El pacto entre CC y PSOE en el Ayuntamiento de Santa Cruz sufrió esta semana su segunda crisis en menos de diez meses. A finales del pasado año, el primer teniente de alcalde abandonaba el equipo de Bermúdez, junto a otros dos destacados concejales socialistas. Como ya he dicho en alguna ocasión, creo que con el cambio de Julio Pérez por José Ángel Martín salió perjudicada la ciudad y beneficiado el alcalde, que ahora parece mucho más cómodo y relajado, aunque no entiendo muy bien el motivo de la comodidad y el relajo.

En este caso son dos concejales de su propio partido quienes dejan el proyecto, una de ellas su número dos y portavoz. Por supuesto, los motivos personales esgrimidos en la marcha son muy respetables, pero el resultado es que hasta cinco concejales han abandonado de momento el nonato proyecto de Bermúdez para Santa Cruz. Teniendo en cuenta que vamos por la mitad del mandato, mejor no hacer proyecciones, porque el cálculo más conservador le llevaría a perder el 70% de su equipo en lo que resta de camino.

Pérez y Molina prefirieron regresar a su despacho de abogados; Arocha eligió la jubilación; Arbona opta por un mejor puesto en el Cabildo; y Carmen Delia González confiesa que no se encuentra con fuerzas para continuar, en un gesto que le honra. No sabemos cómo serán las cosas dentro de ese complicado equipo municipal formado por PSOE, CC y CCN (y ahora también PNC), aunque a la vista de la estampida no parece que se lo pasen muy bien.

Pero el problema no son ellos, ni cómo se lo pasan. El problema no son los que se van ni los que se quedan; ni siquiera los que llegan. El problema es que Santa Cruz no puede soportar por más tiempo este baile de concejales entrando y saliendo del Ayuntamiento, intercambiando cargos con tanta facilidad como ligereza, mientras los graves problemas de la ciudad siguen sin afrontarse de verdad.

Comprendo que a Bermúdez no le guste llamar crisis a estas dos crisis, sobre todo cuando ocurren en su equipo y son su responsabilidad, pero no hay otro término para definir la permanente inestabilidad en la que sobrevive políticamente, de abandono en abandono. Aguantar a toda costa e intentar repetir como candidato no es una buena estrategia para Santa Cruz. Ni siquiera para él. La ciudad no puede permitirse amortizar de esta manera a quienes tienen la responsabilidad de gestionar su desarrollo y servicios básicos: En dos escasos años hemos tenido tres concejales diferentes a cargo de los asuntos sociales, dos concejales de economía y promoción, tres concejales de deportes, dos concejales de participación ciudadana, y no sé cuántos cambios más, porque hemos perdido la cuenta. Podemos titularlo como Bermúdez prefiera, pero es innegable que estamos ante un escenario de absoluta inestabilidad.

Lo que ocurre en el Ayuntamiento de Santa Cruz es algo muy serio, que debe hacernos reflexionar a todos, y especialmente al alcalde, porque está claro que el pacto impuesto por Paulino Rivero y José Miguel Pérez en la capital no funciona. Y también está claro que no se va a romper, pase lo que pase, por lo menos, mientras queden sustitutos para que siga corriendo la lista electoral.

Por enésima vez le pido al alcalde Bermúdez que cambie de estrategia, que se deje ayudar, que cuente con las demás fuerzas políticas y agentes sociales de la ciudad, que salga de su aislamiento, que se libere de esa debilidad que le obliga a comportarse como un autista político, ajeno a la realidad y negando lo evidente.

Estamos a la mitad del mandato, y no es el momento de pensar solo en lo que ha hecho mal, sino en lo que podría hacer bien, porque Santa Cruz no puede perder otros dos años más de esta manera.

*Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Santa Cruz y vicesecretaria regional del PP de Canarias