SI UN SERVIDOR fuera autoridad de este pueblo, que no lo deseo, me daría verdadera vergüenza tener que dar noticia de algo relacionado con el Parque Marítimo César Manrique, que fue reinaugurado el viernes último, día 3 de junio, tras ser sometido, durante nueve meses, a obras de restauración que han importado tres millones y medio de euros, sobre lo muchísimo gastado en reparaciones de vandálicos destrozos cometidos a lo largo de mucho tiempo de visible abandono y falta de la oportuna vigilancia.

Me gustaría que alguien resumiera en un libro, o en varios artículos periodísticos, una síntesis de la historia de este recinto de ocio que concibió el gran artista lanzaroteño, después de realizar el singular parque costero en la entonces recién estrenada avenida de Colón del Puerto de la Cruz, la cual forma parte fundamental de la gran obra de transformación y modernización de la ciudad turística, realización que se debe al entonces alcalde, don Isidoro Luz Cárpenter.

César Manrique, a quien se deben obras tan destacadas en lo artístico y en el aprovechamiento de las bellezas de la naturaleza como los lanzaroteños Cueva de los Verdes y Los Jameos del Agua, fue consciente de la escasez de espacios de baño en una ciudad siempre abierta al mar como la de Santa Cruz, y ojalá hubiera fijado su atención y puesto en práctica su talento creador en la gran playa de Las Teresitas, donde pudo haber creado algo grandioso. Hubo mala suerte y faltó una persona santacrucera que convenciera al artista para que trazara esta obra que, desgraciadamente, ha sido una sucesión de desaciertos que aún espera por alguien que, primero, ponga orden en el cumplimiento de lo que señala la Ley y, luego, realice la obra definitiva, que tanto tiempo lleva, inexplicablemente, esperando.

Mucha ilusión puso César en su parque marítimo santacrucero, y, por suerte para él, no ha vivido para contemplar y sufrir ante la sucesión de desastres, tanto en el terreno de la legalidad como en la administración del parque, por parte de las autoridades responsables, que, si fuera posible, deberían ser eternamente separadas de cualquier gestión pública semejante. En resumen, una vergüenza más que anotar en la historia de esta ciudad, aunque no se citen los nombres de los responsables, que todos sabemos quiénes son.