El turismo puede parecer un campo sencillo, pero es "tremendamente complejo". Conocerlo y entender sus vínculos con prácticamente todas las actividades económicas y con la sociedad isleña es el principal objetivo de la Cátedra CajaCanarias-Ashotel-Universidad de La Laguna. Su director, Raúl Hernández, considera urgente incorporar este conocimiento a la gestión turística para que Canarias sea algo más que una potencia en recepción de turistas.

¿Canarias se ha sentado a pensar cuál es el modelo turístico que quiere?

Ha habido iniciativas. En Tenerife se acaba de aprobar una estrategia turística y en Canarias se está a punto de licitar un plan estratégico. Pero todavía hay mucho que hacer. Se hacen planes que luego no se ejecutan, no hay seguimiento... A veces confundimos la planificación estratégica con preparar un documento. Hace falta aunar fuerzas, convencer... Eso forma parte de esa debilidad que tiene el modelo turístico en Canarias de falta de incorporar conocimiento y estrategia. Todo esto enlaza con la aceptación social del turismo, que es un asunto latente pero que ha estallado en otros lugares y que puede terminar estallando aquí si no se incorpora a los residentes a esa estrategia. El límite entre lo turístico y lo no turístico se va difuminando. No podemos hacer planes solo con los expertos; hay que atender a las necesidades sociales. El turismo está relacionado con el conjunto de la economía, la educación, el medio ambiente, cuestiones de ámbito municipal...

¿Sigue faltando coordinación entre el sector público y el privado?

Sigue faltando coordinación a todos los niveles, pero quizá el mayor déficit y lo que genera más problemas es la dificultad de coordinar dentro de un municipio, de un cabildo o de la propia Comunidad Autónoma las competencias turísticas con el resto. El turismo es un departamento más. Uno de los grandes retos en Canarias es la mejora del nivel de idiomas, pero eso es competencia de la Consejería de Educación, que tiene muchos problemas aparte de este. Las administraciones y también las empresas tienden a generar espacios cerrados, reinos de taifas. Somos el primer destino de las 272 regiones europeas gracias a que tenemos una inigualable dotación de recursos naturales, particularmente el clima, pero no tenemos esa capacidad de coordinación para hacer mejores productos turísticos, gestionar mejor los destinos, organizar mejor la comercialización... Como tenemos un clima y una imagen tan potentes seguimos manteniendo esos números, aunque luego nos quejamos de que no se cree suficiente empleo. Es un modelo basado en el capital, en hacer hoteles y en el clima. En todo el resto, que es lo que da calidad al destino y lo que necesita mano de obra más cualificada y cabezas pensantes, hay una debilidad muy importante.

¿Puede el turismo generar más empleo cualificado?

Ahí está todo por hacer. El empleo cualificado se genera, entre otras cosas, a través de la internacionalización. En Baleares tienen su sede grandes multinacionales turísticas que operan en decenas de países y se crea empleo en tareas de gestión, de organización, con salarios altos, mientras que el modelo basado en el todo incluido, hoteles y demás genera fundamentalmente empleo poco cualificado. Hay un campo para crear empresas en comercialización "on line", pero eso exige alta capacidad de innovación, de emprendimiento, de internacionalización... y esa es nuestra debilidad. Tenemos un modelo tan potente en la parte final del proceso, la atención a los turistas, que la otra parte de la cadena de valor, la más sofisticada y la que realmente controla a los clientes en origen y los canaliza, es débil. El futuro del turismo en Canarias pasa por crear más actividad económica vinculada ya no con los turistas que vienen aquí, sino con el mercado turístico global. Nos hemos concentrado en obtener valor a partir de los turistas que recibimos, en un modelo que, además, se ha basado demasiado en el alojamiento, y hay un déficit importante en todas las actividades complementarias y de ocio. El gran reto para Canarias en los próximos años está en multiplicar por dos, tres o cuatro la facturación de todo ese sector de actividades complementarias.

Sin embargo, los precios y el índice de rentabilidad de los hoteles siguen creciendo.

Por supuesto, y seguirán creciendo mientras estemos en esta burbuja vinculada al cierre de algunos de los grandes mercados competidores. Pero estos precios son un espejismo, no son sostenibles a largo plazo. Esta situación de inestabilidad no va a ser permanente. Tenemos que prepararnos para repensar el turismo más allá del alojamiento. Por supuesto que el alojamiento es importante, pero es lo que hemos sabido hacer. Hay una buena planta alojativa y funciona bien. El futuro no pasa por seguir construyendo nuevos hoteles y dejar todo lo demás igual.

¿Puede estar provocando la bonanza que vivimos que aplacemos ese proceso de mejora porque ahora nos va bien?

Sí. En el año 2009 se hablaba de cambiarlo todo y de repente... Este crecimiento tiene sus ventajas. Ha permitido obtener unos ingresos que han sido reinvertidos en mejorar la planta de alojamiento. Quizás sea el momento de que este incremento de rentabilidad se aproveche para el desarrollo de actividades complementarias, deportivas, de la naturaleza, donde predominan pequeñas empresas poco profesionalizadas. El futuro sería que un turista pudiera realizar en las Islas cualquier tipo de actividad que deseara, y hoy por hoy eso es complicado. La oferta es muy limitada. Falta construir esos vínculos entre las actividades, y no es sencillo. Al turista se le ofrecen los grandes productos -ir al Teide, a Masca, a ver los cetáceos, a Anaga, al Siam Park y el Loro Parque...- y para recorrer la Isla debe hacerlo por su cuenta y riesgo. Toda esta crisis y la fase de expansión tendría que servir para pensar en todo eso y en otras actividades y otras habilidades; por ejemplo, cambiar poco a poco los modelos de comercialización, reducir la dependencia de los touroperadores y las agencias de viajes "on line". Hay un negocio muy grande en la comercialización turística. Podemos invertir en comercializar o decir "yo simplemente me dedico a dar servicios de alojamiento y restauración al turista y compro a touroperadores, que consiguen llenarme el hotel". Si hacemos eso al final nos quedamos solo con una parte de la cadena de valor, que ahora tiene una gran rentabilidad pero a largo plazo nos pone en una situación de cierta debilidad.

¿Qué pueden aportar las universidades al proceso de innovación que necesita el sector, por ejemplo en digitalización?

Tener una buena entrada en la sociedad digital es uno de los grandes retos del sector en Canarias y puede permitir crear valor en nuevos segmentos. Es necesario incorporar a ingenieros, a las ciencias del ámbito de la biología, la química... Canarias tiene una oportunidad para ser pionera a nivel internacional en conocimiento aplicado al sector turístico. Tenemos la posibilidad de desarrollar servicios, infraestructuras y tecnologías vinculados al turismo, en reciclaje, eficiencia energética, gestión de residuos, que nos pueden colocar en primera línea internacional. Si dirigimos la investigación y la innovación al ámbito turístico podremos ofrecer productos y servicios innovadores, con capacidad de crear empresas y exportar conocimiento. La Universidad tiene que entender que en una comunidad como esta la investigación turística y la formación con aplicación en el ámbito turístico tiene que desempeñar un papel importante, pero cuesta. Debería haber asignaturas optativas relacionadas con el turismo en muchos más grados universitarios, pero no hay ni una fuera del grado de Turismo.

¿Puede deberse a una escasa consideración social del turismo?

La sociedad canaria ha visto crecer el turismo como algo ajeno. En el sur de Tenerife y Gran Canaria los municipios están empezando a cambiar de mentalidad, a entender la importancia estratégica del turismo, pero desde otros ámbitos se puede declarar que el turismo es muy importante, que es el motor, pero luego rápidamente nos olvidamos de él. Es un error.

¿Sabemos cuántos turistas podemos acoger?

La capacidad de carga es uno de los grandes debates históricos. Hay que huir de números mágicos, no existen. Todo depende de cómo se gestione: bajo ciertas condiciones podrían caber más y bajo ciertos modelos la capacidad de carga se agota antes, no es lo mismo en un área de alta densidad turística que en un parque nacional... Si diseminamos los turistas en el territorio, la capacidad de carga es menor que si concentramos las principales infraestructuras turísticas en ciertas zonas. Tenemos que ir otro concepto: gestionar el turismo, los destinos, el territorio, para hacer un uso eficiente de los recursos y evitar problemas de congestión. Tendríamos que aumentar segmentos que no tienen tanto impacto negativo y reducir los que sí lo tienen. Todo esto está relacionado con las infraestructuras. Si no tenemos buenas infraestructuras de depuración, por ejemplo, la capacidad de carga será menor, pero si mejoran, podría ampliarse. En todo caso, con la cantidad de turistas que recibimos debemos orientar la planificación a obtener más rentabilidad de esos visitantes y no a seguir haciendo lo mismo y atrayendo más. Desde hace más de 25 o 30 años ya se oía en Canarias que habíamos tocado techo... Es un debate que está bien en el ámbito teórico, pero el debate necesario es el de la gestión. No podemos dejar que la libre competencia sea el único elemento rector del desarrollo turístico. Tenemos que incorporar gestión y planificación. Si lo único que hacemos es producir más y poner nuevos hoteles para traer más turistas y dejamos las partes más interesantes de la cadena de valor en manos de operadores foráneos, seguiremos siendo una comunidad relativamente pobre pese a ser la número uno en uno de los sectores más dinámicos a nivel internacional.

Es normal que la gente no lo entienda.

Es lógico que no se entienda, pero es que entender el turismo no es fácil. Hoy por hoy, en Canarias somos como la fábrica que hace muebles para Ikea, que no controla al cliente final y tiene una capacidad negociadora débil. Así, la capacidad de desarrollo e innovación es limitada: simplemente produces y satisfaces. Necesitamos entrar en el gran mercado turístico internacional de otra manera. En el fondo, forma parte del mismo problema de capacidad de gestión, de márquetin. Somos la primera potencia turística europea, pero a la vez no somos capaces de mejorar nuestros niveles de renta por habitante. Somos una potencia en recepción de turistas, pero el turismo es algo más importante. Booking y las agencias de viajes "on line" han entrado en el mercado y se llevan un 15% o 20% del alojamiento.

¿Eso lo podríamos hacer nosotros?

Es muy complicado, se trata de competir en la gran liga, pero hay que encontrar un nicho, aunque sea en operadores más especializados en ciertos segmentos. Hay que innovar y emprender, pero aquí ha sido más fácil poner un hotel o un apartamento, dejar la comercialización a un tercero y facturar. Tus hoteles funcionan aquí, pero ¿serían capaces de hacerlo en la República Dominicana? Hay casos aislados de internacionalización, pero al final dominamos en aquellas actividades que están protegidas de la competencia. Si queremos entrar en otros segmentos con más potencial de crecimiento y valor añadido, tenemos debilidades. Nunca ha habido una estrategia clara en este sentido, porque los departamentos de Turismo se dedican principalmente a la promoción. No ha habido una apuesta decidida en innovación. Si en los últimos 20 años se hubieran vinculado fondos en innovación al desarrollo de actividades en el entorno del turismo, podríamos tener empresas potentes en márquetin turístico, vendiendo servicios fuera, estudios de arquitectura haciendo hoteles en medio mundo, empresas de servicios especializados, servicios financieros, aplicaciones para móviles... Podríamos ser punteros, pero somos usuarios de lo que otros inventan y no sacamos rentabilidad de ese conocimiento. No es sencillo, porque no hay un alineamiento con el turismo. Incluso los estudiantes relacionan trabajar en el turismo con el camarero o el recepcionista.

¿Es necesario abrir una reflexionar sobre la capacidad de los espacios naturales?

Los espacios naturales pueden padecer más claramente problemas. De nuevo, más que abrir un debate sobre cuántos turistas caben en Anaga o en Masca, hay que hacerlo sobre cómo tenemos que gestionar esos recursos para darles un uso turístico adecuado sin que eso menoscabe su conservación. Eso es complicado. Los parques nacionales requieren incorporar mecanismos de gestión del uso turístico, pero bien pensados, porque no se trata solo de prohibiciones o tasas. Hay mecanismos más sofisticados que pueden mejorar la experiencia de los clientes y, a la vez, la conservación de los espacios. Son debates que hay que plantearse, muy sosegadamente, pero hay que empezar a hacerlo, empezar a poner sobre la mesa qué queremos de los espacios naturales. No se le puede hurtar a la sociedad participar en ese debate, porque tendrá algo que decir. Las soluciones no son sencillas, porque a veces las medidas pueden tener efectos contraproducentes. Gestionar el turismo es realmente complicado.