EL PERIÓDICO El Mundo ha revelado esta pasada semana que el ministro Rubalcaba ordenó al CNI (Centro Nacional de Inteligencia) que espiara a los controladores: sus movimientos, su patrimonio, sus reuniones. El periódico, y cualquier persona sensata también lo creería, añade que esta actitud del CNI no es propia de unos servicios secretos, que están para otra cosa, ni tampoco es constitucional. Si se demuestra -que no se demostrará, al menos lo suficiente- que Rubalcaba ordenó estas escuchas, el ministro vicepresidente y los autores materiales de las mismas podrían haber incurrido en delitos.

Nadie duda de que Alfredo Pérez Rubalcaba es un policía; lo ha sido siempre. Se jacta en público de saberlo todo de todo el mundo. Rubalcaba tiene un antecedente napoleónico -Fouche- y muchos otros antecedentes de ministros/policías durante la dictadura. No es menos penoso que se espíe en democracia. Es exactamente igual de tremendo que lo que se hacía con algunos españoles durante el periodo franquista. Luego Rubalcaba puede ser un demócrata a medias, que utiliza métodos espurios para recabar información.

Dicho esto, hace mucho tiempo que en Canarias hay demasiados teléfonos pinchados. Una fuente solvente nos ha comentado que más de los que podemos imaginar. Cuando preguntamos a esa fuente si todos con orden judicial, nuestro comunicante, muy metido en eso del espionaje oficial, se echó a reír. Era la suya una risa significativa. Existen métodos para saber si un teléfono está pinchado, sobre todo los móviles. Estamos en eso: cuando lo confirmemos, lo contaremos.

Sorprende que se acuda a este sistema tan poco legal para espiar a colectivos en conflicto. Por mucho que hayan puesto en un brete al país los controladores aéreos, sus derechos no pueden ser vulnerados. Garzón ordenó escuchas en la cárcel a implicados en un presunto caso de corrupción mientras hablaban con sus abogados y ha sido procesado por ello por el Tribunal Supremo. Si un ministro ordena a los servicios secretos escuchas ilegales, debe ser desenmascarado y castigado por la ley. Al menos esto es lo que ocurriría en un país democrático. A veces pensamos que este nuestro lo es cada vez menos.

Sobran espías y falta mucha sensatez. Las revelaciones de El Mundo son muy graves. Ya no podemos estar tranquilos, porque parece que el gran hermano nos acecha y nos quiere quitar lo más preciado que tiene el ser humano: la libertad. ¿Hasta de esto es capaz el PSOE de Zapatero y de su fiel policía adjunto? Qué asco.