pero ojalá sea así), es debido a la existencia de una clase política. Un planteamiento erróneo por dos motivos: la gran mayoría de quienes se dedican a la política no están corrompidos y, además, la mala gestión no tiene por qué estar vinculada a la corrupción. lgunos gobernantes no valen para el cargo que desempeñan pese a ser honestos. Simplemente, no sirven porque no son capaces de resolver los múltiples problemas que afectan a los ciudadanos. El CIS recuerda que la preocupación por el paro aumenta en la misma proporción que la pérdida de confianza en los políticos, pero también resulta significativo el recelo derivado de esa falta de eficacia ante al deterioro de la economía. Corrupción e incapacidad; estas son las dos lacras de los políticos españoles.

En cuanto a la mejoría de la situación económica que señalábamos antes, incluida las cifras récord de llegada de turistas a Canarias, no podemos olvidar que la recuperación sigue sin entrar en el bolsillo de los ciudadanos; es decir, la leve mejoría aún no se materializa en un mayor bienestar social. Razón suplementaria para que tanto los políticos como los medios de comunicación, que son el megáfono de los políticos, se centren en el problema real de este país, y mucho más de Canarias: el paro. Se nos ponen los pelos de punta cuando oímos hablar de un posible culebrón sobre las conversaciones telefónicas del alcalde de La Laguna grabadas por orden de un juez. Conversaciones cuyo contenido no ha sido tenido en cuenta por el magistrado al ser irrelevantes de cara a los asuntos por los que ha sido imputado Fernando Clavijo. ¿Es que nos quedan por delante semanas o inclusive meses de juicios paralelos? Y no solo eso: ¿es que no hay otra cosa de la que ocuparse en los medios de comunicación?

Tanto los políticos como los ciudadanos en general se encuentran ante una encrucijada. Por una parte, no se puede seguir así. Por otra, no vemos deseos sinceros de cambio. Lo que vemos son propuestas salvadoras de las que, como decíamos antes, recelamos profundamente. La corrupción, por muy grave que sea, no se soluciona con un voto de castigo que al final nos puede conducir a todos al desastre absoluto; la corrupción se soluciona encarcelando a los infractores y apartándonos de la política.