POR COSTUMBRE, o por jorobar al prójimo, miles de iniciativas caen bajo las críticas desmesuradas de media docena de aguafiestas. Es triste decirlo, no cabe duda, pero algunos se pasan en sus posicionamientos y juicios de valores. Unas veces por envidias y otras, podríamos decir, por llevar la contraria al que tiene como norte innovar de acuerdo con el devenir de los tiempos. Lo cierto es que no dejan títere con cabeza. Ahora la toman con Soria y mañana con el primero que se atreva a opinar en sentido contrario.

Significadas personalidades de la vida pública, e incluso los que dedican su tiempo a quehaceres privados, sufren lo indecible. Basta con que un político, profesional liberal o directivo equis, abra la boca para decir algo y ya tiene a los correveidiles prestos a responder con insolencias. De antemano, todos son malquerencias, condenas, reproches o lo que sea con tal de dejar fuera de juego al adversario. El chaparrón de acusaciones surge de todos los frentes. ¡Dale que dale por el mínimo error a la vista! Y así nadie se mueve ni hace nada sin medir los pasos.

El miedo es patente en los que cortan el bacalao en un período en el que la desconfianza reina por doquier. Incluso los directivos de los bancos esquivan a cualquiera que vaya a solicitar un crédito para activar la empresa. Porque sin capital circulante, créanme, no hay actividad empresarial capaz de arrancar. Por consiguiente, me guardan un cachorro de la reforma laboral de ZP, sin dinero contante y sonante. Y cuando no hay no hay. Eso no es discutible. Por consiguiente, no esperen que venga plata de las Indias ni, tampoco, que el director del banco se arriesgue por salvarle el pellejo al vecino que está pasando apuros con los empleados, los proveedores y tal y tal. Menos aún que la Agencia Tributaria y los jueces dejen de mover cielo y Suiza para que los dineros regresen limpios de polvo y paja. ¡Mucho cuidado, que los ojos de Dios (y de las respectivas Haciendas) no duermen.

Ah, y a partir de ahora, observen que la burocracia va a ser más excesiva y lenta que de costumbre. ¿Recuerdan aquello de "vuelva usted mañana", que decía José de Larra? Pues ni más ni menos. Se equivocan los que piensan que la contrapartida de la administración frente a la crisis se traduce en permisividad y dejar hacer ("laissez faire"). O que las licencias de obras van a llegar al mismo tiempo que las subvenciones. Nada de eso. Esto se ralentiza hasta -entre todos- sacar los euros que faltan para aminorar el déficit del Estado, los cabildos y los ayuntamientos. Pero hasta tanto, se salvan los políticos y los multimillonarios que pululan por aquí y más allá. ¿O es que no se han dado cuenta de lo arruinado que está el país? ¡Por Dios!

Sanseacabó la felicidad del Dorado español; hasta nunca más. Zapatero hizo todo lo que pudo para hacerlo añicos en menos de dos legislaturas de mandato. Pero calma, no lloren ni pierdan la esperanza, la fe y la serenidad que alimentan el espíritu. Eso jamás; mientras el leonés siga llevándonos en "barandillas" al caos.

Bueno, y no vean la socarronería de los lugartenientes de Zapatero intentando desfigurar lo que es noticia a pie de calle. Por ejemplo: basta con caminar un poco para ver a muchas personas pidiendo para comprar un bocadillo; empujando a duras penas el carro del supermercado repleto de cartones, bolsas y ropa raída por el roce de la madera de los bancos y el asfalto; lánguidos y, en algunos casos, perdidos por las drogas y el alcohol del vino barato envasado en tetrabrik. Como digo, el lugarteniente de Aguere debe escribir lo que está a la vista, que es bastante para rellenar folios a tutiplén, en lugar de malgastar el tiempo hilvanando artículos del catedrático de Economía Ramón Tamames. ¿Estamos?

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