Lo separaban de ellas más de cinco mil kilómetros, pero se empeñó en saber de aquellas islas en medio del Atlántico. El profesor senegalés Amadou Ndoye dedicó gran parte de su vida a estudiarnos -una de sus tesis doctorales trató sobre la literatura canaria de la segunda mitad del siglo pasado- y nos visitó con frecuencia: le gustaba nuestra música y el folclore, pero también leer a Pedro Lezcano, Saulo Torón o Pedro García Cabrera. Ayer la Universidad de La Laguna dio el primer paso para corresponder a su vocación canaria y falló la primera edición de los premios culturales de relato breve para alumnos africanos que llevan su nombre. Entre el público que acudió al acto -celebrado en un aula de la facultad de Filología en la que muchas veces dio clase como profesor invitado- se encontraban su viuda y sus hijos, pero también muchos amigos del profesor. Ndoye falleció hace cuatro años, pero quienes lo conocieron no están dispuestos a olvidarlo.

Su amigo José Gómez Soliño, exrector de la institución lagunera y coordinador de Campus África, se encargó de recordar la pasión de aquel docente de la Universidad Cheikh Anta Diop (UCAD) que un día descubrió el Archipiélago y ya nunca pudo olvidarlo. El lingüista hizo una extensa y emotiva semblanza de la figura de Amadou. Este profesor - "duro", en palabras de sus alumnos- "sabía más que la mayoría de nosotros sobre muchos aspectos de Canarias", pero, sobre todo, era una persona incapaz de tener enemigos y que nunca criticaba con ansias de hacer daño.

Enamorado también de la cultura latinoamericana, y especialmente de la cubana, Ndoye no solo generó conocimiento sobre la literatura del Archipiélago, sino que dio una visión africanista de las Islas. Su entusiasmo por estas tierras lo llevó a escribir artículos en periódicos canarios ya desaparecidos, como "La Tribuna".

En el origen de este interés por el español estuvo su amor por la salsa y la música caribeña. Cuba ha tenido una presencia destacada en la historia africana del siglo pasado. El Gobierno de Fidel Castro becó a numerosos africanos en la época de la Guerra Fría. Ese apoyo decidido a los valores socialistas y al bloque de los países no alineados tiene mucho que ver con la percepción de Cuba en África y, quizás, también, con que se conozca a Ndoye como "el africano que bailaba el chachachá". Algunos de sus conocidos aseguran que también era capaz de arrancarse a cantar una folía.

"El conocimiento ha sido su vector de vida", dijo ayer su hija, Mame Fatou Ndoye, tras el homenaje de Soliño, sin poder contener las lágrimas. "Mi padre tendió un puente entre Senegal y Canarias; estaba enamorado de la cultura canaria y latinoamericana. Nuestra familia siente un profundo agradecimiento". Pero la admiración hacia su padre va mucho más allá de su labor como investigador y divulgador. "En mi familia hemos tenido mucha suerte de crecer con un padre así. Nos enseñó la importancia de la educación y de que con rigor en el trabajo se pueden alcanzar grandes objetivos". El deporte y la música eran sus otras dos pasiones. Aprendió portugués solo para leer sobre Pelé en los diarios brasileños. Mame heredó este amor y se convirtió en periodista deportiva.

Ndoye publicó muchos libros a lo largo de su vida. El último, donde habla de sus experiencias, de su paso por Canarias o Cuba, no ha sido traducido aún al español, por lo que Mame está buscando una editorial que quiera hacerlo.

La labor docente de Ndoye le hizo traducir numerosos textos en sus 66 años de vida. "Traducir es una forma más atenta de leer", dijo en una ocasión. Ese trabajo continuado le hizo darse cuenta de que la lengua castellana estaba salpicada de palabras y expresiones "hirientes", como "merienda de negros", "blanquear" o "trabajar como un negro", y concluyó que el idioma de Galdós era racista.

Ese esfuerzo por tejer lazos entre idioma, identidad y derechos humanos obtendrá también recompensa. En la próxima edición de Campus África, el foro bianual que la ULL ha creado, se celebrará una jornada dedicada a este tema.

Sin embargo, una deuda que tiene pendiente España con África es promover la enseñanza del idioma y conseguir más apóstoles de su fe. Soliño lamentó ayer que el Instituto Cervantes esté fallando en su misión evangelizadora. No es un trabajo que deban acometer en solitario, reconoció, sino con ayuda de instituciones como la Universidad de La Laguna, que también deben, y quieren, cumplir con esa responsabilidad.

La pérdida de presencia del español no es percibida solo por el exrector. Amira Debbabi, doctoranda en la Universidad Abdelmalek Essaadi Tánger-Tetuán y una de las ganadoras del premio de relato breve Amadou Ndoye, estuvo también en la entrega de los galardones y explicó que ese retroceso es palpable ya en su país. "En Marruecos el español está perdiendo importancia en detrimento del inglés", admitió.

Titulada en Educación y en Enfermería, está haciendo su tesis doctoral sobre los efectos de los recortes en educación y sanidad en la población marroquí que reside en Cataluña. Su interés por España -su madre da clases de literatura hispánica- explica que haya trabajado en Barcelona como enfermera y que ya conociera Canarias: estuvo de vacaciones hace diez años. En cualquier caso, ella es una excepción: "Yo pienso en español, no en árabe", asegura la joven, de 28 años. El relato con el que fue premiada -dotado con 500 euros y 1.000 para la alumna que obtuvo el primer premio, pero que no pudo viajar hasta Tenerife- es una historia en primera persona sobre el drama de los refugiados sirios.

El rector de la ULL, Antonio Martinón, quiere que los premios sirvan para mejorar las relaciones de Canarias con los países africanos más cercanos. "Las universidades juegan un papel importantísimo en la cooperación entre los pueblos, y cooperación es lo que buscamos. Cuando hablamos de cooperación no hay un país que se beneficia más que el otro". Dicho esto, "el trabajo de Ndoye sobre la literatura canaria es valiosísimo: complementa otros y da una visión desde el continente vecino".